Epílogo

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Cuando Hinata salió del cuarto de baño, sus mejillas sonrojadas y el brillo de muchas velas que Naruto había encendido en el dormitorio, brillaban como oro sobre su piel. Nunca había visto un espectáculo más hermoso.

   Ella se había puesto una bata, y no llevaba nada debajo, justo como él se lo había pedido. Finalmente se quedaron solos en su casa, sus amigos se habían marchado unos minutos antes. Se quedó esperando por ella frente a la chimenea, igualmente sólo vestido con una bata, también desnudo bajo ella.

   Su pene se agitó violentamente al verla, y al pensar lo que estaban a punto de hacer. Nunca había imaginado lo que se sentiría, pero ahora que lo hacía, estaba seguro que nunca había sentido nada siquiera cercano al amor que sentía por ella.

   —Gracias por hacer posible que yo hablara con mi padre.

   —Siempre voy a hacer todo lo posible para hacerte feliz. Cueste lo que cueste. —Abrió sus brazos.

   Hinata se le acercó, lenta pero constantemente, y la envolvió en sus brazos. —¿Estás lista para que comience el resto de tu vida?

   —Contigo a mi lado, estoy lista para cualquier cosa. —Su voz era como música para sus oídos.

   Acarició la pálida piel de su cuello y sintió latir la arteria por debajo de sus dedos. Sus párpados revoloteaban.

   —¿Dolerá?

   —No sentirás ningún dolor, sólo placer. Vamos a unirnos a la altura del éxtasis, cuando nuestros cuerpos estén unidos, beberás mi sangre, y yo la tuya. Vamos a ser verdaderamente uno, un solo cuerpo, una sola alma. Sentirás todo lo que yo sienta, y voy a sentir todo lo que sientes. No habrá secretos entre nosotros. ¿Quieres esto? —Naruto tenía que darle una oportunidad más para cambiar de opinión, porque una vez que hicieran el vínculo de sangre, estarían unidos para siempre.

   Él sabía que era lo que él quería. La certeza que sentía era embriagadora y aterradora al mismo tiempo. Si ella lo rechazaba ahora, rompería su corazón. Sus ojos verdes brillaban cuando ella lo miró.

   —Naruto, he estado sintiendo cosas extrañas en los últimos días. Sentí cosas sobre ti que no podía saber. Como el hecho de que pintaras ese cuadro. —Ella inclinó la cabeza hacia la pintura sobre la mesa—. Cuando lo miro, veo a un niño que muestra a su madre un dibujo.

   —Esos son mis recuerdos, dulzura.

   —Pero no hemos hecho el vínculo de sangre aún. ¿Cómo es posible?

  —Los que son verdaderamente el uno para el otro, ya tienen ese vínculo entre ellos. Es por eso que ya puedes sentirme, y es por eso que sabía sobre el prado. Ya estamos conectados. —Él sonrió.

   —¿Te importaría hacerlo oficial? —susurró Hinata, con sus labios carnosos y rojos.

   En cámara lenta, sus labios descendieron sobre los de ella hasta que finalmente se entrelazaron en un beso de amor puro. Nunca había besado a otra mujer como la besaba a ella. Capturando sus labios contra los de él, derramó su corazón, mientras invadía las cavernas de su boca con la lengua. No estaba allí para saquear, sino para compartir. Su lengua se reunió con la de él, ofreciéndole lo que él sabía que nunca podría tomar: su confianza. Sólo ella se la podía dar. Sus bocas fundidas en una entrega apasionada del uno al otro, ni uno de ellos era el conquistador, ni el conquistado. Socios, iguales en el amor. Ambos con igual fuerza e igual debilidad el uno por el otro, a la vez con poder y sin él, al mismo tiempo. Naruto sintió imágenes invadiendo su mente una vez más, las imágenes de lavanda, el prado, el sol.

Mi Amada Mortal (Vampiros De Scanguard's # 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora