La laguna.
Eduardo se había disculpado y se había levantado para ir al baño. Su voz tenía una increíble cantidad de dolor y sus ojos estaban llenos de lágrimas cuando se levantó tenso y con la respiración agitada. Me sentía mal, terriblemente mal. No podía ni quería imaginarme por todo lo que tuvieron que haber pasado Eduardo y Emilio después de la muerte de Romina. No solo habían perdido a una de las personas que más amaban sino que también se había perdido el uno al otro y eso era algo horrible.
Las últimas palabras de Eduardo seguían resonando en mi cabeza. Tenía tanta razón. Nunca sabes si vas a tener segundas oportunidades en la vida, por eso hay que tomar las primeras oportunidades a pesar del miedo que te puedan provocar. Porque Eduardo no había tenido una segunda oportunidad para decirle te amo a Romina ni Emilio había tenido una segunda oportunidad para abrazar a su hermana y, lo peor de todo, era que Romina no había tenido una segunda oportunidad para vivir.
Lo más triste era que ellos no solo tuvieron que lidiar con la muerte de un ser querido si no que también tuvieron que lidiar con todo lo que vino después: el constante recuerdo de Romina, no poder hablar de ella sin sentir dolor.. en el caso de Emilio no poder volver a subirse a un auto, dejar de jugar lacrosse que era una de las cosas que más amaba, no poder dormirse sin tener pesadillas y ver como su otra hermana también había sufrido las consecuencias del accidente. Ella no solo tenía la cicatriz en el rostro que le recordaba todos los días lo que había pasado, si no que se había cerrado en si misma y no hablaba con otras personas que no fueran su familia o Diego. Estaba seguro que Eduardo había tenido otras consecuencias que desconocía. La vida me parecía tan injusta en ese momento.
Cuando Eduardo volvió a sentarse parecía que había recobrado la compostura. Puse mi mano sobre la suya, no en gesto romántico si no para que supiera que tenía mi apoyo, él lo comprendió y me sonrió.
- Las cosas nunca volvieron a ser las mismas luego del accidente.
- Lo se –contesté suavemente-
Se notaba en sus ojos al igual que se notaba en los ojos de Emilio. Cuando pensaban en ella era como si contaran su historia a través del dolor de sus miradas.
Eduardo dio un largo suspiró antes de hablar.
- Supongo que no hay nada más que decir... me ha gustado conocerte pequeño Joaco, aunque me hubiese gustado que fueran en otras circunstancias.
- Sigues enamorado de ella ¿no? –pregunté y al segundo me arrepentí- perdón, no es de mi incumbencia, no quise...
Él sonrío con tristeza.
- ¿Tanto se me nota?
Y comprendí que esa era una de las consecuencias de Eduardo. Él no estaba enamorado de una persona que no lo amaba ni de una persona que vivía lejos, estaba enamorado de una persona que ya no estaba.
- Se nota que quieres seguir adelante –contesté- pero a su vez se nota que algo te lo impide.
- La mayoría de las veces me trato de auto convencer que ya lo superé, que todo quedó en el pasado pero la realidad es que ella murió pero mis sentimientos hacia ella no lo hicieron.
- Algún día podrás hacerlo ¿sabes? Recordarla sin que te duela.1
- No creo que nunca se vaya mi dolor.
Negué con la cabeza.
- Es que el dolor nunca se va, solo aprendes a vivir con él.
Nos quedamos callados por unos segundos hasta que volví a hablar.
- Gracias por contármelo, se que es difícil para ti.
Eduardo sacó un billete de su bolsillo y lo dejó en la mesa para pagar las bebidas.
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¡ᴇsᴛᴏ ᴇs ɢᴜᴇʀʀᴀ! -εмιℓιαcσ- ✓✓
Fanfiction¡EEG! |Emiliaco. - No querrás que actuemos como pareja ¿cierto?.-preguntó el ojos miel horrorizado. Emilio se río. - ¿Estás loco? - ¿Quién sabe? tal vez y terminas enamorado de mí.