*capitulo 3*

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No quiero que preguntes cómo estuvo la cena, solo quiero que te imagines una cucaracha podrida en un plato, repugnante, además Raquel y yo hicimos el ridiculo. Tampoco quiero saber que pensará la gente de mi.

Me encontraba con Raquel en el despacho de la directora Berta, al final si obtuvimos un castigo.

- miren señoritas, esté internado es para aprender y vosotras necesitáis modales, ¿han visto la abominación de ropa que llevan?, me duelen los ojos de solo verlo. Queremos lo mejor para ustedes pero no tengo más remedio que mandaros a ustedes al sótano- dijo Berta con unos gestos de manos bastante exagerados.

¡¿Acababa de oír, lo que acababa de oír, tenía que bajar al sótano a dormir?!
Que alguien me mate, porque me he metido en este lío, yo no, no y no me niego.

Después de cambiarme de ropa bajando las escaleras hacia el sótano, maría dolores, la monja que nos estaba enseñando el camino al sótano 1 a 1, que quiere decir eso, que en vez de llevarnos a todos a la sala de castigo abajo nos llevo uno a uno para hacer tiempo, porque ¿quién no tiene nada mejor que hacer?.

Al bajar y darme cuenta me dio un vuelco el estómago, se me cortó la respiración y el mundo pareció paralizarse. No sabía que iba a estar aquí una noche con 5 niños más. Además estaba el magnífico dios Bailey, del cual todavía no se ni su nombre, solo su cutre apellido.

¿Por qué me pasa esto a mi? No es más fácil pegarme unos reglazos, a demás los prefiero ya que iba a morir de una manera u otra.

-miren aquí está la última- dijo un chico de pelo castaño oscuro y lleno de tatuajes

-cállate Lucas- gruñó Bailey mientras subía a una litera.

- mhhhhmmm - enfadado se apolló en la pared cruzado de brazos.

Mientras escuchaba como esos dos inútiles discutían me distraje viendo cada detalle, la habitación había solamente literas y un armario corredero enorme además de una puerta para el baño, el ambiente era húmedo y distinto a cómo se apreciaba arriba.

-muy bien, entonces porque estáis aquí-dijo Bailey mirándome.

-¿me lo dices a mi?- sonrojándome.

- a ti y a todos- suspiró y se tumbó en la litera de arriba.

- Dianne y yo...- dijo raquel mientras rebuscaba algo en su mochila.

- pffff, ya me he dado cuenta de la que habéis liado- soltó un par de carcajadas y se acomodó, Bailey parecía que ya había estado más veces aquí, al parecer no era tan tan borde, pero si que le había cogido un poco de repugnancia al fin y al cabo, los niños parecen ser todos igual de idiotas.

-a mi me han pillado fumando en el patio trasero- dijo Lucas con total normalidad mientras jugaba con un mechero.

- ¿y vosotros dos?- preguntó Raquel sacando una caja roja, que no llegaba a ver bien.

- cuando Berta os llamo al despacho, Jackson y yo empezamos una guerra de comida- rio por lo bajo mirando a un chico de pelo castaño sentado debajo de la litera de donde estaba Bailey. Era mono, pero si era amigo de Bailey seguro que es otro gilipollas.

- ¿y tú eres?- Raquel cerro los ojos y miro al peli negro con cara de asco.

- si no sabes quién soy , yo te lo digo guapa , soy Hugo, el chico que más niñas quieren en el internado y no vas a tardar en caer a mis brazos- si, definitivamente me caía mal, tal que me pareció insoportablemente engreído, solo esperaba que esta noche no fuera tan larga.

Mientras me acomodaba en la cama de arriba, Raquel me susurró.

- psst, Dianne, acompáñame al baño, no te vas a arrepentir- seguidamente se levanto de la litera de abajo y entro al baño.

Yo hice lo mismo, y al entrar cerramos la puerta con pestillo.

¿Que pasa?, pregunte, Raquel río y me enseño la caja roja, ahí vi como se podía apreciar un tinte de pelo.

-¿tienes planeado teñirte?- ella asintió y me pidió ayuda. Así que la noche no iba a ir tan mal después de todo.

Comenzamos a reírnos y a hablar, nunca sacamos un tema incómodo, pero Raquel me había parecido súper agradable, se que por sus pintas no lo parece, pero en este mundo la gente subestima mucho, ya es hora de dejar de juzgar por muy acostumbrados que estemos pensé mientras aplicaba la loción por todo su cabello.

Mientras esperábamos a que el tinte hiciera efecto, cogí unas tijeras y sin pensar, agarre un mechón y lo corte, ¿que si me arrepentí?, digamos que ya era demasiado tarde. Una vez eso comencé a cortarme el pelo, Raquel mientras reía me ayudaba y me hizo tres coletas para cortarme, cada una más tenía que cortar, así que al terminar acabé con el pelo por los hombros me había cortado la mitad de mi preciada melena morena que casi llegaba a la cintura, no quedó nada mal. Todo el pelo estaba en el lavabo, y el tinte estaba por todas partes. Si que me lo estaba pasando bien. Estar con Raquel hasta ahora había sido divertido, nunca había tenido amigos ni había ido a un colegio , porque mis padres no me dejaban y menos al separarse.

1 hora más tarde, el rojo sangre había quitado todo el rubio de Raquel, pero ese rojo le favorecía más.

Entre carcajadas y sentadas en el baño Raquel me preguntó- ¿porque estás tú aquí?- creo que es el momento de contarle esto a alguien, de poder abrirme y desahogarme, no lo sé, y tampoco pensé en decirlo. - te lo contaré en otro momento, ahora no estoy lista.

Me sone la nariz y le pregunte lo mismo, ella no parecía incómoda al hablar de eso , solo se saltó algunas partes y me explico.

-Mi hermano y yo somos gemelos, pero el siempre fue el bueno, el premiado en todo, nunca estuvo nada mal hasta que encontraron cancer a mi madre, el cancer pudo con ella y mi padre empezó a beber, no estaba nunca en casa hasta tal punto que estuvo una semana sin venir y al volver vino con una mujer y dos niños, no estuvo tan mal porque la mujer nos ayudó, ella era psicóloga y nos dio a entender que habíamos pasado por un mal tiempo y mi hermano y yo teníamos problemas de grado medio, mi hermano tiene falta de déficit de atención y le bajaron un montón las notas y yo sufro de dislexia, me cuesta escribir y leer, así que mi padre nos mandó a fuerza bruta aquí. Y aquí me encuentro, odiando a mi padre y a mis hermanastros pequeños porque, verás cuanto tardan en casarse y olvidarse de nosotros- me dolía saber que había gente pasándolo muy mal y que Raquel hacía como si no le doliese, a través de sus ojos se veía dolor, nadie de aquí parecía perfecto pero lo simulaban y eso me frustraba más ¿Quién nos ha enseñado a esconder nuestros sentimientos? y porque lo hacemos aún así sabemos que es malo.

El sonido de la puerta interrumpió aquel momento.

-oye, necesitamos ir al baño, podéis dejar el baño libre, que ya habéis estado una hora allí por lo menos- dijo una voz irreconocible, la única persona a la que no había escuchado hablar estaba tras la puerta.

Quite el cerrojo y Jackson pasó adelante y vio todo el desastre.

- pero que coj..-Abrió la boca en forma de sorpresa.

En un segundo se asomaron los otros dos
- pero tú no eras rubia- dijo Lucas al segundo de asomarse.
-ya y la otra tenía el pelo más largo- concluyó Bailey.-menuda la que acabáis de armar-

Si tú supieras [en proceso ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora