El mero hecho de caminar se había vuelto una tarea complicada para ambos.
Su pesado y herido cuerpo se apoyaba de mis hombros, y sus pies hacían un esfuerzo por no tropezar en el camino pedregoso del bosque que se nublaba con la oscuridad.Yo sabía que no tenía la suficiente fuerza ni altura para servir como un apoyo eficiente, pero eso no me impedía seguir adelante.
Al llegar a la aldea solté una sonrisa de alivio. Habíamos logrado salir del bosque.
De pronto, noté cómo un leve quejido escapó de sus labios, al mismo tiempo que sujetó su abdomen con su brazo derecho, agarrándolo como si éste se partiera por dentro.
Me detuve inmediatamente, pero él interrumpió cualquier cosa que pudiera a decir:
—Siga caminando —su voz salió entrecortada.—Pero no estás bien —respondí— déjame-
—No puedo exponerme en esta aldea mucho tiempo —interrumpió— lleguemos lo más pronto posible a ese lugar y evitemos distracciones —finalizó con la voz tan cansada qué sentí haberlo irritado.Tragué saliva y asentí. Decidí guiarlo por las calles de la aldea lo más rápido que mis piernas podían.
Después de pasar por varias dificultades, como las miradas de algunos aldeanos asombrados pero indiferentes, y las escaleras del hotel, logramos subir hasta mi pieza.Nos detuvimos en la puerta, saqué las llaves dando un respiro hondo, recuperando mi respiración, giré la manija y encendí las luces.
—Adelante —le cedí el paso cuidando que no tropezara o llegara a lastimarse con cualquiera de los muebles.La sala vista desde la perspectiva de un huésped parecía muy cómoda, había un sillón lo suficientemente largo como para dormir sin complicaciones, un librero mediano, dos lámparas largas, una mesita de noche y una gran ventana abalconada con la que era posible contemplar las luces nocturnas de la aldea, además de que las cortinas azul marino hacían el lugar más acogedor.
Pronto lo noté sobrecogido.
—¿Usted vive aquí? —preguntó con una evidente incertidumbre.
Decidí rendirme con pedirle que dejara su formalidad, parecía que para él era como el oxígeno que respiraba.
Asentí:
—Sólo tengo una semana viviendo en este lugar—respondí— pero cuando terminen mis vacaciones regresaré a mi país, voy a estudiar la universidad.
—No, no no. —Meneó la cabeza con incredulidad— ¿Está viviendo sola?—¿No fue lo que mencioné? —inquirí extrañada.
Él guardó silencio.
—No esperaba que el lugar en donde pudiese descansar fuera su... —él apartó la mirada sin llegar a terminar la frase.Al sentí la incomodidad de la situación mi cara enrojeció de vergüenza.
—Lo siento. No pude pensar en algún otro lugar más seguro... Apenas conozco esta aldea —dije avergonzada.—Entiendo —respondió.
—¡Ah! Recordé que tengo tu bata —dije abriendo mi mochila.
—Gracias —respondió al recibirla, aún tenso.
Sonreí intentando aliviar la situación.
—Ehhh —rompió el silencio— me preguntaba si puedo... —Ví su rostro avergonzarse— ir al baño a lavarme las heridas y la tierra, antes de pasar más tiempo en su espacio.
Alcé las cejas. Era cierto, era prudente que tomara un baño antes de recostarse.
—¿Crees que puedas moverte lo suficiente como para hacerlo? —pregunté.
—Lo intentaré —dijo pasando la vista sobre cuerpo sudado.
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Voy A Salvarte [Itachi y Tú]
FanfictionUna adolescente viaja al otro lado del mundo persiguiendo sus sueños, pero su vida da un drástico giro tan pronto como se encuentra con un extraño terriblemente herido en medio del bosque. La miedosa joven, en las afueras de la aldea de Konoha, deci...