*Capitulo 7*

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-¡Déjame verte!-Raquel aporreo la puerta.
-¡voy!- me coloque el tirante rojo y lo apoyé en mi hombro derecho. No me había dado tiempo a comprar un vestido así que Raquel me dejo uno, era rojo, pero más bien un rojo carmesí, precioso, el vestido me quedaba justo, porque Raquel era más delgada que yo, y me había dicho que este vestido era de su talla pero le quedaba grande así que me iba a entrar, a parte era largo, no se alcanzaban a ver los pies, y la parte de arriba era preciosa, tenía un escote pronunciado, pero no llegaba a enseñar nada. Di miles de gracias a Raquel, porque de verás que me salvó.

Salgo del baño- te queda perfecto- me dijo Raquel.

-lo sé, que pena que no tenga pareja con quien lucir este vestido- si, era cierto, creo que era la única que no tenía pareja en todo el internado, Raquel iba con Lucas, y Tamara con Tony, pero yo no tenía pareja, nunca me llegó una carta en ningún buzón.

-no te preocupes si total vas a estar ocupada poniendo mas bebidas en las mesas y tal- es verdad, Tamara tenía razón.

-entonces que, ¿estáis listas para esta noche?- no se si lo estaba, sinceramente nunca había salido de mi casa, ni había tenido del todo amigos, ni móvil, y menos había ido a una fiesta.

Volví a entrar al baño y me puse de nuevo el uniforme. Estas semanas habían sido una locura, así que no me esperaba nada normal; para esta fiesta.

Quedaban apenas minutos para el baile, la gente no salía de sus cuartos, hasta algunos gritaban por los pasillos, para conseguir maquillaje o alguna prenda, me retoqué mi pelo y dejé que Raquel y Tamara me maquillaran, ya que nunca había tocado nada de eso, ni me había puesto nada en la cara.

- ¿seguro que se ve bien?- pregunte.
- si hazme caso, te ves genial- respondió Raquel mientras me aplicaba un gloss de tono cereza con brillitos.

- ahora mira hacia arriba, que te voy a rizar las pestañas y a aplicar máscara-

- bien-

-no te muevas nada Dianne o te acabare clavando algo en el ojo-

Al terminar me miré en el espejo, me veía distinta, nunca sabía que productos para la cara podían hacer tal magia, esas cosas cambiaban radicalmente, ahora se porque los hombres van detrás de niñas así, parece que he salido de una película de súper espías, como aquella novela que me leí, cuando me quedaba en casa lo único que había era estanterías de libros, la televisión la tenía prohibida, pero a veces cometía una ilegalidad y hacía zapping para ver qué había en aquel aparato.

- oh, wow, Dianne, te ves muy padre, además me encanto tu vestido- Tamara estaba viéndome de arriba a abajo, pero mientras ella hablaba yo veía que no se encontraba bien, tenía las facciones muy marcadas y la piel muy pálida, creo que la pasaba algo y entonces de la nada Tamara se acercó a la taza del váter y comenzó a echarlo todo por la boca, Tamara no paraba de vomitar, me dio un impulso y la agarré el pelo. Mientras veía como Tamara vomitaba, Raquel se asomó.

- ¡¿que está pasando?!- dijo Raquel mientras apurada se colocaba un pendiente.

-n-nose ella, yo...- mi pulso se aceleró una vez más, no me gustaba como iba a acabar esto necesitaba relajarme, estaba muy tensa, sabía que no tenía la culpa, pero ver sufrir a una persona, para mi ya no es que sea una costumbre es que duele y quema, ver como no te dijeron que estaban mal, entonces por parte si me siento culpable pero por otra, no lo sé, paso tan rápido que ni me di cuenta, a lo mejor me odia y por eso no me lo ha dicho.

- ¿Tamara?, todo bien, que tal te encuentras- Raquel la estaba tocando la espalda, y ahí fue cuando Tamara paro, paro de vomitar, se levantó y se enjuagó la boca, mientras nosotras nos mirábamos y nos preguntábamos entre señas que acababa de pasar.

- ¿estás mala Tamara?- pregunte
- a lo mejor deberías quedarte en la cama y no ir al baile-
- estoy bien, y voy a ir al baile-
- ¡pero dinos que te pasa Tamara no nos dejes así!- grito Raquel alterada
- ¡¿que me pasa?!, ¡¿QUE, QUE ME PASA?!, claro Raquel, no todas somos como tú y Lara con cuerpos perfectos, y una cara perfecta, viéndoos a vosotras yo no soy nada, lo que me pasa es que no quiero ser yo, no me gusto, y por esa razón, por muy perfecta que parezca, no lo soy, y asimilando que quiero ser tan guapa como tú, no he comido en estos días, desde que empecé aquí está semana, casi no he dado un bocado a nada, y antes, bajé a la cocina, y había una tarta de cumpleaños recién hecha para celebrar el 66 cumpleaños de la monja maría Luisa, y me la comí, ¡me la he comido entera!, llevo rogando que me entre este vestido durante siglos, y ahora lo he echado todo, pero por lo demás estoy completamente bien, gracias por vuestro tiempo, ahora quiero que hagáis como si no lo hubieras escuchado.- todo lo que acababa de decir Tamara nos dejó sin palabras a mi y a Raquel, estábamos quietas en el baño, intentando asimilar cada detalle, mucho para mi, y para cualquier persona.

-Tamara, que sepas que me hubiera gustado ayudarte- dije inconscientemente mientras veía a Tamara retocarse el vestido

- si, yo, yo no tenía idea, me siento fatal, solo quiero que sepas que ya te ves bonita y si la gente no te quiere por tu cuerpo manda todo a la mierda, porque se lo que cuesta encajar en la sociedad, se que te costará asimilarlo, pero no lo hagas sola, déjanos ayudar- Raquel se sentó en un extremo de la cama y abrazo a Tamara, seguidamente hice lo mismo apollandome sobre uno de los bordes, las dos limpiamos la lagrimas de la cara de Tamara y ayudamos a volverla a maquillar. Mientras esperábamos poder bajar, aunque yo tenía que bajar diez minutos antes para revisar todo, tenía todo el tiempo de el mundo para ayudar a Tamara ahora.

Si tú supieras [en proceso ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora