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Lesche escaneó a Selia de arriba y abajo y dijo:— No está mal.
— Tienes diferentes puntos de vista y opiniones. Tus ojos muestran más de lo que supones. A veces, las palabras no pueden expresarlo. —dijo Begonia.
Después de que Selia se asegurara de que Begonia asistiera al banquete, abandonó rápidamente la sala con Lesche.
— Tu mejilla sigue roja.
— Acabo de estar en el glaciar y el frío hizo que mi cara se volviera roja.
Esta fue la excusa que eligió hacer.
— Eso es descarado.
Lesche sonrió. Fuera de la puerta, Linon, Alliot y los otros caballeros de Berg ya estaban esperando. Todos estaban vestidos con más esplendor y respeto de lo habitual.
— Su Alteza, por favor espere un momento
Alliot se acercó a Lesche como si tuviera algún asunto que discutir. Mientras tanto, Linon avanzó hacia Selia, mirándola a la cara.
— ¡Lady Selia! Te ves muy hermosa hoy como siempre.
— Muchas gracias. Pero, Linon.
— ¿Sí, Mi Señora?
Señaló para que Linon se acercara. Se quedó cerca de ella obedientemente con una mirada desconcertada en su rostro. Ella no le dijo nada a Linon, pero abrió la palma de la mano.
— ¿Eh? ¿Quieres mi mano? ¿Soy un perro? —preguntó y puso su mano justo encima de la de ella.
Pero no se tocaron, ya que la mano de Linon se detuvo antes de que su mano tocara la suya. Sin embargo, Selia le arrebató la mano, y parpadeó sorprendido.
— ¿Lady Selia?
— Linon, también te ves bien hoy.
— Sí. ¿Gracias?
Linon estaba notablemente perplejo. Selia soltó su mano y sonrió.
«Linón es un germófobo, pero no evitó mi mano.»
¿Pero barría y limpiaba el jardín y su edificio todos los días porque su casa estaba sucia? ¿Por qué lo limpió? Ella pensó que le preguntaría más tarde cuando tuviera la oportunidad.
— Vamos, mi lady.
— Sí, Su Alteza.
Parecía que Alliot le había dado a Lesche todo lo que necesitaba en un corto momento. Junto con Lesche, se dirigieron hacia la sala de banquetes.
Linon, Alliot y los otros caballeros los siguieron a una distancia razonable.
— ¿Qué le hiciste a Linon?. —Lesche preguntó de repente.
Selia miró detrás de ella para asegurarse de que la gente detrás de ellos todavía estuviera a distancia. Luego, estiró el cuello y susurró al oído de Lesche.
