CAPITULO 20

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FINAL

Adela

Han pasado 5 días, días en los que no he probado alimento, ni tampoco me he parado de la cama, ya ni siquiera me salen más lágrimas de mis ojos, alguien toca la puerta y entra.

- Hija, hoy por favor podrías al menos desayunar – mi padre los últimos días no ha hecho nada más que tratar de que coma.

- No tengo hambre, pero gracias –

- Como no vas a tener hambre si en días no has comido nada –

- De verdad no quiero comer nada –

- Está bien, mando a decir tu mama que tu vuelo sale mañana a las 12, por ende, ve haciendo tus maletas – cierra la puerta y me levanto de la cama.

Saco una maleta negra y voy metiendo de a poco toda mi ropa, lleno una y saco otra, finalmente la tercera es para mis zapatos, los únicos objetos que no están rotos son mis cuadernos de diseño y mi portátil, los guardo y ya está, tenía más ropa de lo que pensé, me llevo casi todo el día, esta anocheciendo y me siento en la ventana, a observar el cielo, tocan nuevamente la puerta e imagino quien es.

- Hola hija – trae una bandeja en sus manos con la cena.

- Hola, tampoco voy a cenar, por favor no insistas – deja la bandeja en la mesa del escritorio y acerca una silla para quedar en frente de mí.

- Ese hombre vale tanto la pena para que ni siquiera comas, así no me creas te conozco, se como te pones cuando tienes hambre, porque hacerte daño por un hombre tan insignificante, no te logro entender -

- No entiendes porque no quieres no porque no puedas, el dejar de comer no soluciona nada, pero la soledad y tristeza que siento en el pecho es tan grande que no me da hambre, el no es insignificante, el vino a quitarme la soledad que siempre había sentido y ahora ustedes me quitan eso -

- ¿De verdad lo amas? -

- No se si lo amo, pero sí sé que lo quiero mucho, que nunca había sido tan feliz como cuando estaba con el –

- Te enamoraste -

- Eso creo -

- Cometí errores sabes, se que no fui un buen padre y que no podre de volver el tiempo para darte la atención y amor que alguna vez necesitaste, con las decisiones que tomo tu mama no puedo hacer nada, ni siquiera nos llevamos bien, simplemente seguimos casados por conveniencia -

- Te entiendo y gracias por escucharme, por ahora voy a dormir -

- Descansa – se va a la puerta – te dejo la bandeja por si te animas a comer -

- Gracias -

- Hija, todavía puedo ser un buen padre, no el mejor, pero al menos uno aceptable, nos vemos mañana – cierra la puerta y no puedo creer nada de lo que me acaba de decir.

...

Abro los ojos ya esta claro, finalmente llego el día, hoy tendré que dejar todo atrás, tocan la puerta y pasa mi papa por la puerta.

- Buenos días, hoy no voy aceptar un no como respuesta, tienes un vuelo y no puedes irte con el estómago vacío -

- Esta bien, me comeré el desayuno -

- Ya se bajaron las maletas y las compras que hiciste por línea ya llegaron y están empacadas -

- Gracias, pero pensé que mi mama -

- Tu mama no es la única que tiene voz en esta casa y apúrate porque se te va hacer tarde -

- ¿Tú me vas a llevar al aeropuerto? -

- No, vendrán a recogerte -

Me baño y me visto, me hago una cola de caballo y ya, me veo en el espejo y me refleja una imagen mía que nunca había visto, estoy pálida, y en mis ojos se ve tanta tristeza, bajo las escaleras y veo mis tres maletas junta a la puerta.

- Que tengas buen viaje – me da una caja de regalo – llámame a penas puedas – me da un abrazo el cual correspondo y me dice al oído – por favor sube al avión y acuérdate del contrato si tu incumples ella incumple, lo saben los dos, el contrato corre a penas te subas al avión, por favor obedéceme -

- No te entiendo -

- Pronto lo harás, solo obedéceme ¿sí? -

- Está bien -

- Te quiero hija -

- Y yo a ti -

Salgo de la casa aún más confundida, no sé porque decirme eso, ya lo sabía, pero porque justo cuando me voy a ir, unas personas del servicio me ayudan a subir las maletas a la camioneta, me subo y el chofer arranca.

- Antes te solías subir adelante – que mierda, esa voz, su voz – te comieron la lengua los ratones – estoy tan impactada que ni siquiera logro que salga palabra de mi boca, frena y se voltea – princesa – no se si es verdad me da miedo tocarlo y que todo sea un sueño.

- ¿Esto es verdad? ¿De verdad estas aquí? -

- Si – toma mi rostro en sus manos y me besa.

- Si es verdad – se ríe - pero ¿cómo? -

- Tu papa, anoche me llamo, me dijo que te llevara hoy al aeropuerto, me puso la condición que te tenias que subir a ese avión además que tienes un compromiso de incomunicación conmigo por 5 años -

- Ya lo entendí – me paso para la parte de adelante y seguimos de camino al aeropuerto, el tiempo se me hizo tan rápido, llegamos y me ayuda a bajar las maletas, nos adentramos al aeropuerto, miles de personas yendo y viniendo de un lugar a otro.

- ¿A qué hora sale tu vuelo? -

- 15 minutos -

- Pocos minutos -

- Si – me toma la mano y nos quedamos en silencio por un rato.

- No sé qué va a pasar de aquí en adelante, pero te deseo muchísima suerte, espero que puedas lograr todos tus sueños y ojalá seas feliz siempre – me abraza y no puedo evitar llorar.

- Yo también espero que te vaya muy bien en todo – escuchamos el anuncio pidiendo abordaje al vuelo de Paris – tengo que abordar -

- Te quiero mucho mi princesa -

- Y yo a ti – nos damos un beso y un abrazo, hago la fila y me adentro en el avión.

No puedo creer que hoy este en un avión a punto de cambiar absolutamente todo lo que conozco, llegar a otro país, a otra ciudad donde no conozco a nadie ni nada, solo sé que una tutora me va a recibir, tendré que empezar de cero, me da miedo, pero nada es imposible, no se cuanto me va afectar la ausencia de él, solo me preocupa que sea demasiado para mí; son 8 horas seguidas de vuelo, y sinceramente solo quiero dormir durante esas horas, me tomo una pastilla tranquilizante y caigo en un profundo sueño, esta vez en los brazos de Morfeo, ya no estoy en los brazos de él, y tal vez nunca más. El fue ese hombre que me enseño lo que era el verdadero placer, me enseño a ser feliz, su cuerpo se convirtió en mi necesidad.

TU CUERPO, MI NECESIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora