La Caída de Rohana | El Fin

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Con los primeros rayos del sol, el pueblo de Roswald estaba a penas liberándose de su letargo

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Con los primeros rayos del sol, el pueblo de Roswald estaba a penas liberándose de su letargo. Sólo las gotas del rocío, algunas desdichadas aves diurnas y las finas capas de polvo que había sobre los libros fueron testigo de la tragedia que estaba por suceder.

     La princesa Rohana se hayaba sumergida en un libro. «La magia indómita», figuraba en su lomo. No se inmutó cuando escuchó el ruido de una puerta abrirse ni cuando la oyó cerrarse. Su expresión continuaba serena, pero le sonrió amablemente a su protectora, ignorando que sería ella la que acabaría con su vida.

     —Están todos dormidos —susurró la Guardiana—. Tenemos que hacerlo rápido.

     La princesa, con un asentimiento, dejó con cuidado el libro sobre la mesa y sacó de entre sus hojas un trozo de pergamino escondido.

     No hicieron falta las palabras cuando una pequeña llama apareció sobre la palma de su mano. Un sonrisa de jolgorio se instauró en su cara, sin embargo, no fue consciente de que el rostro de la Terrible Guardiana se encontraba entre las sombras, expectante.

     Entonces, la tragedia ocurrió. El fuego comenzó a recorrer la piel de la princesa, el suelo de la biblioteca, las estanterías que sujetaban miles de tomos llenos de sabiduría como si fuera un viajero en un desierto en busca de agua. El grito agonizante de la princesa fue acallado por el crepitar de las llamas  con sus pulmones llenos de humo y ceniza, a penas fue capaz de divisar la sonrisa tétrica de su Guardiana.

     Invocando la magia antigua, la Guardiana se vio envuelta en una luz cegadora y, en medio de todo el caos, pidió su único deseo: el poder de la joven heredera.

     A la princesa se le cayó el alma a los pies al percatarse de que estaba sentenciada, siendo capaz únicamente de emitir un grito desconsolado.

     —¿Acaso no somos como hermanas? —le preguntó esta—. ¿En cuerpo y alma?

     A lo que la Guardiana contestó:

     —No, pues soy un ser malvado y mi naturaleza es engañosa y traicionera.

     Y, a continuación, soltando una maliciosa carcajada, dio fin a la vida de Rohana la Sabia, princesa heredera, cuyo único error fue atreverse a querer a una Guardiana.

Extracto de La Caída de Rohana la Sabia, princesa heredera de Roswald, de Lyn Air, escriba de la princesa Rohana.

Extracto de La Caída de Rohana la Sabia, princesa heredera de Roswald, de Lyn Air, escriba de la princesa Rohana

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