Pesadillas a Bordo.

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Ejejeje, no comentarios.

Disclaimer: Salvo por los ocs y la trama en sí, nada me pertenece, sino a Dreamworks y a Cressida Cowell

Los metrónomos de los tripulantes se encontraban sincronizados, mientras Batibat caminaba hacía la enorme bodega al abrir las puertas, un dragón pequeño le lanzó lo que parecía ser magnesio ardiendo a la cara. Se quejó de dolor y casi cae encima de Hiccup, quien aunque estaba en una posición incomoda, dormía plácidamente.

Stormfly huyó, perdiéndose en la oscuridad del pasillo. Batibat lo supo, era un familiar.

— Ven, dragón, dragón...— lo llamó, dispuesta a matarlo.— Aquí, dragoncito...
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Berk se veía distinta cubierta de nieve.

Las casas estaban cubiertas de nieve, con humo saliendo de las chimeneas. Los senderos estaban limpios, y no hacía frio; el deshielo estaba empezando, dando paso a la primavera; los terribles terrores cantaban esa alegre mañana, los dragones surcaban los cielos, libres y sin ataduras; el cielo era azul en la aldea de Berk, pero cuando mirabas hacía el bosque, la luz se cortaba, había una energía siniestra, el cielo se observaba negro, mucho mas oscuro de lo que debería ser. El bosque de las brujas era un lugar en donde ningún vikingo solía ir.

La aldea tenía su barullo habitual, no había nada fuera de lugar en Berk. Estaba en paz y en equilibrio, aunque la mitad de la isla estuviese en tinieblas, estas no propasaban a donde estaban los mortales.

Astrid estaba ahí, llevaba puesto su tunica azul de rayas, entallada y sin mangas, llevaba puestas unas hombreras pequeñas de hierro, las cuales poseían salientes en forma de picos, sobre unas bases de lana. Sobre él, usaba un chaleco rojo, el cual se ajustaba a su busto con un pin en forma de Nadder Mortífero, su cinturón de calaveras de metal y su falda de picos; llevaba sus leggins oscuros y botas. Sus muñequeras seguían ahí, así como las cuerdas que las ataban.

Pero tenía el cabello mas suelto, le llegaba hasta la cintura, siendo sostenido solo por una trenza a media cabeza, que ayudaba a que el cabello no le llegase hasta la cara. Su flequillo había crecido, incluso ella misma se sentía mayor. Estaba cepillando a una Stormfly del tamaño de un Nadder Mortífero normal, el cual llevaba una silla de montar; se encontraba hablando con Heather y Ruffnut, una a cada lado de ella, hablaban de lo lindo que era que el deshielo llegara, sobre el festival que habría para la primavera, y de lo bien que les había ido en la misión de rescate.

También notaba que, desde el lado opuesto del granero, Eret la miraba con interés, pero traba de ignorarlo. Siempre lo hacía.

Alguien pateo su cubo con agua. Astrid se giró furiosa, eso fue intencional, se encontró con Iris, Prudence y Tålmodighet, las tres cruzadas de brazos y con el ceño fruncido.

¿Qué es lo que les sucede?— espetó Astrid.

Escuchamos que quieres ser la nueva Reina de Mayo.— dijo Iris, con una sonrisa burlona.

Así que esta es una advertencia.— dijo Tålmodighet con su usual voz tranquila.

No gastes tus energías en ese estúpido baile.— Prudence se acercó a ella de una forma amenazante, colocó una de sus manos en la cintura. Astrid estaba confundida, ella no había pensado en participar hasta ahora.— Nosotras nos aseguraremos de que lo pierdas, porque...

La corona es nuestra.— finalizaron las tres al mismo tiempo. Antes de que Astrid pudiese contestarles de alguna manera, las muchachas se fueron, riendo, burlándose de ella.

La rubia apretó los puños. Odiaba a esas tres, nunca paraban de molestarla y de tratar de comer a Stormfly; no se percató en que momento Eret se había acercado a ella, pero cuando volvió hacia Heather estaba ahí, apoyado en uno de los pilares que sostenían el establo.

La Bruja y el Dragón: En busca de la TryllestavDonde viven las historias. Descúbrelo ahora