Que Buena Forma De Morir

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Fuimos apartando camino e intentando pasar por las ramas de los grandes pinos.

Vimos a lo lejos un lago que estaba custodiado por guardias; cada uno tenía una lanza un escudo, o uno de esos látigos de metal, trágicamente ya estaba familiarizada con esos látigos.

Kane hizo un gesto para que me  detuviera, se agachó y sacó de su mochila un mapa, en el cual tenía dibujadas con carbón la legión de aire.
Apoyo el mapa en el piso y empezó.

–muy bien, esto será simple (en su mayoría), hay un ejército que rodea toda la legión así que debemos encontrar el punto más débil. El mayor problema que tendremos en ese momento será que la guardia está formada por Raizanos, no todos son tan poderosos, pero no dudes que te mataran si tienen que hacerlo. Los atravezaremos por un túnel que está al costado del lago, es de noche así que dudo que alguien nos vea. Pero te advierto: ni loca toques al lago –iba a interrumpir pero me frenó –espera, con eso de lado, el túnel llegará a la estadía de Innér, el jefe de su legión, a estas horas debe de haberse ido, así que, tomamos lo que vinimos a buscar, y luego nos podremos marchas felices comiendo perdices.

No entendí nada pero lo único que quería era irme a mi legión, así que es un riesgo que debo tomar.

–será fácil...

–si lo será.

–... Morir.

–si, eso también–dijo.

Le sonreí.

–entonces no hay tiempo que perder.

Nos pusimos en marcha y seguimos el plan de Kane.

Rodeamos el perímetro, nos escondímos tras una roca. Tomé una piedra y la lancé a el otro extremo, en el cual al caer quebró unas ramas. Eso pareció llamar la atención de los guardias. Sacaron sus lanzas, y esperaron.

–¿tu por la derecha y yo por la izquierda?–dije.

–hecho.

Esperamos a que pasara el pánico de los guardias y salimos.

–¡ahora! –le susurre.

Saltamos de nuestro escondite. Desarme a un guardia, giré sobre mis rodillas y le lanze una daga a uno iba a atacar a Kane. Me puse de pie de un salto, me abalanzé sobre un Raizano, este ocupó su poder y me lanzó por lo aires. Me estrellé contra un árbol, caí de rodillas y lancé otra daga que acabó con la vida del Raizano.
Kane tenía a tres encima, peleaba bastante bien, pero uno le asestó un golpe en las costillas y cayó a el suelo sin poder respirar. Desenvaine mi katana, rodé debajo de las piernas de uno y lo ocupe como escudo contra los otros dos, uno de ellos  lanzó una lanza que iba dirigida a mis costillas, la corté y dirigí la punta hacia el, cayó con la mitad de su lanza clavada en el pecho.
Al recuperarse, Kane terminó con el guardia restante.

Pero venían más. Muchos más.

–Sarahi –me miró –ves esas rocas al costado del lago –asentí –bien, dirígete hacia ellas. Te llevarán a su estadía. Debes buscar un diario ¿okey? De cuero, bastante antiguo –hablaba lo más rápido posible, ya que el ejército nos alcanzaba –cuando lo tengas, haz el sonido de un pajaro. Iré hacia ti, y buscaremos la forma de salir.

Me quedé pasmada, Kane era bueno en  batalla, pero no se si pueda contra un ejército de Raizano.

–pero...

–si quieres volver a tu legión harás lo que te digo –Interrumpió –no hay tiempo. Suerte.

Colocó una flecha en su arco y la disparo contra uno.

Puede que esta sea la decisión más tonta que he hecho en mi vida. Corrí hacía dónde me indicó, salté las rocas y me deslicé en ellas, había un tope de madera, lo retiré y me lanze a el túnel.

Era diminuto y había que arrastrarse por las salientes rocas inundadas de tierra. El recorrido fue largo, muy largo. Las rocas temblaban con las pisadas de los legionarios de aire y caía tierra en mi cuerpo.

Llegué al final del tunel. En el tope del túnel  había un fino metal con la manilla de una puerta. Pegue la oreja a él frío metal: silencio. Giré la manilla con cuidado y me impulse hacia el exterior de la puerta. Estaba oscuro, apenas se podía ver, mis ojos se empezaron a acostumbrar a la oscura habitación, se vio un escritorio de madera, detrás de él había un gran ventanal con vista a el lago, o bueno estábamos sobre el lago...
Me dirijí hacia el escritorio, debía de buscar el diario. Entré en silencio, revisé los estantes, cajónes y hasta la silla. No encontraba nada. Me giré, dí unos pasos y escuché el sonido de una tabla crujir bajo mis pies. Me agaché y golpeé la tabla... Era hueca, la desencaje, y abajo de esta había un viejo diario de cuero, tenía un listón que lo rodeaba y hacía que algunas hojas no se escaparan de la libreta. Lo tomé. Pero antes de que pudiera reaccionar. Se escuchó una alarma.

Deje la tabla en su lugar, y corrí hasta el túnel en el que había llegado, escuche pasos tras la puerta de la estadía, y también escuché pasos detrás de el túnel. Estaba atrapada. Cante el sonido de un pájaro y Desenvaine la katana.

Alguien venía por el túnel, me quedé en su salida para atacarlo, pero para mí sorpresa fue Kane.
Suspiré de alivio.

–estas vivo. Eso es bueno.

–si, no soy tan fácil de matar –dijo sin aliento.

Estaba exhausto y hecho polvo. Escuchamos cada vez más pasos y más voces.

–¡Señor, se encuentran en la oficina de nuestro líder! –dijo una voz por el túnel.

–¡Están aquí! –dijo otra voz, detrás de la puerta de la oficina.

No teníamos donde ir.
Travé la puerta, ambas puertas, los soldados las forsaban intentando derribarla.

Y justo en ese momento de gran revelación se me ocurrió una idea.

–Kane, ¿confías en mi?– pregunté.

–no mucho.

–perfecto. ¿A la de tres?

Me miró sin entender, luego captó mi plan, y me miró estupefacto.

–¡estas loca! Nadie a salido con vida de ahí. Nadie.

–que alegría seremos los primeros –dije con falsa alegria –tengo el diario, es lo que necesitabas, ¿verdad? Entonces ¿a la de tres? –pregunté de nuevo.

Seguian intentando atravesar la puerta, hasta que lo hicieron.
Me miró con una última mirada de vamos a morir.

–a la de tres.

Corrimos hasta la ventana, tire la silla hacia ella. Se hizo añicos y saltamos por ella hacia el oscuro lago.

La Quinta Gema Del Infierno I Donde viven las historias. Descúbrelo ahora