Capítulo 23

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Era una magnífica yegua la que le había concedido Galadriel, regia y orgullosa, esperaba pacientemente a que su nueva jinete se subiera

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Era una magnífica yegua la que le había concedido Galadriel, regia y orgullosa, esperaba pacientemente a que su nueva jinete se subiera. Pero el cuerpo de Silwen aún estaba demasiado tibio, empalidecido por los días que estuvo balanceándose entre la vida y la muerte. Y tras un fútil intento de montar en el caballo, unos brazos la alzaron como si su peso fuera tan solo un pétalo movido por la brisa primaveral.

Aragorn sonrío desde abajo cuando ella pudo al fin sostenerse de las riendas.

— Podría haberlo hecho sola. —bromeó contagiada por la expresión risueña de su amigo.

— Y nadie es capaz de poner eso en duda, te lo aseguro. —respondió sincero montando ágilmente a su corcel, sin dificultad alguna pues la noche en Caras Galadhon repuso la vitalidad del grupo, a excepción de la elfa, que parecía sino más fatigada. 

— Gracias. —musitó con un ligero rubor en sus mejillas, quizás aún avergonzada por la familiaridad con la que se trataban ambos, o quizás por que jamás había requerido de ayuda para subir a un caballo.

Aragorn y Silwen, junto a los gemelos, esperaron pacientemente a que Legolas y Gimli terminaran su animada conversación, que más se asemejaba a una discusión amistosa, y al fin el grupo estuvo listo para partir a la entrada de Nimrodel. 

El camino que los había llevado hasta este momento había sido largo y tortuoso, con contratiempos que pudieron o no haberse evitado. Pero el pasado ya estaba escrito y era el futuro cada vez más cercano el que los aguardaba, erizándoles los bellos de la nuca aunque ninguno quisiera admitirlo.

Antes de que el grupo partiera, esta vez con dos integrantes más aumentando sus filas, la soberana de aquellas tierras les concedió unas últimas palabras antes de verlos fundirse con el horizonte. 

Cada uno recibió un consejo, una advertencia, o un halago, menos Silwen que obtuvo un delicado beso en su mejilla junto a unas cariñosas palabras.

— Vuelve a mí cuando recuerdes. 

Fue lo único que dijo, pero alcanzó a ser suficiente para prender en el pecho de Silwen, la necesidad imperiosa de salir indemne de lo que se avecinaba. No era el presente, ni el futuro lo que agitaba cada fibra de su ser, era el pasado lo que la había guiado siempre sin ser consciente. Estaba anclada en un enigma, y nada importaba más que esclarecerlo.

 Estaba anclada en un enigma, y nada importaba más que esclarecerlo

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✓ DAMA DE PLATA ⎯⎯  ʟᴇɢᴏʟᴀꜱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora