𝟎𝟖: 𝐋𝐞𝐠𝐢ó𝐧 𝐝𝐞 𝐫𝐞𝐜𝐨𝐧𝐨𝐜𝐢𝐦𝐢𝐞𝐧𝐭𝐨.

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       LA MUERTE REPENTINA HEREDA mucha responsabilidad a quienes se mantienen leales; pero Hange no estaba lista, aún a estas alturas, para lidiar con lo que ser comandante de la legión implicaba. Demasiadas reuniones, demasiados problemas, demasiadas quejas... la tenían a un suspiro de reventar. Simplemente no concebía como Erwin fue capaz de lidiar con todo y aún así mantener la cordura.

Su alivio venía en los momentos de distracción con sus camaradas. Esos niñatos a los que les llevaba más de diez años de diferencia, pero con los que podía conversar confiadamente, pues la mayoría del tiempo gozaba de ser inmadura.

Y justo cuando dobló en la esquina del ala este del cuartel, se le presentó una oportunidad perfecta para importunar a su capitán favorito; solo una reunión más y personalmente le mandaría hablar para molestarlo.

Por su parte, el azabache salió del laboratorio sintiendo algo extraño revolverse en su interior. Culpó a Sasha por la insistencia de cocinar solo como pretexto para robar raciones mientras lo hacía. Si de ello derivaba una infección, la castigaría con mano dura...
Se negaba a creer que fuera producto de algo más.

Ni siquiera abordaba por su mente la posibilidad de que alguien pudiera hacerle sentir algo después de quedar hastiado de eso, de sentimientos. Para el capitán las relaciones sentimentales no parecían valer la pena. Podrías tener lo que una pareja te puede ofrecer en un verdadero amigo: charlas, compañía, incluso bromas. Tener alguien a tu lado, pensaba él, implicaría compartir saliva, gérmenes e incluso fluidos corporales, y eso es inaceptable.

Contrario a ello, la de ojos grises aún trataba de  controlar los espasmos que su cuerpo comenzaba a tener producto de la reacción nerviosa a la cercanía del azabache.
La reacción de su cuerpo era primeriza, la cercanía de un hombre jamás le había provocado tal respuesta. Zeke siempre estuvo a su lado, incluso llegó a abrazarla y besarla en la mejilla, pero jamás su cuerpo tuvo ese magnetismo hacia él.

Sacudió su cabeza ahuyentando los ridículos pensamientos de que aquello hubiera sido intencional. Para ella no había nada más importante en estos momentos, y eso era encontrar respuestas a las preguntas que siempre habían rondado por su cabeza.

Comenzaba a olvidarse de Marley, por que, ¿quién querría recordar aquel lugar donde sufrió tanto?

Lo único que extrañaba era la peculiar compañía de su madre, y las visitas nocturnas al jardín trasero donde descansaban los restos de su padre.

No podría decir que llevaba una relación estrecha con su madre, pues siempre sintió como si una barrera invisible evitara apegarse a ella como una conexión natural lo desearía; sin embargo, con su padre era todo lo contrario.

Su muerte la dejó desolada, al punto de creer imposible seguir adelante sin él. Y aún más tortuoso era tratar de concebir la razón por la cual el universo se lo arrebató a tan temprana edad. Ella no comprendía nada, y mamá solo dijo que había sido causa de una grave enfermedad.

Y le dolía estar tan separada de ellos, pero calaba más en su espíritu liberal, el ver como su gente, su raza seguía siendo oprimida. Le llenaba de impotencia imaginar que solo un verdadero milagro les libraría del yugo de los de Marley.

Por eso se propuso ser de utilidad. En cualquier rincón del mundo, mientras tuviera acceso a su campo, ella pensaría día y noche sin descanso, en traer paz a su estirpe.

Si bien trataba de atar todos los cabos, inevitablemente seguían quedando muchos sueltos.

Zeke la trajo aquí como un plan secundario, dado que su motivo principal era Eren. Pero desde que lo vió por última vez, nadie más ha vuelto a escuchar del titán bestia, y ella no sabía si alegrarse o preocuparse.
La comandante había ordenado a su gente de confianza mantener a Eren bajo la mira, por si las dudas. Lo protegerían de Zeke para evitar cualquier desgracia, y hasta el momento, lo habían hecho exitosamente.

 𝙋𝘼𝙍𝘼𝘿𝙄𝙎𝙀  ▬▬  𝘓𝘦𝘷𝘪 𝘈𝘤𝘬𝘦𝘳𝘮𝘢𝘯.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora