Capítulo II: Salvador

24.5K 2.8K 2.3K
                                    

Takemichi era un beta algo particular. Cuando se hicieron los exámenes del segundo género en la primaria para saber si era un alfa, beta u omega sus resultados dieron claramente como un beta; sin embargo, al poco tiempo de ello se dió cuenta que de repente su olfato era más sensible, al punto en el que podía captar los olores de las feromonas que desprendían alfas y omegas. Ese punto fue suficiente para que sus padres lo llevaran a un doctor y comprender mejor la situación, no era natural que un beta lograra oler las feromonas, la única forma de que lo hicieran era si se acercaban a pocos centímetros de la glándula ubicada cerca del cuello o en raras ocasiones, cuando el acumulo de feromonas en una habitación era muy denso.
Takemichi podía oler las feromonas a cierta distancia y sentir el significado de ellas pero no podían afectarle. Si un omega entraba en celo no mostraba reacción alguna, tampoco le afectaba cuando un alfa entraba en su celo. Algo que era muy beneficioso pero a la vez molesto porque se sentía como un fenómeno.

Cuando el doctor revisó la situación de Hanagaki lo diagnosticó como un beta con tendencia a omega. Esto significaba que al momento de su desarrollo embrionario algún gen mutó o se degeneró de una forma que le hizo tener ciertas características omega pero sin ser un omega. Por ello podía detectar las feromonas pero sin reaccionar a ellas, otro ejemplo era que no entraba en un celo incontrolado sino que simplemente tenía muchas ganas de masturbarse en lo que sería su "celo" y no secretaba el lubricante natural que todo omega masculino produce por el ano. Takemichi también tenía una glándula en el cuello pero era minúscula, literalmente sólo un alfa u omega, sobretodo un alfa, que esté a centímetros de la glándula podría detectar las feromonas y estás podrían confundirse con el olor natural del cuerpo que todo beta posee. Y lo mejor de todo es que no tenía ningún sistema reproductor, por lo que no podría embarazarse. Pero viendo lo peor era que tenía rasgos delicados, si bien hay betas con esas características de manera natural o incluso alfas, en su caso es posible que haya sido provocado por su tendencia a ser omega. Ni se diga el tamaño de su miembro o su altura, Takemichi prefiere pensar que es ocasionado por su condición a creer que es de forma natural.
Takemichi podía vivir una vida normal de un beta sin preocuparse por esto. En cierta época de secundaria incluso le benefició para entender mejor a su linda exnovia omega, podía entender más fácilmente sus emociones y actuar conforme a ellas.
Lástima que después de un tiempo descuidó su relación provocando que su novia terminara con él. Ni siquiera pudo pensar en eso debido a los problemas que tenía encima y a su necesidad de huir para dejar todo en el pasado.

...

Cuando Takemichi abrió los ojos se dió cuenta de que estaba en un lugar desconocido ¿Qué había pasado?
Con desconcierto se levantó de la cama y masajeó su cabeza, sentía un dolor punzante en su rostro, sobretodo en su naríz.
Estaba solo en una gran habitación con muchos lujos, la decoración se veía cara y el cuarto parecía brillar, la habitación tenía un rico olor a rosas e incluso la cama tenía un dosel delicado y elegante.
Estaba aturdido ¿Por qué estaba ahí? Cuando el recuerdo del día anterior llegó a su mente, de forma automática comprobó que no sintiera ningún dolor en la parte baja de su cuerpo, levantándose para terminar de comprobar que en serio no hubiera pasado nada. Takemichi suspiró aliviado, al parecer aún conservaba su virginidad, antes se quejaba de ser virgen pero en estos momentos se alegraba de serlo. Por desgracia fue un alivio que duró poco tiempo.

La puerta se abrió dejando ver nuevamente al chico de la trenza y el tatuaje.
Cuando Draken vió a el joven asustado mirándolo de forma indirecta como si no quisiera tener un contacto visual,  sonrió. Se notaba que el chico no tenía contacto con cosas del bajo mundo como para tener una personalidad tan retraída e insegura.

–Oye tú ¿Cómo sigues? – habló Draken.

– ¿Q-qué? –

Draken suspiró un poco exasperado y con ganas de golpearlo debido a la poca atención que tenía pero se tranquilizó. No debía golpear a su salvador.
Ya estaba acostumbrado a que las personas con las que trataba captaran todo al instante para no permitirse ningún error, alguien tan ingenuo era un poco molesto. Tal vez ya se le estaban pegando las malas costumbres de los otros tipos al mando, debería relajarse más.

Conociendo a mi alfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora