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Asustado por aquello que pronto ante mis ojos se revelaría, comencé a dirigirme hacia la dirección que Alicia me había dado entre sollozos. La zona en la cual se encontraba aquella calle mencionada era bastante lejana, así que me apresuré en aumentar la velocidad y llegar cuanto antes.

Diversas ideas lanzaban sus semillas en mi cabeza y con ayuda del pesimismo comenzaban a germinar en mi cerebro, dándome cientos de finales caóticos que podían volverse realidades esa noche. Pasé varios semáforos en rojo, rebasé los límites de seguridad establecidos y recorrí calles en mal sentido direccionadas, todo lo hice sin pena alguna. No estaba pensando como hombre, mucho menos como amigo, pensaba (para mi desgracia) como padre, poniendo a Isabella dentro de la piel de Alicia.

Cuando me aproximaba a la dirección, diversas luces provenientes de los edificios aledaños comenzaron a titilar a mí paso, aquel lugar con sus calles infestadas de jóvenes eran el habitáculo de la vida nocturna. Una decena de discotecas en fila me saludaban con su música y ruidos estridentes mientras que me dirigía a mi destino.

Cuando por fin llegué al final del recorrido, una elegante casona se desplegó ante mis ojos. He conocido el lujo, varios compradores de arte me invitaron a sus reuniones donde el mármol era pisado y la plata pulida para luego ser llevada a la boca, pero aquello era exagerado en todo sentido del mal gusto. Toscas estatuas de leones a los costados del portal y columnas griegas como marco. Me bajé de mi coche pensando que había caído en el lugar equivocado, pero al descender rápidamente fui incriminado por un hombre.

—¿Qué hace aquí? Esto es una fiesta privada.— Cuestionó de manera osca mientras intentaba aparentar sudar hombría, inflando su cuerpo como sí fuera una gran rana.

—Estoy buscando a Alicia, Alicia Bonaterra.

Aquel idiota se alejó hasta la puerta de la mansión y habló con algún desconocido por el perfil del umbral, al cabo de unos minutos me pidió que me acercara con un ademán, así lo hice mientras que el adefesio hablaba. —Esa chica se encerró en un baño y se puso histérica. Entre y sáquela usted mismo.— Como sí aquello fuera algo digno de vergüenza, el tipo se mostraba indignado. —Siga derecho por el pasillo, llegará al salón y doble a la izquierda. Es la primera puerta.

Sin esperar una despedida amistosa, solo asentí y me aventuré dentro de las fauces de aquella casa siguiendo sus indicaciones. El pasillo tontamente iluminado mostraba imitaciones de los cuadros más feos que había visto en mi vida, obras simplistas y meramente decorativas, aquello me dio una terrible mala espina, una pésima sensación. Cuando por fin salí de ese sacrilegito lugar, el salón mi dio la bienvenida, decenas de hombres jugaban a las cartas fumando mientras que un grupo de mujeres charlaba de manera animada a un costado, todos vestidos en gala, mientras que en el medio de la sala varias jóvenes bailaban ajenas a la situación.

No quise indagar más sobre lo que allí sucedía, así que continué siguiendo las indicaciones provistas. Doblé y la puerta que supuestamente era mi destino me incriminó. De manera tímida golpee su madera, intentando hacer mi sonido solo audible para quien ese portal albergaba. Pronto recibí una torpe respuesta. —VETE.

Reconocí su voz, ese encantador dulce timbre, no dudé en revelar mi identidad. —Alicia, soy yo. Leo...

El sonido de un mueble siendo corrido se sintió, mientras que la cerradura con sus clicks mecánicos me demostraban algo que ya me habían anunciado, ella se había acuartelado en ese lugar. La puerta se abrió y allí la ví, su imagen me dejó pasmado.

Apenas cubierta con una blusa de tirantes que dejaba ver su ombligo y unos pantaloncillos demasiado cortos como para cubrir sus muslos, Alicia se tambaleaba en unos altos tacones. Al principio aquello me impresionó, pero pronto noté su maquillaje, aquello me quitó la respiración. Sus ojos fuertemente delineados habían formado senderos negros en sus mejillas, tapando completamente su lunar. Era bastante obvio que allí una catarata de llantos había dejado huella.

Antes que ella llegue (PRÓXIMAMENTE EN LIBRERÍAS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora