Capítulo | 11 |

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Chaeyoung miró fijamente su puerta cerrada durante ¿minutos, horas, días? Ella no sabía. Al parecer, ella ya no sabía nada. Se dejó caer en su cama con una exhalación y procedió a permanecer allí por lo que pareció una eternidad. Jihyo había llamado a la puerta, invitando a Chaeyoung a cenar, pero ella le rogó que la dejará descansar debido a un dolor de cabeza. Lo cual no era mentira, ya que su cabeza latía con fuerza.

¡Pensar que todo este tiempo, Myoui Mina había estado enamorada de ella! Cuanto más pensaba en ello, más confundida se sentía. Se dedicó a recordar cada interacción que había tenido con Mina, en la fiesta, en Netherfield, aquí en la finca palaciega de Park Goeun. A primera vista, no comprendió cómo esas reuniones podían contribuir al amor, pero luego profundizó más en ello. Mina siempre había sido tan rara, tan distante, tan grosera con ella. ¡Calificó a Chaeyoung con un cinco! Claramente eso cambió, pensó Chaeyoung para sí misma. ¡Claro que sí!

Mina la miraba constantemente, eso era innegable. Chaeyoung se dio cuenta de que había pasado tanto tiempo odiándola, que se había negado a ver las señales, las pistas que la japonesa, a su manera extraña le dejaba, demostrándole que le importaba. Las miradas, los breves toques y sus propias palabras. No cambiaron nada sobre la opinión de Chaeyoung sobre ella, pero no podía parar de examinar sus interacciones en su mente con esta nueva revelación.

Había asumido que Mina la miraba fijamente para juzgarla, y seguía buscándola porque era una forma de entretenimiento enfermizo. Sin embargo, pensándolo bien, ¿quién se torturaría a sí misma de esa manera? Pensó en unas noches atrás, cuando Mina confesó que no podía hablar con extraños fácilmente. Mina era tímida, eso era evidente, pero Chaeyoung nunca había imaginado que eso significaba que simplemente miraría fijamente al objeto de su afecto. Y cada vez que se encontraba con ella, ¿era intencional? ¿No había dicho que por eso había ido a casa de su tía?

Había tantos de estos caminos por recorrer, tantas interacciones por reexaminar. Sin embargo, todo parecía tan contradictorio que, con el ánimo de calmar su migraña, Chaeyoung decidió sacar a Mina de su mente, cayendo en un sueño inquieto.

Un golpe en la puerta la sacó de su descanso. Parpadeó y abrió los ojos, gimiendo ante el brillo de la habitación. ¿Hasta qué hora había dormido? Ella miró su teléfono en la mesita de noche. ¡Ya eran las 10 de la mañana!

Hubo otro golpe, y Chaeyoung se congeló ante el pánico de que pudiera ser Mina nuevamente. Para su alivio, Jihyo asomó la cabeza.

—No quería molestarte, y parecía que anoche necesitabas descansar —dijo Jihyo con una suave sonrisa—. Pero... acaba de pasar lo más extraño. Mina te dejó algo.

Chaeyoung se sentó tan rápido que se golpeó la cabeza contra la cabecera.

—¡Ah! —gimió, sujetándose la sien. Jihyo se apresuró a sentarse en la cama, acariciando suavemente la cabeza de Chaeyoung.

—Pobre bebé —le canturreó a su amiga—. Pero, Chaeng.... Mina estuvo aquí anoche, ¿no?

Supuso que no habría pasado desapercibida.

—Sí, ella vino.

Jihyo la examinó de cerca, entrecerrando los ojos como si la respuesta a su pregunta no formulada pudiera encontrarse en el rostro de Chaeyoung.

—Bueno... te dejó esto. Quería verte ella misma, pero le dije que todavía estabas durmiendo —Jihyo metió la mano en su bolsillo trasero y sacó un sobre, sellado con... ¿era eso un sello de cera? ¿En qué siglo vivía Mina?

Sin embargo, Chaeyoung lo tomó de la mano de Jihyo tan pronto como lo vio, ignorando las protestas de su amiga y examinándolo.

—Debería quemar esto.

Like a red, red rose thorn {Michaeng Traducción}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora