𝗹𝗲𝗴𝗼𝗹𝗮𝘀 𝗳𝗮𝗻𝗳𝗶𝗰𝘁𝗶𝗼𝗻
[terminada en 2023]
Silwen era la última de su linaje sobre la Tierra Media. Desconocedora de su pasado y tras la caída de Sauron, emprende un viaje hacia Ithilien en busca de aquella paz que tanto ansiaba. Pero c...
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Tras el mensaje traído por el viento, Gandalf partió rumbo al este. Guiado por la vil brisa que portaba el aire llegó hasta las Montañas Nubladas, donde estuvo obligado a detenerse. Junto a las extensas Tierras Brunas y a los pies de las montañas, un gran mal se alzaba corrompiendo la tierra a su alrededor. Para el istar fue imposible recabar más información, ya que una horda de orcos interceptó su paso viéndose forzado a partir al sur. El mal había arraigado en la tierra y el maia se atormentaba cuestionándose el por qué no se había percatado antes de esa catástrofe. Fue entonces cuando Gandalf decidió mandar informar a sus allegados. Mandó una misiva a Aglarond, donde Gimli vivía tras ser nombrado Señor de las Cavernas Centelleantes, junto a un grupo de enanos de Erebor. Su segundo mensaje fue directo al Bosque Negro o Eryn Lasgalen como fue nombrado tras la caída de Dol Guldur. Una tercera misiva fue enviada a Edoras y la última, fue entregada en Minas Tirith. Su meara, Sombragris, partió junto a él sin descanso hacia la capital de Gondor. Elfos, enanos y hombres recibieron el mismo mensaje, exigiéndoles, de la manera más amable posible de la que fue capaz el maia, que partieran rumbo a Minas Tirith sin más tardar. Aragorn fue el último en recibir la misiva y quien preparó al completo la Ciudad Blanca para el recibimiento de sus aliados.
— ¿Se encuentra bien? —cuestionó Silwen tras observar como en la hora del desayuno, Éomer se veía adolorido cada vez que estiraba su brazo izquierdo. Habían pasado varios días tras lo ocurrido en el Folde Este y la elfa se había limitado a encerrarse en sus aposentos en Meduseld. Aunque tras mucho insistir por parte de Éowyn, Silwen había aceptado ir con ella a pasear esa tarde. A pesar de ello, la elfa no había dudado ni un instante en detenerse al ver como el rey se quejaba de nuevo de su brazo.
— No es nada Silwen, apenas un rasguño fruto de la disputa con aquellos orcos. —dijo intentando mover su brazo restándole importancia al asunto, lo que le provocó un intenso dolor en el hombro. Una mueca de sufrimiento por parte del rey de Rohan fue lo único que la vanyar necesitó para alzarse de su silla y encaminarse a su lado— E-estoy bien. —dijo algo turbado ante la proximidad de la elfa. Pues si de algo era conocedor el rey tras el poco tiempo convivido con ella, era su cautela y desconfianza ante los desconocidos. Pero Éomer ya no era un hombre desconocido, la joven vanyar sentía una fuerte afinidad hacia el rey de cabellos rubios. Aunque no por ello había dejado atrás las formalidades.
— ¿Me permite? —preguntó algo indecisa acercando sus manos a la chaqueta de piel del hombre. Éomer asintió cohibido, era la primera vez que podía admirar de cerca el atractivo de la elfa. A pesar de la cicatriz que cubría por completo la zona izquierda de su rostro, eso no la hacía menos hermosa ante cualquiera que lograra observarla. Silwen encontró rápidamente la herida que afligía a Éomer. Chasqueó su lengua visiblemente molesta.— ¿Por qué no ha ido a que le curen eso mi señor? —apretó sus labios formando una fina línea, irritada por la imprudencia del hombre.
— Tan solo es un rasguño Silwen. —se excusó— ¿Y podrías dejar atrás las formalidades? Me haces sentir un viejo. —carcajeó como hacía siempre cuando deseaba evitar una discusión. Silwen negó con la cabeza.