𝙋𝘼𝙍𝘼𝘿𝙄𝙎𝙀 ▬▬ 𝘓𝘦𝘷𝘪 𝘈𝘤𝘬𝘦𝘳𝘮𝘢𝘯.

𝟏𝟖: 𝐑𝐞𝐜𝐮𝐞𝐫𝐝𝐨𝐬.

EL PRINCIPAL TEMOR DE MAERION jugaba con su paz y estabilidad mental. Cada vez se volvía más difícil ignorar la insistente presencia que parecia perseguirle a todos lados. Después de haber recibido la última carta, Zeke advirtió que se tomaría un descanso de enviar más mensajes pues la situación en Marley comenzaba a tensarse conforme pasaban los días. Maerion estaba advertida por él y por Eren de que algo grande se aproximaba y debía tener mayor precaución con las cartas, si era posible desaparecerlas mejor.

Pero la presencia misteriosa que la acosaba incluso en sueños no le dejaba pensar con claridad. Así que por el momento lo único de lo que se creía capaz de hacer, era ignorar todo aquello que le agobiaba.

Habían pasado un par de días después del altercado en las calles del distrito. La herida comenzaba a sanar de a poco, pero los esfuerzos físicos aún estaban limitados. Levi estuvo con Maerion algunas horas de ese mismo día, pero sus deberes como capitán lo obligaron a retirarse.
El estrés de los sucesos de hace algunas noches parecía tener más peso del que la de cenizas hebras quisiera admitir. Sabía que no debería sentirse culpable pues fue un instinto que brotó desde lo más profundo de su ser, algo que simplemente fue inevitable; pero aún así no lograba concretar tranquilidad en su mente. En general este no era un buen momento en su vida, y su único consuelo y distracción siempre estaba escondido detrás de una pila de papeles y corriendo detrás de los nuevos reclutas, preparándolos para el futuro de la legión, cualquiera que éste fuese.

Por ello se encontraba dispuesta a lograr robarse un poco al responsable capitán de sus tareas y llevarlo a un lugar que recién había descubierto en este tiempo que debió haber reposado, pero que su inquieta mente no le permitió, llevándola a explorar cada rincón del cuartel en donde se encontraba.

Con pasos cuidadosos, llegó hasta la impecable puerta del despacho de Levi, tocando tres veces con los nudillos, esperando escuchar la áspera voz del capitán del otro lado de la habitación.

—Adelante — Obedeciendo a las palabras del pelinegro, Maerion abrió la puerta con cautela, para adentrarse al despacho. Se encontró a Levi sentándose de golpe en el sillón de cuero opuesto a donde su escritorio vacío se posicionaba — ¿Maerion, qué haces aquí? — cuestionó con la sorpresa enmarcándole el rostro y sus afiladas facciones.

— También es un gusto verlo, capitán. — replicó con sorna mientras una sonrisa involuntaria se posaba sobre sus labios. Era el efecto recurrente que el capitán provocaba últimamente en la chica.

— Quiero decir que deberías estar descansando aún. ¿Te sientes bien? ¿Has estado tomando tus medicamentos? — sus oscuros orbes se llenaron de preocupación, lo que provocó que Maerion, quien hasta ese momento se encontraba de pie a un lado de Levi, se sentará en el espacio libre a su lado, interrumpiendo el rumbo de sus palabras al aprisionar su mano derecha entre las suyas.

—Estoy bien, Levi. Mucho mejor ahora que puedo verte sin ningún papel en tus manos. ¿Te desperté? — respondió mientras sus pulgares brindaban suaves caricias a la mano cálida del capitán, que seguía reposando en el regazo de la de brillantes ojos.

—No, al fin logré quitarme a Hange del trasero y terminé de llenar los formularios de hoy. Estaba recostado antes de que llegarás, lo siento si mi uniforme se arrugó un poco. — replicó con un deje de inocencia. Maerion aún no comprendía el por qué de muchas cosas de Levi: su obsesión por la limpieza y el orden, cómo es que le agradaba tanto el fuerte sabor del té negro, y por qué siempre sus ojos parecían brillar cuando ella entraba a la habitación. La respuesta del azabache le provocó calidez en el pecho, le hizo imaginarse si de niño era igual de considerado y cuidadoso con sus cosas, y si su madre se sentía orgullosa de haber criado a un hombre como él.