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Selia se rió y sacó un pañuelo de su bolsillo y se lo ofreció a Abigail.
— Si el jefe de seguridad, que está obligado a castigar a otros, no presenta una denuncia, ¿no será objeto de castigo agravado? No tienes que cometer tal crimen por mí, ¿verdad?
Alliot era una persona de mente abierta. Por supuesto, hubo muy poca incidencia de que chocara con Selia en la historia original. Pero a pesar de que escuchó sobre la violencia de Selia, se abrió a ella sin dificultad.
Si no hubiera sido por Alliot siendo un noble con la creencia de que a aquellos que se arrepintían se les debía dar otra oportunidad, y si no hubiera sido por ser un caballero de Berg que no tenía otra opción que ser innatamente débil con Stern, debería haber odiado a Selia por el resto de su vida.
— Pero gracias por decir eso, Sir Alliot. —dijo Selia, un poco avergonzada—. Bibi, vamos a la posada. Te llevaré allí. ¿Sir Elliot? Escuché que los cuartos de Bibi han sido cambiados. ¿Dónde está?
— Te llevaré allí en persona, Lady Selia. —Selia asintió.
Selia reflexionó, mirando la espada de Abigail que acababa de recibir. «Pero las palabras de Bibi no están del todo equivocadas.»
Las palabras de Abigail fueron un poco violentas, pero hubo momentos en los que su respuesta fue correcta. Era matar a aquellos que deseaban hacerle daño. No había mejor solución que esa. Por supuesto, no quería matar a Lina y Kalis. Ella no quería matarlos en absoluto.
Sin embargo, durante el año pasado, pasó por alto algo muy importante. Ella creía que si actuaba de manera diferente a la Selia Stern original, todo estaría bien. No seas mala, no golpees a nadie, no te metas, no derrames vino sobre la gente, no seas mala con nobles de bajo rango solo porque seas un Stern. Pensó que si hacía el bien, y hacía todo lo posible para arrepentirse de su terrible pasado (no es que hiciera ninguno de esos, por supuesto), evitaría el trágico destino en la historia original asignada a Selia.
«Sabía que no lo era.»
Y, sin embargo, todavía pensaba que el mundo de la novela solo estaba hecho de tinta. No, ella estaba tratando de pensar. De repente, el mundo que se suponía que era real cambió, y se le dio un papel que desempeñar. ¿El hecho de que fuera un papel "fijo" la sorprendió?
Mientras respiró aquí, este mundo era su realidad. Tuvo que aceptar el hecho de que, al igual que estaba viva, también lo estaban las personas a su alrededor, todos los personajes de la historia original. Lina, Kalis, y también lo fue el hombre Lesche Berg. Todos eran personas vivas. Era su arrogancia predecir que si los trataba amablemente, les devolverían el favor, y si los trataba mal, le arrojarían cosas dañinas. Ella leyó la historia original, pero no leyó cada una de sus vidas... Así que cambió su objetivo. Solo tuvo que agarrar la cuerda un poco más fuerte para ayudarla.
«Compra una isla.»
Este Imperio Glick era muy grande. Era natural ya que tenía la gente más fuerte del continente. Se le dijo que la parte más meridional del Imperio Glick estaba bordeada de hermosas islas turísticas rodeadas de bonitos mares de coral y color esmeralda.
