Capítulo XI -Un Día De Descanso

87 8 4
                                    

A la mañana siguiente, me levanté más temprano que de costumbre, me dirigí al baño, me dí una ducha rápida y me cepillé el cabello.

Después de alistarme, salí a los correos de la aldea para enviar una carta a mis padres; les escribí que me encontraba en el país de las aguas termales desde hacía unas semanas y finalicé la nota.

Itachi sabía que estaba de vacaciones, y que eventualmente tendría que volver a occidente para comenzar a estudiar la universidad.
Había completado la preparatoria con calificaciones sobresalientes y estaba orgullosa.

. . .

Esa mañana Itachi había llegado de visita. Tenía ese día completamente libre de reuniones, y yo estaba ansiosa por eso. Quería pasar tiempo con él.

Había traído algo de desayunar en las manos.
Entonces me ayudó a colocar la mesa.

Eran huevos fritos.

-¿Tu los hiciste? -pregunté al percatarme de la perfecta forma de éstos.

Él asintió sereno.

-Se ven perfectamente bien -comenté.

Ambos tomamos asiento y me dispuse a degustar el desayuno.
Tomé los palillos de madera y con ellos llevé un bocado a mi boca .

-¿Qué tal está? -Inquirió.

Mastiqué despacio antes de hablar:
-Sabe muy bien, eres un buen cocinero.

Él sonrió.

-¿Sabes con qué solía acompañarlos en la tierra donde crecí? -dí otro bocado.

-¿Con qué?

-Tortillas.

-¿Tortillas? -me miró extrañado.

Reí: -Es un tipo de pan plano color blanco hecho con masa de maíz ‐hice una imitación con las manos-. Se cuecen sobre un plato de metal delgado.

-Así que... Tortillas -pronunció pensativo- seguro serían una buena fuente de energía para un shinobi.

-Ey, qué buena idea.

-Hablando de tu tierra... -Recargó la cara sobre la palma de su mano‐ cuéntame, ¿cómo es allá al otro lado del mundo? -me miró con curiosidad.

Sonreí ante su pregunta.

-Las calles son muy ruidosas a comparación de aquí...

Él me escuchó atento.

-Y las fiestas están cargadas de energía, puede ser bastante divertido y hasta surreal ‐dije con una leve nostalgia- la comida también es increíble.

‐Parece un buen lugar para pasar el rato.

Asentí.
-La gente es bastante trabajadora y  hospitalaria, aunque también bastante chismosa.

Él rió por lo bajo.

-Ah, y es común tener camas en cada habitación ¿conoces las camas?

El me miró escéptico.
—Literalmente tienes una en el dormitorio.

Me eché a reír.
—No me digas. ¿Entonces sabes qué son los cubiertos? —Lo molesté.

—Por favor, rara vez usas palillos para comer.

—Caray. ¿Se nota tanto que soy de fuera?

Él rió.
—Ni me lo digas.

—¡Ey!

. . .

Después de comer, pasamos el rato sentados en la sala hurgando los libros del librero.

"Orgullo y prejuicio", era el libro que tenía en mis manos. Él por su parte se encontraba sumergido en las páginas de Dazai Osamu.

Los minutos de lectura transcurrieron hasta que sentí la boca seca y me levanté a servirme un vaso de agua.

Voy A Salvarte [Itachi y Tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora