XIII

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Samír se colocó la sudadera después de cerrar la puerta de su habitación. El olor lo hacía sentir ligeramente incómodo, pero nada que lo alterara como antes. Olía al chocolate que hacía su madre durante los días lluviosos, dulce pero fuerte, intenso, parecía querer dominarlo por completo.

Cuando empezó a sentir el rostro caliente fue que se quitó la prenda, dejándola sobre la orilla de la cama. ¿Qué se suponía que debía hacer con ella? Arrugó la nariz disgustado, ¿de qué manera le iba a ayudar tener su olor?

Sus padres no tenían, tampoco sus abuelos. Varios de sus compañeros tenían, pero solo el de Karma se había sentido tan sofocante. ¿Eso era normal?

Si eso continuaba así tendría que alejarse unos días de ella, o terminaría por volverse loco. Tomó la sudadera y cubrió su rostro con ella.

Olía bien, pero se sentía mal. Volvió a sacarla de encima y gimió frustrado. Hizo lo mismo tres veces más. Le gustaba mucho, ¿pero entonces por qué sentía que quería arrancarse la piel?

Se levantó y sacó la sudadera de la habitación, dejándola colgando del pomo, cerró de nuevo e inhaló. Sus pies se sintieron incómodos, los retorció ansioso, y luego las manos, tronaba sus dedos y estiraba sus brazos, pero seguía sintiéndose incómodo en su propio cuerpo.

Sollozó y pataleó con impotencia. Con berrinche abrió de nuevo la puerta y metió disgustado la sudadera. La olió y luego la lanzó a su cama.

No sabía cuanto más aguantaría de ese modo.

—Samír. —unos toques a su puerta lo sobresaltaron. La voz de su madre se escuchó apresurada a través de la madera. —Tengo que ir al hospital, tu tío se cayó por las escaleras, la comida está en el microondas. Volveré tarde, come.

—¡Ok!

Se sentó sobre la cama y esperó unos minutos, los suficientes para quedar a solas en la casa. Después bajó y calentó lo que había hecho su madre.

Entonces comenzaron a llover las preguntas. ¿Qué define si eres un alfa o un omega? ¿De donde viene el aroma y por qué? ¿Por qué algunos aromas lo hacían sentir mal? Él no quería ser omega, ¿entonces por qué tenía que serlo? Además, ¿quien definía cómo debía ser uno?

¿Por qué ser un omega era tan malo? Ya no podía jugar con los demás, sus amigos lo habían dejado y su padre ya no lo quería. Solo olía diferente ahora, seguía siendo el mismo de antes, sus calificaciones aún eran buenas y seguía siendo el mejor de su salón en deportes.

¿Entonces qué estaba mal? Incluso si buscaba en internet la palabra omega le saldrían puros sinónimos de delicado y bonito. Él no era eso, él no tenía porqué serlo. Él era fuerte, y era alto, no mucho, pero lo era.

Y seguiría creciendo, y se haría más fuerte, y más inteligente. Él sería el mejor, todos se lo habían dicho antes, ¿de verdad ser un omega lo impediría?

Lloró enojado, porque eso era injusto, y cruel. Dejando la mitad de la comida sobre el plato, se levantó y corrió hasta su habitación. Estaba decidido.

Tomó la sudadera y se la colocó, ignoró la molestia de su lobo e inhaló con fuerza el aroma a chocolate hasta que su cabeza dio vueltas y las arcadas subieron por su garganta.

No importaba, incluso si se desmayaba en el proceso. Él dejaría de ser un omega, en especial uno débil, y para eso tenía que resistir cualquier aroma primero.

...

—Te ves mal.

Samír se hundió en su asiento, no había dormido en toda la noche y su nariz ya no podía captar otro aroma que no fuera el molesto chocolate. A este paso terminaría por vomitar cada que estuviera cerca de uno.

Di que me aceptasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora