Capítulo 3

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Tony suspiró, al ver como Fury ingresaba al pequeño salón que Strange les había prestado para tener su junta con él director del equipo.

—Buenos días—anunció él mayor mientras que todos los demás se levantaron a excepción de Strange y Stark, que no tenían el humor o energía para hacerlo—. Doctor, gracias por venir a nuestra junta.

—Créame, si por mi fuera no estaría aquí—declaró sin pena alguna—, pero Wong me dijo que si rompían algo él no lo iba a limpiar y yo tampoco lo haré, así que por ende, debo de ver que no se maten o que al menos si lo hacen, limpien todo.

—Que gentil de tu parte—murmuró Tony mirándolo con diversión a lo que Stephen sólo le regresó la mirada.

—Hoy cambias las sábanas de la cama—le pidió—. Se cambian cada dos días, así que te toca hacerlo.

—Lo haré si te dejas de niñerías y duermes conmigo hoy—anunció extrañando e incomodando al resto—. No voy a permitir que sigas durmiendo en tu biblioteca con tu cobija mágica.

—Y yo no voy a dormir contigo, ya lo dije—afirmó serio, cruzándose de brazos—, así que ya no insistas.

—Sabes que voy a conseguir mi cometido—comentó encogiéndose de hombros—, y eso deberías aceptarlo.

—y tú deberías saber que no voy a ceder, jamás lo he hecho y no será la primera vez que lo haga.

—jimis li hi hichi—repuso en modo de burla—. ¿Y la vez qué conseguí vestirte de Sherlock para la fiesta de William? ¿Cómo le llamó a eso?

—Lo hice por que quise—repuso avergonzado, evitando la mirada del genio a toda costa.

—¿y lo de los gemelos?

—Ya les traía ganas—afirmó mirándolo.

—Y Hammer.

—Lo detestaba.

—Gran punto—admitió, pensando rápidamente en cómo ganarle—. ¿Y lo del departamento?

—No soportaba a mí nuevo compañero de cuarto—respondió con firmeza si dejarse intimidar.

—Jamás vas a aceptar que fui y soy yo él único que te hace ceder—murmuró sonriéndole de forma ladina, a lo que Vicent sonrió y se humedeció ligeramente su labio inferior ante el mirarlo y murmurar con su voz grave:

—Nunca lo haré, pero, puedes seguir soñando y fanfarroneando con lo que desees, animal arrogante.

—Y así lo haré, inglés enaltecido y creído.

Todos a su alrededor los miraron sorprendidos por la forma en la que se comportaban y hablaban, insultándose como si fuera lo más normal de la vida y como si sus palabras no le doliera para nada, realmente parecían cercanos, ya que cuando se insultaba, parecía más un halago a oídos del otro por las sonrisas que emitían.

—¿Podemos iniciar?

—Claro, adelante—cedió Anthony antes de escuchar a su superior suspirar y abrir la boca apunto de hablar antes que la puerta se abriera y dejarán ver a un hombre moreno, agitado y jadeante.

—Perdón por llegar tarde, pero había uno asuntos en el ejército que no podía posponer—afirmó antes de adentrarse y mirar sorprendido al hombre que yacía sentado al lado de su mejor amigo que veía a Rhodes con una sonrisa burlesca ante su expresión incrédula.

—¿Stephen?—preguntó él coronel titubeante a lo que Edward sólo sonrió con más fuerzas antes de afirmar—. ¿Eres Stephen? ¿Él neurocirujano? ¿Él amigo de Tony?

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