Ya no sé qué hacer.

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Estaba en shock. Koenning me aterraba. De verdad lo hacía. Todos los chicos provenientes de la choza me aterraban, sus cambios de humor eran lo peor que había experimentado en mi corta existencia, de alguna manera sabía cómo actuar frente a Josehp o mi hermano, pero, Koenning era inmanejable era imposible saber lo que pasaba por su cabeza y este beso me daba mucho miedo, no sabía su significado. Mis pensamientos no se detenían, intentaba encontrarle alguna razón a su beso, pero de verdad no podía.
Pasaron minutos, de verdad, minutos en los que Koenning me besaba hasta quedarse sin aliento, me miraba a los ojos con un brillo desconocido y volvía a besarme y... así una y otra vez hasta que tuve el valor de taparme la boca con ambas manos.
Inmediatamente su misteriosa mirada cambió a una de histeria. Probablemente Koenning ni siquiera se había percatado de su reciente desenfreno.
Se mostró nervioso, comenzó a temblar y luego varias lágrimas comenzaron a caer sobre mi rostro. Abrí los ojos completamente impresionado de lo que estaba frente a mí.

- Tú, ¿por qué? ¡Maldita sea!-agarró sus cabellos con fuerza, como si quisiera arrancarlos- ¿Por... qué? -su voz era casi inaudible-. Ya no sé qué hacer.

Eso último parecía decírselo a sí mismo y luego de pronunciar esas palabras su mirada se apagó, perdió todo brillo y Koenning parecía estar en otro lugar -cosa que le pasaba frecuentemente a Joseph-.

Por mi parte, no quería moverme. Casi quería aguantar la respiración, sentía que ante cualquier movimiento que hiciera Koenning se pondría incontrolable de nuevo.
Pasó un rato donde yo simplemente veía la mirada perdida de Koenning, y Koenning repetía cosas que no era capaz de entender, hablaba de manera muy apresurada, conforme su voz se apagaba sus lágrimas se sacaban y entonces se giró a verme, su mirada ya no estaba perdida, pero me miraba con algo que supuse era melancolía.
De inmediato se puso de pie, me dio una última mirada y luego se hecho a correr.

Me incorporé despacio. Me sentía aturdido, sentía que no podía moverme y que tampoco podía despejar mi mente, lo único en lo que podía pensar era en aquel hombre que se había comportado de una manera muy inusual. Aún seguía en shock, me seguía sintiendo asustado y podía percibir como mi cuerpo entero temblaba de terror. Cerré los ojos con fuerza y respire profundo. Tenía que salir de ese lugar y llevarme a mi hermano y a Joseph. Tenía que ser fuerte.
Sabía que tenía que serlo, pero no podía más, me sentía en mi límite, mi cuerpo dolía, mi mente estaba nublada y mi corazón se retorcía. De verdad tenía ganas de morir. Lo deseaba con todas mis fuerzas. Y es que, ¿cómo alguien roto como yo podía siquiera pensar en salvar a alguien más? Maldición, ahora no sabía si mis ganas de llorar eran más grandes que mis ganas de reír. Esto era absurdo. Desde el principio todo fue una pérdida.

- Nunca debí conocer a Joseph.

Agarré el lado izquierdo de mi pecho y lo presione con fuerza como intentando que el dolor disminuyera con eso.
Intenté aclarar mi mente una vez más en vano. Mis pensamientos negativos no paraban de fluir y cada vez se hacían más y más oscuros. Estaba desesperado, sabía que tenía que dejar de pensar, lo sabía, pero no podía. Lo único que se me ocurrió fue agarrar un cuchillo que Koenning había dejado en el suelo y me hice un corte en la palma de mi mano izquierda. Quizás el dolor anularía mi mente.
Me quejé del dolor a gritos y aguanté la respiración durante un tiempo como si eso pudiera aliviar mi dolor, pero por supuesto, no funcionó. Por suerte mi mente se nubló como quería, pero sabía que así no era capaz de ayudar a los dos chicos que estaban tirados frente a mí.
Me deslice como pude hacía ellos y tomé el celular de Nath, presione el primer número que estaba en llamadas frecuentes. Contestaron de inmediato:

- ¿Se puede saber dónde demonios estás? -preguntó una voz furiosa.

- Iker, que bueno que eres tú -mi voz sonaba cortada- maldición, necesito que vengas por estos idiotas, ni siquiera sé si están vivos -divagué- maldición, apurate, Koenning los trajo aquí, es un lugar oscuro, como una bodega. Ustedes -perdí el aire- se supone que lo conocen.

Mis fuerzas se esfumaron y se me cayó el celular de las manos, mi cuerpo cayó al suelo, escuché de lejos los gritos de Iker, pero no fui capaz de contestarle nada más, mis ojos se cerraron y no fui pude escuchar más.

Abrí mis ojos lentamente y mientras intentaba acostumbrarme a la luz de la desconocida habitación de color mostaza escuchaba unos sollozos muy cerca de mí.
Una vez me acostumbre a la luz miré por toda la habitación y pude reconocer la silueta de Joseph que lloraba de manera disimulada, parecía un niño intentando ocultar sus lágrimas luego de haber experimentado algo muy vergonzoso. Estaba a un lado de mi cama, ocultando sus ojos con su mano izquierda. Lentamente tomé su mano derecha y la acaricie consolandolo. Ante mi toque, Joseph dio un pequeño brinco y se secó las lágrimas de manera brusca.

- Puedes seguir llorando -le dije.

Su cara se puso roja y desvió la mirada. Reí divertido.

- Así que de vez en cuando el frío Joseph puede ser adorable, ¿cierto?

El de ojos azules tosio incomodo, me miró de nuevo y puso mi mano entre las suyas. Luego se la llevó a las mejillas para luego darle un cálido beso.

- Estaba muy asustado.

Suspiré.

- No quiero que nada malo te pase -me dijo con voz suave.

Agarró mi cabello y me dio un beso en la frente.

Me reí con fuerza, casi histérico.

- ¡Aquí vamos con una nueva personalidad! ¡Maldición, nunca se acaban!

Aparte su mano de la mía con un manotazo. Estaba bien antes, me sentí bien al verlo llorar, incluso me pareció tierno, pero maldición, había un límite, de verdad lo había, no podía soportar más esta situación, estaba demasiado cansado y con las suficientes ganas de desaparecer como para que llegué el maldito Joseph con sus mil personalidades a confundirme de nuevo.

- ¿Es que acaso sus personalidades cambian cada día? ¿Será que exista el Joseph que es auténtico? ¡Oh, no! ¡Seguramente las demás personalidades lo mataron!

Estaba gritando. Estaba gritando demasiado, quería que todo el mundo me escuchara, estaba cansado de siempre ser el imbécil que es pisoteado por esos malditos chicos encantadores.

- Lo siento, de verdad lo siento.

Joseph empezó a llorar de nuevo y volvió a agarrar mi mano, volvió a besarla y volvió a mirarme.
Aparte su mano una vez más y comencé a rascarme desesperadamente en el lugar donde ese hombre había puesto sus labios, no quería nada que tuviera que ver con él. No quería que me mirara, ni que me tocara ni siquiera quería que respiraramos el mismo aire. Mi piel comenzó a ponerse muy roja hasta sangrar. El oji-azul intentó detenerme, pero le lancé una mirada furiosa y entonces Joseph se quedó frío.

- Detente -me suplicó.

🧸🧸🧸
Por fin capítulo nuevo~
Sólo quiero hacerles saber que decidí continuar la historia tal cual la había dejado. Me leí el último capitulo y me convenció xD
Aún así, me gustaría mucho cambiar la historia para mejorar un poquito la redacción (digo si es que puedo jiji) pero eso quizás lo haga hasta que termine la historia.
En fin, muchas gracias por seguir leyendo, deseo de todo corazón que disfruten leer la historia tanto como yo disfruto escribirla 💕💕

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⏰ Última actualización: Jul 08, 2021 ⏰

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Fría Perfección. (Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora