Capítulo 6

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El día era agotador, Tony no tenía ganas de hacer absolutamente nada y menos de la reunión que había tenido con Fury y él agente Ross, reunión que lo había dejado molido a más no poder.

Se supone que las reuniones debían ser productivas, pero no habían hecho absolutamente nada que se pudiera catalogar como productivo, sólo se la habían pasado regañándolos por su mal comportamiento durante la fiesta, para después compartirles unos pequeños avances que tenía sobre lo Hydra, avances que para Tony no eran realmente significantes y que le hacía comenzar a creer que Ross y Fury estaban perdiendo su toque, y que este se estaba remplazando por la paranoia y la necesidad de saber que estaban haciendo algo cuando en realidad, ellos sabían mejor que nadie que no tenían absolutamente nada y que estaban luchando en contra del reloj.

En cuanto salió de la junta, a penas y probó bocado, no tenía la suficiente ganas de comer, y estaba más que seguro que eso se debía deber a sus cambios tan radicales de humor y al estrés con el que convivía desde lo que había pasado en la torre y el regreso del equipo a su vida.

Suspiró al dejarse caer sobre la suave y cómoda cama de Stephen, en la que a penas y podía dormir dado a sus problemas con el insomnio. Resopló al pensar en la idea de que quizás podía ir con su amigo a hablar un poco y a pasar el rato, pero instantes después, recordó que este se había marchado desde en la mañana y que le había comentado que lo más seguro era que no volvería hasta la noche. Rápidamente se levantó de su cama y se encaminó a un rincón de la habitación para ponerse a crear prototipos de armaduras o de alguna otra cosa para matar el tiempo antes de que este terminara por acabar con él primero.

Pasaron unas horas y se sintió aburrido de hacer lo que sea que se suponía que debiera hacer, levantándose del suelo, sacudiéndose la ropa antes de acercarse al clóset dispuesto a cambiarse para dar un paseo por ahí.

Después de estar lo suficientemente de conforme con su vestimenta, decidió salir en total silencio y sin avisarle a nadie, sólo tomando al decisión de hacerlo y esperar a que cuando regresará todo siguiera igual de monótono y aburrido.

El aire golpeó su rostro en cuanto salió, mientras que los últimos rayos del sol chocaron contra sus ojos, aturdiéndolo en su andar y haciéndole perder su ya tan malo sentido de orientación.

Después de andar por unos cuantos minutos, dio con un pequeño parque, que muy probablemente por la hora estaba desierto de niños y en sí, de cualquier rastro de vida humana, dándole la libertad de vagar por el lugar, deteniéndose a observar por primera vez lo maravillosa que era la naturaleza y lo poco acostumbrado que estaba a ella, pero aún así, le gustaba. Siguió vagando por el parque, recorriendo cada centímetro de este hasta que se cansó, y se dejó caer sobre un viejo y oxidado columpio, en el cual comenzó a mecerse hasta que el suave rechinido lo llevó a recordar un anécdota con Strange.

Ambos eran jóvenes, quizás Stephen tenía diecinueve cuando ocurrió, pero aún lo recuerda.

Era media noche, la ciudad estaba sumida en silencio, mientras que ellos dos caminaban de regreso a la mansión de los Stark, donde se supone que debían estar en lugar de estar vagando por la noche borrachos, tarareando canciones y bailando al compas de estas.

Recuerda que se detuvieron frente a un parque, Vicent se quejó, alegando que ya era tarde y que si alguien descubría que no estaban en la mansión los matarían ambos, pero Tony no lo escuchó y sólo fue a sentarse en un columpio, deslizándose suavemente hasta que la presencia de su amigo lo obligó a detenerse y alzar la mirada para verlo. 

«Sé que suena imposible de creer, e incluso tonto, pero... Nunca me había subido a un columpio» le dijo sonriendo con vergüenza, y riendo al tener en cuenta lo estúpido que debía verse en ese momento. «Siempre quise a hacer esto, perdón, ya nos podemos ir»

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