Capítulo 25

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Emma. 

—No— me remuevo de nuevo.

No quiero que Seth vuelva tocarme. Siento algo como brazos rodeándome y cada vez que me remuevo me aprietan.

Veo a Seth frente a la puerta.

Abro los ojos de golpe.

Una pesadilla. Fue una pesadilla.

Aun es de noche, no hay ningún tipo de luz a excepción de la poca que entra por el pequeño ventanal.

Toco mi frente y la siento húmeda. Está siendo la noche más larga de mi vida y que sigamos en Brent lo empeora todo, él está aquí, lo sé de alguna manera y el miedo me carcome.

Alexander sigue con los ojos cerrados en su lado de la cama, lo miro en silencio, sentí brazos apretarme, pero no parece estar despierto. ¿Me estoy volviendo loca? Frunzo el ceño y me levanto de la cama cautelosamente, no quiero volver a dormir.

No puedo.

Me dejo caer en un rincón cerca de la ventana mientras mi respiración se regula. Oigo un sonido a lo lejos, pero mis pensamientos lo bloquean.

Hace dos años.

Cierro los ojos.

Hace dos años Seth Wells me encerró en mi propio apartamento para abusar de mí. Después de huir de ese lugar donde pretendida entregarme a esos malditos, pensé que no vendría detrás de mí, pero lo hizo y todo fue peor.

Y tengo la sospecha de que lo volverá a hacer si no, no habría averiguado que estaba en Brent. ¿Pero cómo lo hizo? ¿Mi padre lo ayudó?

Recargo mi cabeza en el ventanal y mis muñecas comienzan a sacudirse levemente. Deja de pensar Emma. Deja de pensar.

—¿Emma?

La voz de Alexander viene a mi espalda. Me sobresalto ahogando un grito y me arrastro lejos por acto reflejo. Aun en la oscuridad veo su ceño fruncirse.

—Ho... hola— digo con voz baja.

—¿Qué haces aquí? — pregunta tajante.

Lo miro un segundo por ese tono duro de voz y después aparto la mirada avergonzada. Debo parecer una lunática aquí y no es para menos después de todo lo que pasó esta noche entre nosotros.

—No puedo dormir— respondo como puedo.

No dice nada más, ya lo confundí lo suficiente esta noche. Miro hacia la imagen distorsionada de Brent por el agua esperando que regrese a la cama. Suelta algo como un resoplido y sus pasos se alejan.

Bien.

No quiero la soledad ahora porque esos horribles recuerdos van a regresar, pero tampoco puedo pedirle que se quede, no me gusta la compasión, incluso si él no sabe lo que realmente sucede conmigo.

Miro el agua caer todavía por la ventana y un segundo después siento un repentino calor a mi espalda.

¿Qué...?

Mi cuerpo se tensa y me quedo paralizada no puedo voltear. ¿Qué está haciendo?

No dice nada, pero tampoco se mueve. Mi miedo va disminuyendo al paso de los minutos. El golpeteo en mi pecho se relaja y ahora no miro con miedo la ciudad.

Pasan unos minutos en los que se mantiene en silencio y sin poder evitarlo me voy acercando a él. En cuanto mi cuerpo toca él suyo se tensa hasta la medula, lo siento perfectamente, pero aun así no me aparta como tampoco lo hizo en su camioneta.

Tentación [Ya en Librerías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora