Capítulo 16

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Strange entró corriendo el edificio, empujando y apartando a todo que se atravesará en su camino.

En cuanto el ascensor se cerró, sintió los segundos más eternos, sintiendo como su respiración se congelaba con cada instante que pasaba, temblando al no saber que estaba pasando y sentir que no sería nada bueno.

—¡Pepper!—gritó Stephen tras llegar al sitio, buscando a la mujer por todos sitios, la que a los pocos segundos se escuchar su voz, salió corriendo de su oficina.

—¡Stephen!—gritó desesperada, corriendo hasta él mientras intentaba no tropezar con sus pesados tacones.

—¿Qué pasó?

—Tony—respondió Potts mientras Strange rápidamente se acercaba a ella y la sostenía tras verla e intentar tranquilizarla—. Tony está en peligro.

—¿Qué le pasó?

—Hammer, él... Él hizo esto, él lo debe de tener.

—Explícame—le pidió con súplica.

—Tony vino, Hammer le dejó un mensaje de que lo viera en una parte del edificio y él fue, pero ya ha pasado tiempo y no ha regresado—afirmo alterada—. Ve a buscarlo, por favor.

—¿En qué parte esta?

—No lo sé, yo... No sé, sólo le dijo que ya habían estado ahí o algo así... No recuerdo.

—Esta bien—murmuró aturdido mirando en todos direcciones mientras intentaba mantener la calma y respirar sin lucir demasiado neurótico—Peter, quédate con Pepper.

Él joven de inmediato obedeció, acercándose a la mujer mientras intentaba calmarla, a lo que Pepper comenzaba a calmarse antes de que de nuevo las pantallas del lugar oscurecieran por completo y dejaran ver de nuevo el rostro de Hammer, palideciemdo aún más a Pepper.

—Me extrañaron.

—¡Tú!—gruñó Pepper señalando acusadoramente—. ¡¿Dónde está Tony?!

—Así no te ves tan linda, Virginia.

—¿Dónde está?—cuestionó Stephen molesto, caminando hasta donde la imagen del desquiciado competidor de Tony se reflejaba.

—Es bueno verte, Stephen—comentó sonriente—, aunque, no creo que deberías estar tan a la defensiva.

—Te hice una maldita pregunta Hammer, responde—exigió alterado—. ¿Dónde está?

—Sólo quería hablar un poco con él en privado, Stephen—respondió sonriente a lo que él hechicero maldijo.

—¿Qué le hiciste?

—No lo sé, quizás tuve que calmarlo y dormir lo un poco para que no se opusiera a tener nuestra charla—comentó de forma vaga a lo que Steve de inmediato se acercó a dónde estaba la imagen de Hammer—. ¡Capitán! ¡Qué sorpresa tan magnífica es tenerlo!

—Dámelo—exigió.

—Lo lamento, no puedo hacerlo o al menos no todavía, pero si lo desean, lo pueden venir a buscar.

—No me obligues a repetir la pregunta, Hammer—gruñó Strange colérico a lo que el magnate sólo suspiró.

—Está bien, está bien, les diré dónde pueden encontrarlo, pero para eso haremos un juego.

—No tenemos tiempo para estupidez—reclamó Vicent.

—Necesito tres personas allegadas a Tony para que respondan la pregunta que les voy a hacer sobre él—ordenó—. Ya tengo dos, así que necesito una tercera.

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