𝐏𝐑𝐎́𝐋𝐎𝐆𝐎.

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Por las calles solitarias de Tokyo caminaba uno de los asesinos en serie más buscados por el FBI, tratando de terminar con uno de los trabajos que le habían dado a cambio de un maletín con 1,000,000 de dolares.

Para "el ángel de la muerte" como muchos le llamaban. Ese tipo de trabajos no era nada del otro mundo, hasta se puede decir que le gustaba escuchar como sus victimas suplican por piedad.

Mientras vigilaba a su próxima victima se percató de que este había entrado en un callejón donde minutos antes había entrado una adolescente. Con una sonrisa tétrica la mujer se acercó hasta ese lugar sabiendo lo que estaba a punto de pasar.

Dentro del sucio callejón se dispuso a ponerse un cubrebocas negro al igual que el resto de su ropa y pudo escuchar como una voz femenina pedía ayuda pero nadie la escuchaba puesto a que el hombre que estaba encima de ella le tapaba la boca.

—Veo que te diviertes, pedazo de mierda.—dijo manteniendo esa sonrisa en el rostro.

—Vete, si no quieres pasar por lo mismo tu también.— amenazó el viejo hombre viendo de soslayo a aquella chica que se atrevía a interrumpirlo.

—Oh, sí, lo siento no quería interrumpir tu cacería de niñas, puto cerdo.—en el momento de que las últimas palabras salieron de su boca con mucha asquerosidad, el hombre ya estaba levantándose para dar pelea.

—¿Qué fue lo que dijiste, maldita perra?— preguntó con molestia acercándose peligrosamente a la de cabello azabache.

—Primero que nada. Tú, niña, vete de aquí, ahora.

La adolescente no esperó ni un segundo más para echarse a correr lejos de ahí pero el hombre que momento atrás estaba sobre ella la agarró del brazo para que no escapara. La pelinegra al ver eso sonrío aún más y sin pensarlo dos veces sacó su katana en un movimiento rápido cortandole la mano al hombre en cuestión de segundos y la sangre empezó a salir a chorros junto con los gritos de absoluto dolor.

—Te repito, vete de aquí, ahora.—le repitió a la muchacha que ahora la veía con demasiado miedo.

—¿Algo que quieras decir antes de morir? Porque la verdad que esto se me hizo muy aburrid...— la pelinegra no pudo seguir ya que fue interrumpida por el hombre que tenía sujetado del cuello. 

—¡Estás enferma, pero no pienses que esto se quedará así, zorra!— gritó el hombre.

—Oye, ¿no te enseñaron a no interrumpir?—dijo la pelinegra que se avanzó para clavarle la katana en el abdomen para darla vuelta repetidas veces hasta que el hombre ya no podía ni siquiera mantenerse en pie.

Cuando vio que era imposible que siguiera vivo, quitó la katana del abdomen del hombre y se dio media vuelta para irse. Cuando estuvo dándole la espalda a el hombre, pudo escuchar su voz, haciéndole una pregunta que hizo que la de cabellos negros formase una sonrisa cargada pura de excitación.

—¿Quién carajos eres tú?—preguntó a duras penas.

—El puto ángel de la muerte.—respondió y el hombre se sorprendió ya que reconoció al instante ese nombre y ¿como no? Todo el maldito continente asiático conocía ese nombre. 

Cuando ella salió de ese sucio callejón se dispuso a cambiarse de ropa y guardar en partes su katana. Con todo ya listo salió hacia el departamento donde le darían su paga por el trabajo anteriormente hecho. Pero mientras caminaba pudo percatarse que alguien la seguía desde hace cinco calles, así que analizando todo tipo de posibilidades se metió a un estacionamiento para poder perder a la persona que la seguía o matarla si era necesario.

Cuando se estaba por sacar nuevamente su katana pudo ver de reojo a quien la seguía. Un hombre, cabello negro y largo que era atado en una coleta, camisa negra y pantalón del mismo color, no pudo ver su rostro ya que en el lugar no había mucha iluminación, pero notó que media alrededor de 1,70.

Cuando el hombre estuvo lo suficientemente cerca pudo ver de quien se trataba y en ese preciso instante supo que su noche se pondría muy interesante.

El hombre de cabello negro maldecía por lo bajo por volver a perder a ese maldito asesino pero cuando se dio media vuelta para regresar, escuchó su voz y se paralizó.

—Pero miren a quien tenemos aquí.—dijo la pelinegra elevando la voz mientras una sonrisa para nada divertida pintaba su rostro.

Akira...














Holi, soy yo, de nuevo, solo quería decirles que estoy volviendo a reescribir esta historia, ya que, pensaba en eliminarla pero me di cuenta que era un desperdicio hacerlo porque la trama está perfecta, solo que hay algunos errores ortográficos y gramaticales y algunas partes carecen de coherencia, así que, ahora voy a corregir eso mientras trato de seguir con el hilo de la historia. Espero les siga gustando al igual que a mí. :)


                            Summ.

𝐑𝐞𝐯𝐞𝐧𝐠𝐞 | 𝐁𝐚𝐣𝐢 𝐊𝐞𝐢𝐬𝐮𝐤𝐞. [Editada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora