Given (Enhypen) I

Capítulo 17

Jay salió de su habitación en medio de la oscuridad y caminó hacia la habitación de su hermano en la cual entró, se acercó a la cama con la intensión de despertar a los dos chicos pero al darse cuenta de que ambos dormían pacíficamente abrazados el uno al otro sonrió pero también se sorprendió ya que Sunghoon jamás permitía que Jake lo tocara o si quiera lo abrazara. 

"Es hora" susurró mientras que movía ligeramente a los dos. 

"Mmmh, sólo un poco más" su hermano balbuceó mientras que ocultaba su rostro en el hueco del cuello del pelinegro. Sunghoon también reprochó y apretó su agarre a la cintura del castaño.

"Levántense par de aves del amor o juro que los tiraré del colchón" ya cansado de que el par no le hiciera caso los sentenció, esto último logró levantarlos más rápido que un rayo. 

"No era necesario levantarnos así" dijo Jake con un puchero en sus labios, esto hizo que Sunghoon sonriera tontamente. 

"Dense prisa, antes de que alguien nos descubra" susurró el rubio en el umbral de la puerta. 

"Ya ya, vamos" Sunghoon tomó de la muñeca a Jake y jaló de él hasta que salieron de la habitación.

"Iremos al pueblo, a la panadería y escogeremos el pastel para Heeseung, mañana antes de que despierte lo compraremos y otras cosas; pero debemos hacerlo rápido" ambos chicos asintieron con la cabeza antes de saltar por la ventana hacia el exterior. "No se separen" dijo en el momento que comenzaron a correr entre la arena. 

El trío tardó 10 minutos para atravesar todo el desierto y adentrarse al bosque, la luna no brillaba esa noche así que solo podían confiar en sus desarrollados sentidos para guiarse entre la oscuridad.

"Hay alguien aquí, ocultense" Sunghoon escuchó las pisadas de una persona cerca de donde estaban así que avisó a los hermanos, los tres se detuvieron de golpe y saltaron a los árboles vecinos para ocultarse. El pelinegro puso su dedo derecho índice sobre sus labios en señal de que no hicieran ruido, las pisadas se acercaban cada vez más; el sonido de las hojas secas crujir se escuchaba cada vez más cerca, segundos después una sombra apareció debajo de ellos, esta daba vueltas repetidas veces y parecía que sostenía algo en sus manos.

"Tiene un arma" Jake entró en pánico y miró a Sunghoon completamente aterrado.

"Hey, Jake, tranquilo no pasará nada; solo no hagas ruido" intentó calmarlo el menor. Jay observaba la escena y decidió alejar a la persona antes de que su hermano tuviera un ataque de pánico, pasó sus ojos por todo el árbol hasta que encontró una rama que estaba desprendida del resto, la tomó y lanzó lo más lejos que pudo; en el momento que esta cayó al suelo la sombra corrió directamente en dirección al sonido perdiéndose entre los árboles.

"Vámonos antes de que regrese" Jay fue el primero en salir corriendo, aunque no lo hizo en el suelo si no que saltó de rama en rama, Sunghoon y Jake lo siguieron de la misma manera logrando alejarse de la persona y ponerse a salvo.

En el castillo Sunoo y Niki dormían pacíficamente pero el menor al tener la cabeza enterrada en el abdomen del chico de ojos afilados despertó y cambió las posiciones, esta vez Sunoo estaba de espaldas y Niki lo abrazó por la cintura para pegarlo a su cuerpo. El mayor suspiró y se removió en su lugar mientras murmuraba levemente. 

"Sshh, aquí estoy" susurró el rubio suavemente en la oreja contraria para calmar al albino, lo cual funcionó a la perfección. 

En la habitación del mayor, Heeseung no podía conciliar el sueño, su mente no dejaba de pensar en Geonu, imaginaba cómo sería tenerlo entre sus brazos, poder oler su perfume, sentir su pequeño cuerpo junto al suyo, poder verlo sonreír y escuchar su voz. Añoraba el día en el que pudiera siquiera tocarlo pero era tan incierto si alguna vez podrían encontrarse que sus ojos se llenaban de lágrimas. Sus sentimientos eran tan sinceros que podía notarse a leguas; para Heeseung era como vivir un cuento de hadas… de esos que no terminan con un final feliz si no que con un corazón roto, tenía miedo de salir lastimado o de lastimar a Geonu pero lo que más lo aterraba era el hecho de jamás ver al chico de ojos grises de nuevo.