Capítulo 7

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Hoy había sido un día agotador. Habían estado trabajando en planes y cuestiones de seguridad tras haber conseguido cierta información privilegiada que les permitía saber más cosas de Hydra y de sus próximos ataques los cuáles podrían predecir con mayor exactitud, logrando mayores resultados.

Dado a que todo el día estuvieron ocupados, la presencia de la señorita Potts se dejó recibir hasta la tarde noche, cuando el sol comenzaba a ocultarse y el cielo se teñía de azul.

La mujer entró al lugar analizando todo con sumo interés, maravillada por el aspecto tan rústico, pero cuidado que tenía el sitio a pesar de ser tan viejo.

Pepper sonrió orgullosamente al ver como delante de él estaba Strange, quién la miraba asombrado aunque un tanto nervioso, emoción que nunca dejó ver reflejada en su estoico rostro.

—Pepper—murmuró un tanto titubeante.

—Stephen, es bueno volver a verle—comentó sonriente, haciendo que nada más que sus pasos firmes e intimidantes resonaron por la habitación, tendiéndole su mano al doctor que la miró antes de estrecharla con amabilidad—. Rhodes me había comentado que Tony y tú se habían vuelto a reencontrar, lo cual me alegra infinitamente, espero que tú logres hacerlo entrar en razón con respecto a su salud.

—Hago lo que puedo—musito apenado—. Yo... Lo siento, sé... Sé que Tony ha pasado por cosas muy difíciles y que nuestra situación sólo le dio un estrés extra a su vida.

—Esta bien—le frenó la mujer—. Él está bien, sabes que es fuerte y que jamás podría odiarte, así que no te preocupes, todos entendimos que sólo intentabas recuperar tu vida y que preferiste alejarte de Tony por temer hacerle daño.

—¿Quién le dijo todo aquello?

—La doctora Palmer—sentenció mientras comenzaba a caminar y dejaba que Vicent le guiará por el camino, después de que asegurará que iba con Edward—. Claro, lo último no nos lo dijo a ambos, sólo a mí porque, bueno... Todos no hemos dado cuenta.

—No entiendo.

—¿Realmente no lo hace?—le cuestionó con una ceja alzada que intimido al hombre y lo silenció—. No sé preocupe, yo siempre lo he sabido, desde que usted era amigo de Tony y yo su novia, me di cuenta de que su amor no era tan fraterno como presumía que lo era, y tan sólo bastaba con ver la mirada decaída y cegada de envidia y dolor que transmitía al ver a mi amigo para poder confirmarlo.

—Lamento haberla incomodado.

—Jamás lo hizo—replicó—. Ha decir verdad sólo me sentí un tanto culpable, pero después lo pensé y me di cuenta de que no me odiaba a mí, sino a la situación y lo comprendí, entendí que sabía que yo no tenía la culpa, ya que como muchos más había caído por Tony, entonces, me sentí mejor por ello.

—Lamento haberle hecho sentir así, jamás fue mi intención y espero que eso tampoco haya influido en que terminarán su relación—comentó afligido—. Le he de revelar que de todas las parejas de Anthony, usted siempre ha sido mi favorita, y si debería elegir a alguien entre todas sus parejas, usted siempre sería mi favorita.

—Me halaga enormemente—aseguró sonriéndole con amabilidad—, y no se preocupe, que usted no tuvo nada que ver entre nosotros, sólo nos dimos cuenta de que nuestra vida, propósitos y motivos eran muy distintos y que ellos eran los que nos hacían chocar y habían apagado ese sentimiento de romance, convirtiéndolo ahora en uno más de aprecio y hermandad, algo más fraterno y familiar.

—Me alegra que sigan estando juntos.

—Lo quiero demasiado, jamás podría dejar solo a ese idiota—ambos rieron sutilmente.

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