Capítulo 30

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Silwen era consciente de que tras la puerta de su provisional alcoba en Edoras, se hallaban dos elfos de Thranduil para custodiarla

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Silwen era consciente de que tras la puerta de su provisional alcoba en Edoras, se hallaban dos elfos de Thranduil para custodiarla. La incomodidad amagó con tomar el control, pero terminó por dejarla a un lado y hacer aquello que se le requería, que era tomar un baño antes de la cena. 

La mayoría había precisado de una noche entera de sueño para reponerse del largo viaje, por lo que ahora, tras el descanso, Éowyn había requerido la presencia de todos y cada uno. Deseaba celebrar el retorno de la paz con sus más allegados, justo a la víspera de su boda. Los preparativos llevaban tanto tiempo escritos, que no fue asombro para nadie encontrarse con el inminente enlace tras la batalla. Además, debía aprovechar la reunión de elfos, hombres y enanos en sus tierras, pues quién sabe si volverían a reunirse en el futuro cercano.

Se ciñó los cordeles del vestido con fuerza, mientras la última gota de su pelo húmedo le descendían por la espalda. Su cuerpo era mucho más menudo que el de Éowyn, por lo que la tela sobraba ligeramente en algunas partes. 

El alivio fue notorio en su suspiro, y al mirarse al espejo sonrió para sí misma. Se encontraba bella ante sus ojos, ignoraba ya la cicatriz en su mejilla, los rasguños todavía recientes en sus brazos y algún que otro moretón amarillento en sus piernas. No le importaban, ni siquiera, que por su hombro asomara un resquicio del vendaje que le envolvía el pecho herido. Tocó su cabeza con temor, imaginando que una fina tiara se posaba en ella. 

Unos nudillos golpearon la puerta y supuso que sería Legolas. Él seguramente querría acompañarla hasta su lugar en el comedor, no obstante, fue la figura de Gandalf la que se irguió ante ella.

— ¿Ocurre algo, Mithrandir?

— Nada que deba alterarte, querida. Si lo deseas puedo esperar fuera a que termines. —Silwen dibujó una sonrisa ante su voz cálida y amistosa, y se deslizó a un lado ofreciéndole entrar— Gracias. —dijo cerrando la puerta tras de sí y, en un tono mucho más privado, añadió:— Estoy seguro de que tú me ofrecerás mayor conversación que ellos.

Silwen siguió el rumbo de su mirada hasta la puerta.

— No querría juzgar a sus gentes por unos pocos, ¿pero a caso son todos tan serios como se muestran? 

✓ DAMA DE PLATA ⎯⎯  ʟᴇɢᴏʟᴀꜱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora