Capítulo 35: Si algo puede salir mal, saldrá mal"

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24 horas habían pasado. 24 horas desde que había dejado a mis amigos y a mi madre. Me habían ido a despedir al aeropuerto, y desde ese momento cada minuto parecía transcurrir muy lentamente.

Les había hecho prometer que ninguno de ellos iba a llorar, me había prometido a mi mismo que yo no lloraría. Ninguno de nosotros lo cumplió.

Emilio no apareció, algo que me hacía pedazos por dentro y trataba de no pensar. Luego de que terminé de leer la carta no pude controlarme y lo llamé. No me contestó. Luego de unas horas lo llamé un par de veces más, todas mis llamadas fueran al buzón de voz. Diego me dijo que le diera tiempo, que le costaba procesar todo pero ya iba a aceptarlo, "Sé que lo conozco desde hace años, pero no puedo imaginarlo viviendo normalmente sin ti" fue lo que me dijo. Yo quería creerle, pero parecía todo tan imposible estando a miles de kilómetros de distancia. Tal vez él tenía razón, tal vez yo estaba siendo egoísta, no podía pretender que me esperara si había una gran posibilidad de que no volviera. De todas maneras, si seguía pensando en Emilio, mi corazón iba a romperse más de lo que ya estaba roto y estaba seguro que no iba a poder soportarlo.

Había hablado con mi madre de lo que me había dicho Emilio ella me aseguró que iba a hacer todo lo posible para poder encontrar un trabajo pronto y que tampoco iba a tomar ninguna decisión apresurada que después pudiera arrepentirse. Había quedado conforme con su respuesta, por ahora.

Sorprendentemente, mi padre no intentaba que hablara con él más de lo que fuera necesario. Se había dado cuenta que estaba firme con mi postura de no perdonarlo y él me estaba dando espacio para que me acostumbrara a esta vida nueva. Era lo menos que podía hacer y no pensaba agradecérselo.

Por otro lado, me inquietaba la idea de que iba a ir a un nuevo instituto. Toda mi vida fui al mismo instituto y no sabía como era ser el chico nuevo.

Afortunadamente, en una semana comenzaban las vacaciones de primavera así que no iba a tener que lidiar con el instituto nuevo ahora mismo.

La casa de mi padre no era nada del otro mundo, aunque se notaba que había estado viviendo con una mujer, todavía estaban habían pertenencias de ella en la casa. Tenía que reconocer que ver todo eso hizo que me ponga furioso, pero tampoco tenía ningún derecho de reclamarle a mi padre lo que tenía o no que hacer con su vida.

De todos modos, la tranquilidad que estábamos llevando no duró demasiado.

- Joaquín ¿Quieres ir a cenar? –preguntó mi padre entrando a mi nueva habitación-

- No, estoy bien.

- Tienes que comer algo, hijo. -

- No tengo hambre.

- Tienes que ir a comer--

- Que haya venido a vivir contigo no significa que ahora haré todo lo que me digas, déjame en paz.

- ¿En serio te comportarás así?

Lo miré. Mi padre era alto, de pelo castaño y ojos oscuros, usaba gafas y tenía arrugas a los costados de los ojos. Tiempo atrás las personas me decían que él y yo nos parecíamos mucho, físicamente y personalmente. Tiempo atrás pensaba lo mismo, ahora no podía nombrar ni siquiera un sola cosa de él que me hiciera recordar a mi.

- ¿De qué manera esperas que me comporte? Me has arruinado la vida, y no solo estos últimos días. Desde que te has ido me has dejado un vacío inmenso y eso no se arregla de la noche a la mañana.

- Lo sé, no he tomado buenas decisiones en mi vida y tampoco puedo esperar que tu me perdones por ellas, solo que las entiendas. No es fácil criar un hijo y menos sabiendo que se merece un padre mucho mejor que tú.

¡ᴇsᴛᴏ ᴇs ɢᴜᴇʀʀᴀ! -εмιℓιαcσ- ✓✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora