Estofado Sagrado

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Salvo por los OCs y la trama, nada me pertenece a mí, todo le pertenece a Cressida Cowell y a DreamWorks.

La isla era algo parecido a una explosión de color, llena de tonos verdes, marrones y plateados por las mujeres que sobrevolaban la isla. El sol brillaba en todo su esplendor y las mujeres que aún estaban en tierra firme charlaban distraídas, realizando sus actividades diarias, comunes y completamente cotidianas, casi todas, saludaban a las recién llegadas con una calidez casi familiar, como si las conocieran de años y no hacia una hora. Les habían cambiado las ropa, a ambas les ofrecieron usar vestidos blancos que les cubrían los brazos, se ceñían al cuello y que llegaban unos centímetros más debajo de la rodilla, la tela les hacía cosquillas y por alguna razón usarla no les daba calor.

—Bueno...— murmuro Ruffnut, Astrid le devolvió la mirada. — ¿Dónde crees que tengan estas locas a Hiccup? Quizá lo tengan en una especie de bodega gigante con más comida...— empezó, mirando todo el lugar. — ¡Quizá este en la cocina!

—No lo creo, tiene que ser en un lugar donde le sea difícil que escape, incluso donde no necesite tanta vigilancia, para no agobiarlo demasiado. —contradijo Astrid, sin embargo noto algo extraño. —No todas las chicas parecen estar aquí, lo que quiere decir que probablemente...

Se detuvo, tuvo un espasmo que le recorrió todo el cuerpo, dejándole un cosquilleo en las marcas de bruja de sus brazos. No tuvo respuesta para saber lo que le había pasado, pero sentía que el aire que estaba inhalando no era suficiente.

—Oye, ¿estás bien?—Ruffnut la tomo del hombro preocupada, Astrid asintió torpemente con la cabeza. Esto de estar casada espiritualmente con otro sujeto estaba volviéndose cada vez más raro, en especial porque no sabía exactamente cómo funcionaba todo, empezando por aquella punzada.—Estas asustándome un poco, ya sabes, no quiero que te desmayes y me dejes sola con estas caníbales locas.—comento y Astrid tono aire.— ¿Crees que Hiccup está en problemas?

—No estoy segura. —mustio la rubia, miro hacia el cielo azul, como si esperara ver a un dragón negro sobre su cabeza. —No tengo idea, debemos seguir buscando.

— ¿Y dónde?—protesto Ruffnut. — Prácticamente podría estar en cualquier parte. — Miró en todas direcciones, buscando enfatizar su punto. — Está isla es inmensa, bueno, no tanto, pero lo captas, ¿no? Si no está en el pueblo entonces tendríamos que buscar en el bosque y...

Ruffnut cerró la boca en el momento en el que vio a dos doncellas volar sobre su cabeza, charlando alegremente. Llevaban cascos y se dirigían al bosque, Astrid las siguió con la mirada, curiosa. Las alas se asemejaban a alas de dragón, no tan grandes como las de Hiccup, sino pequeñas, mucho más pequeñas, apenas lo suficiente como para elevar a las doncellas en el aire.

—Tenemos que seguirlas. — dijo Astrid, caminando en la misma dirección que habían tomado las doncellas.

— ¿Si sabes que no hemos revisado el pueblo, cierto?

—Es la segunda pareja de chicas que veo que se dirigen justamente a esa parte del bosque. — explicó Astrid, Ruffnut trataba de seguirme el paso.

— ¿Crees que Hiccup esté en el bosque?

—Tal vez escapó.

—No lo creo, todas aquí parecen muy tranquilas. Si mi cena tratara de escapar definitivamente no estaría tan tranquila.

—Saben que Hiccup no puede salir de aquí. — contestó la bruja. — Es una isla pequeña, pero Hiccup no puede salir de ella a menos que tenga un bote, porque no puede volar. Por eso están tan tranquilas.

—De modo que crees que Hiccup está como una gallina en un corral.

—No tardarán mucho en encontrarlo, quizá sí las seguimos, sabremos donde lo atraparán.

La Bruja y el Dragón: En busca de la TryllestavDonde viven las historias. Descúbrelo ahora