𝟎𝟔: 𝐀𝐥𝐢𝐚𝐝𝐨𝐬.

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EL ESFUERZO FÍSICO ERA SU NEMESIS. Jamás le llamó la atención correr por las calles y brincar la cuerda; su naturaleza introvertida le hacía adorar las lineas llenas de información de los libros de su padre y el peculiar olor de aquel papel amarillento.

Jamás se imaginó lo difícil y complicado que sería correr mil metros, mucho menos con un equipo que pesaba más de diez kilos, pero allí estaba, luchando por que sus rodillas no flaquearan y su vista no se volviera a nublar.

Protestó en su fuero interno cuando Hange Zoë reafirmó la orden que el capitán Levi ya le había dado: debía entrenar con los demás soldados.
No por que fuera a salir a alguna expedición o estuviera en peligro, sino por que es un requisito vital para formar parte de la legión.

El sudor recorría su espalda, pegando su blusa blanca a su piel, cosa que le disgustaba. Apenas llevaba dos vueltas y su cuerpo se sentía agotado, pero sabía que debía continuar si no quería volver a pasar una tarde entera limpiando la misma habitación.

—¡Andando, que no tenemos todo el día! —sabía que ese grito provenía del estricto capitán, y sabía que lo decía por ella. Rodó los ojos e inspiró más aire a sus pulmones, ajustando el agarre de las correas que cruzaban por debajo de sus pechos y brazos.

Solo Armin y Connie seguían corriendo, pero pronto la dejaron atrás, siendo Maerion la única que faltaba en correr el kilómetro de calentamiento que el capitán había indicado. Bebían agua, secaban su sudor con toallas frescas y descansaban bajo la sombra de los árboles.

Maerion frunció su ceño.

Sentía como si un líquido avanzara por su nariz. Le dió vergüenza pensar que su nariz escurría producto de la agitación, pero cometió el error de llevar su mano a ella y ver el contenido en su dedo: estaba sangrando.

Paró de golpe y miró a sus lados. De repente todo le dió vueltas y los bordes de su mirada comenzaron a oscurecerse.
Hizo el ademán de sostenerse de algo, sin embargo no había nada cerca de ella en metros, y sin más, cayó desmayada al suelo.

Los gestos de sorpresa llenaron el patio, y una risa burlona resonó a la lejanía. Sasha fue la primera en llegar a su auxilio; colocando sus piernas debajo de la cabeza de Maerion y soplando aire a su frente.

—Es increíble. Sigo cuestionando cómo sobrevivió sola aquel día. —expresó Connie burlonamente.

—A un lado —el esbelto cuerpo de Connie viajó de golpe hacia el suelo, producto de la fuerza que el capitán imprimió para moverlo del sitio donde se encontraba de pie. Se puso de cuclillas frente a la chica sin conocimiento y negó con la cabeza. —Jean, te quedas a cargo del entrenamiento, regreso en diez minutos. —sin mayor apuro, tomó a la chica entre sus brazos, elevándola del suelo con suma facilidad.








       —Eres demasiado torpe, Mae. —se burló Zeke luego de que Maerion tropezara con una piedra.

      —Cierra la boca tonto. Solo por que estés a nada de conseguir el titán bestia, no te da el derecho a tratarme como a una hermana menor.

      —Pero eso eres, la torpe hermana que lleva siendo un dolor en el trasero desde hace muchos años. —ambos rieron pues su relación tendía siempre a ser igual. Discutir, pelear, unos cuantos golpes débiles por parte de Maerion, y risas. Muchas risas. Pero ella notó en los ojos grises de Zeke algo escondido más allá de la felicidad: Dolor.

      —Hablando de eso... ¿cómo sigue Tom?

      —Empeorando. No falta mucho para que se cumplan los trece años.

 𝙋𝘼𝙍𝘼𝘿𝙄𝙎𝙀  ▬▬  𝘓𝘦𝘷𝘪 𝘈𝘤𝘬𝘦𝘳𝘮𝘢𝘯.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora