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Kalis miró fijamente a Selia por un momento y luego abrió la boca en un tono clerical.
— No tienes que darme un pañuelo, Stern.
¿Quién dijo que se lo daría?
Selia estaba a punto de irse, ignorando a Kalis, cuando el marqués Kellyden, su esposa y los demás se acercaron como si lo hubieran cronometrado. El que los llevó al frente no fue otro que el Marqués.
— Veo que estabas hablando íntimamente con el marqués de Hanetón. Es bueno que pocas personas quieran bailar contigo en el banquete.
Selia parpadeó varias veces.
— Sería aún mejor bailar con mi padre.
Ante estas palabras, los rostros del Marqués y la Marquesa estaban manchados de desconcierto. Especialmente la cara del Marqués era espectacular.
Era como si hubiera oído algo que no quería escuchar en absoluto.
— Soy su hija, pero nunca he bailado con él. Eso es un poco...
La marquesa frunció el ceño inmediatamente y preguntó con una sonrisa.
— ¿Quieres que tu padre baile contigo? ¿Te vas a llevar a mi pareja?
— Oh bueno... también está Nissos.
Nissos tosió.
Selia no podía decir que pudiera bailar con Cassius. Porque su cuerpo comenzó a temblar justo cuando él se acercó y se paró cerca de ella. Además, si ella mencionara a Cassius, su prometida probablemente volvería a decir algo al respecto.
— Es demasiado viejo... bailar con él te hará parecer una niña. Es bueno que el marqués de Haneton esté aquí. ¿Por qué no bailas con él?
¿Con Kalis?
Esta fue otra recomendación completamente inesperada.
— Está bien. Tengo a Sir Alliot.
— ¿Es el Caballero Comandante de Berg?
— Sí.
Alliot no estaría mal. Como Caballero Comandante de Berg, no era inferior a ninguna dama. También era alto y guapo. A Selia le preocupaba que no trajera ningún traje para el baile.
Voy a preguntarle al viejo mayordomo. Si no proporciona ropa, voy a volar el Castillo Kellyden.
¿Está bien tratar a la gente así? Es triste que incluso seamos familia. Si Lesche no dejara que Alliot viniera conmigo, podría tener que estar junto a la pared hasta el final del baile.
El Marqués parecía no tener nada más que decir. Él dudó.
— Pero hoy eres la invitada de más alto rango aquí. No me siento bien por eso. ¿Por qué no vas con el marqués Hanetone?
