Lo Siento

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Un pitido resono en mi cabeza, martilleandome el cráneo.

–!ahh! –grité, cuando sentí un dolor punzante me atravezó el brazo.

No veía nada. Estaba en el suelo, tapada por escombros.

Una explosión.
Me había tragado una explosión.
Las lágrimas me saltaban en la cara demacrada por la tierra. Me costaba un mundo respirar y cuando lo hacía, solo inhalaba polvo de escombro.

No estaba muerta, eso lo tenía claro. Pero ¿porque?
Mi brazo mordía en dolor.

Una explosión.

En ese momento entendí.

Di un grito de rabia.
Era demasiado tarde. Era demasiado tarde. Mildred estaba atacando la legión.
No oía nada más que ese rezonante pitido.

Kane...

Kane...

Él fue lo último que vi. Yo sobreviví a la explosión, porque soy de la legión de fuego... Pero él...

Grité entre sollozos que destruían mi garganta.

Sus tormentosos ojos bañados en pánico al gritar.
Reproducía la escena una y otra vez.
"¡Sarahi! ¡No!".

–¡Kane! –grité con mi garganta destruida –¡Kane! ¡¡KANE!!

Gimoteos escapaban de mi garganta sin control, las lágrimas quemaban mis ojos.

–Noah... –susurré con los labios temblorosos por los sollozos.

Abre los ojos, me dije.

No podía, me retorcía en mi propio dolor, no tengo la valentía para hacerlo y ver toda esta muerte. Toda esta gente que estaban felices, Fei y todas las demás personas que había escuchado reír... Ya no están.

Poco a poco, el pitido fue disminuyendo, aún presa de mi dolor y lágrimas. Me obligué a abrir los ojos, una especie de castigo por no detenerlo.

Los abrí con pesadez. Todo parecía pasar en cámara lenta.
A mi alrededor habían escombros y... Personas.

Intenté pararme, pero el dolor en el brazo era cegador. Apreté los dientes con fuerza, tanto que pude haberme roto la mandíbula. No me importa el dolor, yo estaba viva, por mi culpa estaban muertos, merecía algo peor que la muerte. El odio hacia mi misma se interpuso en mi dolor obligándome a sentarme en mis rodilla, las puntudas piedras me carcomian las rodillas.

Ahogue un llanto al verlos ahí, todo estaba cubierto de una neblina. Al lado mío una mujer mayor abrazaba su inerte cuerpo como si intentará darse calor. Sus razgados ojos que alguna vez se arrugaron para recibir una sonrisa, permanecían abiertos, vacíos.

–lo siento –lloré, las lágrimas escurrian por mi nariz, mientras me inclinaba sobre ella, apreté los labios con fuerza para no derrumbarme –lo siento mucho...

Mis oídos se estaban despertando, para escuchar los gritos de la gente y de espadas chocando. También escuché las súplicas de los legionarios indefensos, suplicando una muerte rápida.

Muertes que descansaban en mis hombros.

Cada muerte. Cada grito. Cada súplica. Cada dolor. Era mi culpa.

Shula murió por mí, porque yo quería volver por el estúpido collar. Sus vacíos ojos parecían mirarme, perseguirme, castigarme.

Afra...
Ni siquiera me permitía pensar en ella, su recuerdo era tan doloroso...
La madre que me amó sin pedir nada a cambio.

La Quinta Gema Del Infierno I Donde viven las historias. Descúbrelo ahora