*Capítulo 12*

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Jackson

Sabía que lo que yo iba a hacer a Dianne no le iba a gustar nada, después de contarle todo lo que pasó ella se fue a dormir. 

Llegó la mañana del miércoles, y tenía un plan, necesitaba entrar en el pub y encontrar a ese tal Daniel, le prometí a ella que nunca la iba a hacer daño y eso lo voy a cumplir. Desayuné y me fui a clases.

No se como pretendía buscarle, pero me decidí por hablar a Lucas a la hora del recreo.

-Lucas, hola- corrí tanto hasta alcanzarle que me paré en seco para recuperar aliento.

-¿que quieres Jackson?- su mirada seca y hundida nos indicaba una buena señal, iba un poco ido y sería más fácil sacarle información.

-Necesito entrar hoy al pub-

-no- el parecía relajado con su cigarro, pero necesitaba su atención, necesitaba convencerle.

-¡joder! ¡ por favor!- nunca había rogado tanto a una persona y aún así ni el se interesó

-no, ¿para que quieres?-

-es que, a ver, es Dianne- su mirada reconectó con el mundo y me extendió un papel con una hora. A que el le interesara Dianne no le di mucha importancia por que solo me centraba en matar a ese mamón. Aquel papel marcaba las 8 pm en la puerta de la salida. Y así fue, me vestí y huyendo de la cena me escapé hacia la puerta. Ya que era antes de cenar y las monjas estaban más alerta y me costo salir mas, pero al llegar nos marchamos bajando la enorme colina hacia el pueblo.

-¿y bien?- me pregunto lucas mientras un hombre bien vestido conducía en el asiento de delante haciendo como si no escuchara nuestra conversación

-Busco a un camarero de los que trabajan allí, en el pub, se llama Daniel- 

-¿qué le hizo a lara?- 

-Luego te cuento,  que ya estamos llegando, ¿esta el trabajando aquí?-

-sí, trabaja hasta tarde entre semana ¡ahora quiero que me digas por que coño quieres a Daniel!- le tiré una mirada asesina, ya estábamos en el pub y mis impulsos me hicieron ignorarle.

-voy un momento a hablar con el jefe a unas oficinas cerca de aquí dame 5 minutos y vuelvo, no la líes ¿ok?- 

-si, no te preocupes, yo me ocupo- sonó hasta sarcástico lo que dije, yo sabía perfectamente lo que iba a hacer y había pocas posibilidades de que saliera bien.

-¡¿Dónde coño esta Daniel?!- grite enfadado.

-yo soy Daniel, ¿pero que haces aquí y para que me quieres?- La sangre hervía por mis venas, el estaba en la barra fregando unas copas, así que casi corriendo y apunto de explotar le metí un puñetazo en toda la cara.

-¡pero que coj..! ¡que te he hecho!- ahora mis puños estaban ensangrentados y su cara roja, me extrañaba que no le rompiera la nariz, pero esto no había terminado.

-¡TU LA TOCASTE Y NO TE ATREVAS A VOLVERLO A HACER, MIRA ANORMAL, CON DIANNE NI UNA!- ese momento pasó tan rápido que en un segundo ya estábamos hartándonos a puñetazos y de no ser por Lucas que pareció desaparecer en unos instantes no lo maté de milagro. Cuando Lucas entró Daniel estaba cao en el suelo donde corría un poco de sangre en el suelo, y tanto el como yo cubiertos de moretones, rojeces, sangre y heridas, lo único es que yo había dejado inconsciente a Daniel.

-¡¿Pero que narices te pasa?! ¡necesito esto limpio en media hora!- me grito Lucas. Yo todavía sin decir nada salí del local apretando mis puños heridos y me metí en la camioneta, Lucas me seguía y me gritaba pero yo no escuchaba, ya había dado su merecido a ese anormal, ya estaba en paz. 

Nos montamos en  la camioneta de antes, que estaba aparcada en doble fila en la puerta del pub y volvimos al internado mientras que otra camioneta dejaba a Dani en una esquina en la siguiente manzana porque según Lucas no se iba a acordar de nada cuando despertara. 

Ninguna monja pareció frenarnos en el camino a nuestra habitación excepto Dianne. Ella me miro con mucha preocupación y yo me derretí por dentro, pero aún así quise dejar ese sentimiento de lado, para poder centrarme en mí. Ella se acercó a mí cada vez más atenta a mis heridas, sus amigas subieron por las escaleras y así mismo hizo Lucas y un millón de chicos y monjas, pero solo ella se percató de mis heridas, entre tanto mogollón de personas por muy mal que estuviera yo pasaba desapercibido pero solo ella me notaba, me daba mariposas ese sentimiento. Era tan diferente a lo que solía vivir yo. Me encantaba.

-¿Se puede saber que te ha pasado?- me pregunto.

-¿a mí?, nada-ella puso sus ojos en blanco y más tarde se le ilumino la mirada como si supiera de lo que hablara.

-¿No te he visto a la hora de la cena? dime la verdad- cada vez el pasillo se vaciaba más y eso nos dejo casi solos a los dos.

-¿Te acuerdas de Daniel?-

-si, espera, ¡no me digas que!- su cara de sorpresa me dio gracia, por mucho que ella dijera que era tonto por haberme metido en un lío ella parecía estar más aliviada, así que yo me sentí bien.

-sí, te dije que nadie te iba a hacer daño, le di su merecido a ese mamón- me comencé a encontrar débil, con falta de energía, no se que me pasaba pero me encontraba mal, muy mal.

-Estas pálido Jack, ven, te llevaré  a enfermería- me dijo mientras me miraba con curiosidad y me agarraba de la mano para llevarme.

-¡NO! a enfermería no, por favor, allí miraran mi ausencia y hablaran con mis padres por que no llevo unos buenos años aquí, por favor no digas nada- 

-esta bien, pero mira que eres bobo para meterte en estos líos, ven, te llevaré a mi cuarto para curarte ya que no queda más remedio- en efecto no aguantaba más y mientras ella me agarraba dándome la mano y segundos más tarde caí al suelo, seguidamente todo se volvió negro y dejé de oír y andar. 





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