𝙋𝘼𝙍𝘼𝘿𝙄𝙎𝙀 ▬▬ 𝘓𝘦𝘷𝘪 𝘈𝘤𝘬𝘦𝘳𝘮𝘢𝘯.

𝟏𝟔: 𝐂𝐨𝐧𝐭𝐫𝐚𝐭𝐢𝐞𝐦𝐩𝐨.

LAS CONSECUENCIAS DE LA DESAPARICIÓN de una persona con un tesoro tan importante corriendo por sus sangre fueron completamente perjudiciales para Marley. Las noticias del inicio de una guerra se esparcieron por todas las naciones como pólvora, y aún con lo que implicaba que Eren, el portador del Titán Fundador, estuviese bajo la penumbra, sus cartas constantemente aparecían como por arte de magia en la habitación de Maerion.

Los entrenamientos se intensificaron, el reclutamiento de nuevos integrantes de la legión de reconocimiento fue exponencialmente multiplicado. Las personas habían ganado esperanza; su mente se había reforzado y muy poco quedaba de aquellos habitantes atemorizados por los titanes que los mantuvieron detrás de tres murallas por siglos.

El trabajo de la forastera, como muchos integrantes de la legión solían llamarla, arreció, pues poco de su tiempo quedaba libre para continuar con alguna investigación propia, ocupada al mando de la comandante, tratando de concluir algunas de sus viejas investigaciones, pero sobre todo, armando estrategias por si algo de aquella guerra pudiera minarse en la isla.

En cuanto a su relación con el capitán, si es que así había de definírsele, sus encuentros no pasaban de ser fugaces, intercambiando miradas cómplices entre reuniones y roces de manos por debajo de la mesa. Pocas veces habían tenido la oportunidad de volver a encontrarse a solas como aquella vez, mientras Maerion esperaba la llegada de la carta proveniente de Marley.

Y no es que lo evitara, contrario a ello, la de hebras cenizas añoraba la compañía de Levi, así como sus conversaciones donde se decían todo y nada a la vez, pero cada vez que el tema de la legión se colaba en la conversación, Maerion no podía evitar incomodarse. Era consciente de que les estaba ocultando información que podría perjudicar a todos a su alrededor, pero cada que ese fatídico pensamiento inundaba su mente, lo sumergía en el fondo de su conciencia, donde sus estrictas acusaciones no pudieran hacer nada más que arañar el vacío de los pensamientos que la hacían sentir culpable.

Eres egoísta, muchacha.

Le acusaba la voz dentro de su cabeza.

Sus noches seguían llenas de dudas y desesperanza, sentía que estaba traicionando la confianza de aquellos que la rescataron ya hace meses atrás.
Mirando por la ventana, como cada noche antes de dormir, recordaba sus días en Marley, y cómo años atrás y desde su niñez, las personas que quería seguían huyendo de ella. Rememoraba aquella vez que prometió estaría satisfecha con la soledad que la rodeaba, y que por mucho que quisiera, jamás se alejaría de ella.

Tuvo que encontrar la forma de seguir con su vida, acostumbrada a que su sombra fuera la única a su lado, recordando mostrar su cara de aceptación, aunque dentro de ella, repugnaba su soledad. No podía hacer la paz con aquello.

La melancolía que le provocaban los recuerdos de su pasado le provocaba pesadumbre en sus ojos, sólo así parecía poder conciliar el sueño por algunas horas.

Aquel día era el fin de un arduo mes de trabajo, tendrían el privilegio de ser libres de sus deberes a la hora de la comida. Podrían disfrutar de una siesta, salir a pasear por el distrito, o simplemente convivir con sus amigos.

Maerion hablaba constantemente de lo emocionante que sería ir a conocer el resto del distrito, ya que no había tenido oportunidad de hacerlo desde que llegó, hace más de seis meses.
Muchas veces se preguntaba si Levi en verdad la escuchaba cuando tenía aquellos episodios de verborrea, parecía fastidiado, pero comenzaba a encontrar los pequeños detalles que delataban que en realidad sí le prestaba atención.

Claro, no era un romántico empedernido que desborda palabras de amor fluidamente; encontraba dificultad en expresar sentimientos, pensamientos o deseos, pero su mirada sí que hablaba por él.