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Capitulo 4: "El hechicero".

Eran a penas las siete de la tarde, pero el anochecer ya había caído sobre el Reino. Tres hombres, vestidos tan elegantes como una persona de su estatus social podría estarlo, caminaban lentamente hacia una absurda fiesta del gentío selecto.

Luego de un largo intervalo, donde cada suspiro gastado en palabras sin importancia era ahorrado, el cazador decidió romper el silencio:

—¿Tienen un negro?

—¿Fumas?—cuestionó YoonGi—Realmente no tienes ese aspecto.

—¿Soy demasiado atractivo como para fumar?—inquirió con una sonrisa ladina—. De igual forma, ¿tienen uno?

—No—contestó Min entre dientes, cortante y frío, solo como él podría serlo—, ya cállate que estamos llegando—y muy grosero.

—Ya...-dijo NamJoon, con sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón, encorvado por el frío.

—Si me hacen pasar la mínima vergüenza, o cometen tan solo un error...—les dijo, primero miró a JungKook y lo señaló con su anular, delatador—. A ti te arranco los dientes—se giró hacia el ex-militar, señalandolo de igual forma—, y a ti, ya sabes. Hablo un poquito...

—Está bien, entendimos—murmuraron ambos al unísono.

A medida que avanzaban, las casas dejaban de ser estructuras pesimamente ejecutadas y decadentes, y se convertían en viviendas tan semejantes a un palacio real. Imponentes, elegantes y brillantes. Sí ponías la suficiente atención a los detalles, como un total maniático de la perfección, hallabas diminutos toques de oro.

A decir verdad, ninguno de ellos se habían adentrado a la alta sociedad, incluso NamJoon, que fue un honorable capitán de la milicia Real, sonaba algo irónico, incluso estúpido. ¿Como alguien tan importante jamás fue establecido en la sociedad correspondiente a su estatus? Nadie podría saberlo con certeza. Aunque, sin embargo, se deducía con facilidad; venía de una familia sin recursos. Era un secreto a voces que nadie podría entrar a la alta sociedad a menos que nacieras en ella.

YoonGi suspiro, observando con el ceño fruncido como un humo casi imperceptible escapaba de sus labios. Su cuerpo se sacudió de frío.
Miró sobre sus pestañas a las personas que los veían de reojo, a cada paso que daban, alguien los estudiaba con la mirada. Sin reconocerlos, seguramente, para luego seguir su camino sin preocupaciones. Algo extraño, pensó YoonGi, sin ponerle mucha atención.

Finalmente llegaron a una mansión blanca, su sofisticada estructura parecía pertenecer a los primeros años de los Reinos, cuando aún no habían disputas por territorios. NamJoon creyó que era una de las pocas viviendas que lograron sobrevivir a la Guerra de los Diez años.

YoonGi se abrió paso entre el gentío perfectamente formado en una fila bastante extensa. Vestían telas que jamás había visto. Muchas personas habían sido invitadas. Encontrar a Hoseok no sería sencillo, no obstante, no imposible.
Él tenía suerte de tener ciertos contactos, conseguir una invitación vip había sido fácil. No sabía que significaba esa palabra del todo, pero cuando le extendió al mayordomo el sobre donde residía la invitación y los dejó entrar sin inconvenientes, sin importar cuantas personas esperaban afuera, comprendió un poco.

Dentro, un vasto salón se lucía, perfectamente decorado. Los tonos plateados y blancos resaltaban en donde mirarás. JungKook nunca había estado tan asombrado en su vida, incluso si ya había visto y experimentado todo. Y al observar al otro lado del salón una mesa repleta de delicias inimaginables quiso correr hacia ellas, pero cuando se atrevió a dar un solo paso, YoonGi lo sujetó del antebrazo.

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