Capítulo X

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Habían pasado algunos días después de aquel acontecimiento. 
Me parecía haber olvidado aquella frialdad con la que se había presentado cuando nos conocimos. De hecho, se sentía tan ambiguo recordar sus gélidos ojos y el semblante amenazador en su rostro al sostener ese kunai.

Había cambiado tanto en esas dos semanas. Más bien, había revelado ser completamente distinto.
 
Ayer habíamos tenido una conversacion nocturna fuera en el balcón, y mientras lo observaba, me era imposible apartar la vista de él. La madurez que reflejaba a tan poca edad me cautivaba, era serio, tranquilo y dulce.
  
Había adquirido una costumbre de hablarle de libros cada vez que podía y éste me solía escuchar pacientemente, no exageraba al decir que su presencia era reconfortante.

Sus heridas habían sanado hacía tiempo, y no veía razón aparente para que siguiese quedándo por esa zona, sin embargo no podía quejarme, quería que estuviera allí.

Ese día recogí mi habitación antes de disponerme a visitar Konoha de nuevo, dejé una nota en mi puerta y salí con la mochila puesta.

Por la tarde volví a la biblioteca y me dediqué a indagar entre tomos acerca de las habilidades de los clanes, en especial las del clan Uchiha.

. . .

Después de una ardua búsqueda por los estantes, encontré el libro perfecto, era grueso y de una cubierta dura color marrón.
      
Hojeé el libro hasta llegar a las páginas que tenían información del sharingan.
El sharingan era el kekke genkai heredado entre el clan Uchiha, eran técnicas creadas en los ojos capaces de ver el chakra y copiar los jutsus ajenos. 
Recordé la vez que Itachi me dijo que podía activarlo, aunque nunca lo había visto usarlo.
 
Leí que activar un sharingan simple no requería de demasiado chakra para un Uchiha, sin embargo Itachi me dijo que consumía demasiada energía.

Estaba confundida y pensé en la probabilidad de que no deseara mostrarme.
 
Fruncí el ceño, era un poder ocular increíble y no podía no querer verlo, estaba decidida a pedirle que me lo mostrara.

Encontré otros datos sobre el Genjutsu, las técnicas ilusorias; cuando el usuario creaba ilusiones manipulando chakra y confundía la mente del enemigo.
Para poder anular esas técnicas se podía usar el dolor para desviar la atención del cerebro y así escapar de la ilusión.

Abrí la boca al pensar que Itachi podía usar esa herramienta en el combate, ciertamente nunca lo había visto en una pelea. Aquello me dejó pensando, habían muchas cosas que no sabía de él.

Leí también información básica del Mangekyo sharingan, el Kamui, el Amateratsu y el Kotoamatsukami, fué demasiada información en tan poco tiempo, pero estaba feliz de nutrirme.
 
Reflexioné que en el futuro me gustaría aprender Taijutsu, no tenía ojos mágicos ni tampoco un manejo del chakra, por supuesto que no tenía la sangre de un clan poderoso, así que sería lo único que podría aprender.
  
Quería ser capaz de defenderme por mi misma, pues con frecuencia chocaba con la realidad de mi debilidad.

Podía entender por qué Itachi se preocupaba tanto por mí, el no me lo diría, era educado, pero la verdad es que yo sabía que era terriblemente débil, cualquiera podría tomar ventaja de mi y yo no podría hacer nada para defenderme.

Toda mi vida ví a esa debilidad como una parte nata de mi, y mis padres se habían encargado de que me quedara claro.

Ni siquiera sé si debería culparlos, al final yo era mujer, pequeña, e hija única.

Tragué saliva al recordar la mirada preocupada de mi padre y el rostro condescendiente de mi madre.

Mis ojos se habían humedecido.

Quería poder defenderme, no quería que alguien se viera con la obligación de protegerme y sobre todo, quería dejar de ser débil. Me había sentido así toda la vida y era algo que ya no soportaba.

Voy A Salvarte [Itachi y Tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora