Capítulo 26

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Juraría que podría quedarse ahí toda la vida, sintiendo pacíficamente las delicadas caricias furtivas que recibía en su rostro. Esos dedos delgados, largos y suaves que solo podían pertenecer al castaño a su lado, le recorrían la piel con tanta gentileza como si estuvieran tocando a la porcelana misma; demasiado asustado de quebrarla.

El alba fue su peor enemiga ese día. Le hizo despertar tan pronto como los primeros rayos de luz se aparecieron para iluminar el cerúleo firmamento, y darle inició a las rutinarias vidas de los humanos en la tierra. Algo demasiado mundano para él en ese momento, uno en donde lo único que quería era disfrutar más tiempo unido a ese cuerpo tibio enredado al suyo.

Jungkook fingía dormir, guerreando con la vida para extender un poco más el tiempo junto a ese precioso ser a quién le había hecho el amor una noche antes y cuya atención era totalmente suya en ese instante. Estaba feliz así, solo así; con los ojos cerrados, percibiendo en su piel cada toque diminuto que Taehyung le dedicaba.

Sintió el primer roce en el borde de su ceja derecha. Percibió el cosquilleo en su estómago pero simplemente decidió ignorarlo por ahora. Quería sentir más a su esposo tocarlo, recorrerlo con la mirada y... Qué importaba el mundo, si Taehyung quería dedicarse esa mañana a contar cada una de sus pestañas, Jungkook lo esperaría con las más dedicada paciencia.

Todo era tan delicado y suave; un trato que solo Taehyung podía hacer. Y si algo había aprendido sobre él en esas casi tres semanas a su lado, era claramente eso. Taehyung todo lo hacía tan cariñosamente, tan amorosamente que bien podría ir por la vida sustituyendo a un ángel y nadie lo reprocharía. Porque era justo eso... Un precioso ángel. Su precioso ángel.

Taehyung dibujó figuras invisibles en todo su rostro mientras recorría cada rincón de éste con sus dedos. Jungkook sintió su piel fría a comparación de la suya, causándole otro cosquilleo que casi lo hizo abrir los ojos, pero lo contuvo. Seguramente la diferencia de temperatura se debía a que otoño estaba próximo a llegar, solo en un par de días. Agosto se despedía, alejando el intenso calor de las calles y trayendo consigo vientos más frescos y menos bochornosos para todos.

El castaño delineó con sus dedos su mandíbula, su nariz, el contorno de sus ojos y terminó acariciando con el pulgar su labio inferior. El corazón de Jungkook casi a punto de explotar. ¿Cómo lo hacía? Ni siquiera estaba mirándolo, besándolo u otro verbo similar pero ya se sentía tan perdido, tan fuera de sí. Su esposo sólo estaba tocando delicadamente su piel; un gesto tan simple, tan elemental en una pareja y el azabache no podía evitar parecer un chiquillo bobo con una oscilación de emociones escondidas en ese rostro sosegado. Loco de amor, en resumen.

— ¿Vas a darmelo tú, o lo hago yo? — habló el castaño con voz dulce de repente.

Vamos... Que a Taehyung nunca se le podía engañar. Menos Jungkook. Su cuerpo siempre terminaba delatándolo. Su traicionero corazón le había jugado chueco. Y ni cómo decir que no, con esas desenfrenadas palpitaciones en su pecho, su músculo cardíaco atentaba con hacerle saber a medio mundo lo malditamente enamorado que estaba del castaño coqueto que continuaba pellizcando su labio inferior con dulzura y un deje de insinuación.

Jungkook abrió los ojos, enfocando su vista borrosa hasta que estuvo plenamente embobado de nuevo con esos fanales marrones, con un brillo singular. La mirada de Taehyung era juguetona, concentrado en unos labios prominentes y suaves que se mantenía acariciando, pero sin dejar de verse en ningún momento tan dulce como un delicioso y exquisito bombón.

— ¿De qué estamos hablando exactamente? — el azabache frunció el ceño. Un ápice de jugueteo también formándose en él cuando de su relación con Taehyung se trataba.

Blue & Grey ⚘ | KookTae |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora