Capítulo 11

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Otro día mas comenzó y después de la conversación que Tony tuvo con Loki, su mente por fin lo pudo entender. Amaba a Strange con su corazón y lo había hecho por muchos años, y si ahora quería vivir en paz, debía aceptarlo y no negarlo y huir como el cobarde que era.

Suspiró antes de entrar a la cocina, dejando caer en completo silencio en el lugar que había sido asignados por su amigo, que comía concentrado mientras escuchaba el suave pero constante parloteo del chico, que para su sorpresa no parecía estresarlo o desesperarlo sino que al contrario, lo calmaba e incluso parecía interesado por la "plática" que ambos mantenían, pero de la que sólo uno era participe.

Tony observó de reojo aquella escena, mirando los lindos ojos de su amigo fijarse en él chico, mientras afirmaba o negaba con la cabeza antes de dejar caer su cuchara para limpiarse la comisura de sus delgados labios y continuar proceder a contestar todas las preguntas del chico, que estaban repartidas de forma aleatoria, mientras que unas le cuestionaba sobre la magia y los multiversos, otras le preguntaban por la medicina y los neurotransmisores que habitaba el cerebro.

—Eres bueno niño, felicidades—elogió Stephen a lo que Parker sólo se sonrojó y sonrió orgulloso por el cumplido.

—Él señor Stark me ha enseñado todo lo que sé, él es realmente un genio.

—Lo sé, créeme que lo sé—murmuró a lo que Anthony sólo pudo contener su suspiró de colegiada enamorada mientras sentía sus mejillas arder, apresuradose a tomar de su café.

—¿ha visto sus inventos?

—Fui la primera persona en conocer a  J.A.R.V.I.S.—respondió con orgullo a lo que él joven pareció ilusionarse más al saber que había encontrado un digno rival para descubrir que tan bien conocía a su mentor—. También he visto varios de los planos de la armadura de ironman, el sistema de ensamble de la Torre, de sus casas, y varias de sus armas.

—Que genial—murmuró asombrado, mirando con profunda admiración a lo que él hombre sonrió antes de escuchar las adulaciones por parte del chico, mientras que Tony sólo se mantenían callado mirando su desayuno mientras pensaba una y otra vez, mirando a su amigo que lucía tan calmado y... Debía admitirlo lindo, Strange era lindo. No, no era lindo, era precioso, hermoso, era... Perfecto, esa era la palabra.

Lo miró de nuevo, está vez de una forma más evidente, perdiéndose en aquella a la que siempre considero su salvación, su lugar seguro, su hogar, su todo. Aquello que siempre lo hizo sentir seguro, en casa, que le hizo sentir que tenía el amor que jamás mereció ni recibió de nadie con la misma devoción que su amigo lo hizo.

Recuerda las miradas nocturnas, las caricias a su rostro mientras hablaban de cosas de genios, sacando sus comentarios sarcásticos mientras hablan de lo mierda que era su vida y parejas, quejándose de todo aquello que detestaban, que sí se analizaba, era casi todo lo que tenía la vida, todo excepto el otro... Siempre fueron lo único que estuvo bien en su vida, lo único en lo que está no había errado.

Tony amaba a Stephen, amaba su manera de mirarlo, de leerlo, de entenderlo, de hacerlo enojar, de hacerlo reír, de preocuparlo, de curarlo, de cuidarlo y quererlo.

Lo amaba a él y a la fantastica persona que había sido con él a pesar de que el resto del mundo siempre se quejó de Vicent, diciendo que era una mierda negativa, que corrompia todo lo que tocaba, y palabrería y media que jamás le interesó al genio, que conocía a su amigo, que conocía verdaderamente al chico del que se había enamorado.

—¿Qué te pasa?—le cuestionó Strange levantando una ceja y llamando la atención del resto de los vengadores, que no entendían que pasaba, nadie lo hacía, sólo ellos dos, igual que siempre—. ¿Te sientes mal?

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