𝟏𝟓: 𝐄𝐩𝐢𝐟𝐚𝐧í𝐚.

767 107 11
                                    













Maerion.

Era viernes por la tarde, justo en el día y hora aproximada que indicaba en la primera carta que llegó a mí por parte de Zeke.

Trataba de pasar desapercibida en aquella banca de madera maltratada por el sol y la lluvia, alejada del resto del cuartel.
Pero parecía que el sol terminaría por ocultarse en cualquier momento y no había rastro de ningún mensajero.
Desde hace más de media hora esperaba aquí, inspeccionando a cada persona que se atrevía a pisar los alrededores del edificio, pero nadie se dignaba a mirar en mi dirección.

No sabía si sentirme patética por estar esperando esa carta, o si estaba al borde de la locura, si de alguien surgía la ligera sospecha del por qué me encontraba aquí.

Justo había terminado el último entrenamiento del día, y el cuartel estaba más silencioso que de costumbre.
Era la noche en la que todos podían ir a casa a pasar el fin de semana o visitar a su familia.

Todos parecían tener un plan, menos yo.

Las horas gastadas en el laboratorio parecían no tener ningún fruto. La investigación era una vuelta en espiral, entre más hondo parecía llegar, me daba cuenta que solo estaba rascando la superficie. Parecía tenerlo todo y nada a la vez, y no había otra cosa que me frustrara más que la incompetencia.
Había terminado por echar a perder las muestras de la sangre Ackerman, que el capitán me había proporcionado, y solo pasaba el tiempo planteando tontas e inútiles teorías.

Pero no podía negar que mucha de mi incapacidad de avanzar, se debía a que mi cerebro se remontaba a aquella noche en la cual Levi me besó. Juraba que aún tenía tatuada la sensación de sus labios sobre los míos, y el sonido que emitían al estrecharse entre ellos.

Mi nerviosismo fue lo suficientemente grande para evitarlo a toda costa. En los entrenamientos rehuía de su mirada como si mi vida dependiera de ello. Hacía un esfuerzo sobrehumano por no equivocarme en ninguno de los ejercicios y no llamar su atención por ser torpe e improductiva. Tanto fue mi éxito que hasta el día de hoy, el contacto con el
capitán había sido mínimo. Pero aún seguía sorprendiéndome a mi misma sonriendo al recordar que Levi me había besado...

—¿Qué haces aquí? —sentí como la sangre se fue de golpe a mis pies, y mi corazón comenzaba a latir protestando por la falta de líquido vital para bombear. Su voz resonó suave y bonancible, apaciguándose entre los árboles en derredor.

—Y-yo, eh—tragué salvia mientras me ponía de pie, evitando su mirada— quería descansar un poco antes de volver a entrar al cuartel. Si me disculpa tengo que regresar.— dije con apuro, mientras con una solícita reverencia, pretendía retomar el camino contrario a él.

—Espera —escuché su voz con claridad, pero imponente—. Debemos hablar.

—¿Hablar? ¿Hablar de qué? No hay nada que hablar, estoy muy cansada y— su tacto provocó un cortocircuito entre mi voz y mi boca, por lo que el balbuceo cesó al tiempo en el que volvía a sentir la calidez de sus ojos sobre los míos.

—Siéntate —no pude objetar, pareció subyugarme con el solo aliento de su boca, y volví a tomar asiento donde hace unos segundos atrás me encontraba. Él tomó asiento a mi lado, despejándome de su agarre que parecía atraer efectos nocivos a mi salud mental —Me has estado evitando. — una mueca se posó sobre su rostro, siendo imposible de ignorar. Mi nerviosismo afloró y no soporté un segundo más aquella mirada que me dejaba en evidencia.

—Sí. Te he estado evitando. —confesé.

—¿Porque te besé? —instintivamente apreté los ojos tratando de reprimir la sensación de mil mariposas en el estómago producto de sus palabras sin cuidado.

 𝙋𝘼𝙍𝘼𝘿𝙄𝙎𝙀  ▬▬  𝘓𝘦𝘷𝘪 𝘈𝘤𝘬𝘦𝘳𝘮𝘢𝘯.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora