❝ soy un tonto por ti, félix ❞
seo changbin era el típico chico malo, popular y arrogante. sin embargo, todo lo que conformaba ser él, se fue rodando por el borde del abismo al ver por primera vez al chico nuevo, el recién transferido de australia y...
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─Changbin, espera un momento.─ puso ambas manos a la altura de los hombros del pelinegro y se separó lentamente. Félix se sintió totalmente descolocado al ver los ojos acuosos del pelinegro. Jamás había pasado por algo parecido y no sabía exactamente qué hacer. ─Hey. ¿Estás bien? No te pongas así.
Un ligero sollozo se escuchó, alarmando de inmediato al pelirrojo y es que no faltaban los chicos metiches que se metían en situaciones que no le correspondían.
─Changbin, por favor, cálmate. Nos están viendo, no hagas eso.─ susurró cerca de él, tomándolo del brazo.
─Es que yo ya no quiero ser así, yo quiero cambiar p-por ti.─ sorbió de su nariz y lo miró fijamente.
Las mejillas de Félix se encendieron con un fuerte color carmesí. No entendía cómo podía decir esas cosas tan a la ligera.
"De seguro lo hace siempre." su subconsciente le respondió. Dejándolo levemente decepcionado porque podía ser muy cierto y él quería tenerlo como amigo. Changbin solo estaba jugando.
─Uh, lo harás, sé que podrás. Pero no lo hagas por mí, sino por ti mismo.─ comentó suavemente. Félix iba a decirle algo más, pero la campana pegada en lo alto de una columna, lo alteró. ¡Iba allegar tarde!
Soltó el agarre que tenía en Changbin y acomodó la correa de su mochila. ─Yo tengo que irme, hasta luego.─ habló rápidamente, para luego irse corriendo.
El pelinegro intentó tomar su mano, pero ya era muy tarde. Félix ya se había ido. ─Me gustas, me gustas mucho.─ bisbiseó quedo y algo triste.
Seo se limpió las pequeñas lágrimas de sus mejillas con la manga de su chaqueta y algo cabizbajo y con desgana se fue al salón donde le correspondía la clase de Literatura. No tenía ganas de nada que no fuera ir a su casa y dormir hasta quitar los estragos en su corazón. Al menos solo le faltaba dos horas y podía largarse al olvido por todo el fin de semana.
─Me odio.─ murmuró enojado consigo mismo.
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