❝ soy un tonto por ti, félix ❞
seo changbin era el típico chico malo, popular y arrogante. sin embargo, todo lo que conformaba ser él, se fue rodando por el borde del abismo al ver por primera vez al chico nuevo, el recién transferido de australia y...
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─Estoy más que satisfecho.─ dijo el peliazul sobando su pancita.
─Será porque, no sé... ¿Te comiste casi cuatro hamburguesas?─ habló Changbin con sarcasmo en cada palabra.
─No bromeo cuando digo que muero de hambre.─ se encogió de hombros. ─Y además, no almorcé por culpa de ustedes y sus problemas sobrevalorados.
─¡Hey!─ le reprochó el pelinegro.
─Ya Changbinnie, déjalo tranquilo.─ intervino Félix, tomando la pequeña y cálida mano de su chico.
─Ustedes parecen perro y gato.─ bromeó esta vez Mark, soltando una risita nasal.
─Mejor llamaré al encargado para pedirle la cuenta.─ se rindió Seo.
─Creo que Changbin se ha vuelto un tanto gruñón.
El mencionado tratando de ignorarlo, cumplió su palabra y rápidamente un joven de dulce sonrisa fue hacia su mesa.
─Disculpe, queremos saber la cuenta en total.
El joven asintió, y dándole una última mirada a Félix, fue a la caja para solicitar el ticket y el total del monto monetario que tenían que pagar.
─No me cae.─ murmuró.
─¿No te cae quién?
─A ti no te cae casi nadie.─ otra vez el comentario de Jisung.
─¡Yah~!─ resopló. ─Es solo ese estúpido, no me da buena espina.
─¡Changbin!─ le reprochó el pelirrojo. ─No puedes llamar a alguien así.
─Se los dije~─ canturreó el peliazul.
─Uh, disculpen, aquí está la cuenta.
Mark tomó el ticket y luego sacó su billetera para pagar lo que estaba impreso. ─Yo invito hoy.
─Hey, no. Todos podemos pagar.─ habló el pelinegro.
─Claro que sí, no es necesario que tú pagues todo.─ agregó Félix.
─Por mí no hay ningún problema que se ofrezca.─ concluyó Han, haciendo que Changbin virara los ojos.
Mientras los dos chicos se ponían de acuerdo en quién pagaría. Nadie pudo darse cuenta de la incesante y brillante mirada que el joven tenía hacia YoonGi. Y bueno, el pelirrojo no era consciente de ello por haber estado limpiando sus anteojos con concentración y la naricita de botón media fruncida.Una imagen tan tierna que podía derretir cualquier corazón.
─Está bien, está bien. Solo hoy ¿De acuerdo?─ habló el pelinegro.
─No te preocupes.─ sonrió levemente. Extendiendo los billetes hacia el mesero.
