Capítulo 19

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Seis meses habían pasado desde los eventos tras la salida y venganza de de Hammer. Seis largos meses y las cosas no habían cambiado.

Tony seguía inconsciente, mientras que Hammer se le había dado cadena perpetua mientras que S.H.I.L.E.D., se había encargado de Hydra, encarcelandolos en una prisión de máxima seguridad, miemtras desmantelaban otros planes que tenían.

A lo largo de esos seis meses las esperanzas de todos habían decaído enormemente. Todos seguían con sus vidas, aunque debes en cuando regresaban al hospital para ver cómo seguía Anthony o si había alguna novedad, pero por desgracia no había nada, o al menos eso decía Stephen, quién era él único que iba diario junto con Peter.

—El otro día estaba limpiando el santuario—comentó Strange mientras se levantaba de su silla y se acercaba a la caja que había traído—, y me encontré con algo que te gustaba mucho, y que se que cuando despiertes me lo querrás quitar, lo cuál no evitare, sin embargo, por el momento tendrás que conformarte con sólo oírlo.

Abrió la caja con cuidado, dejando ver un modelo viejo de un tocadiscos. Lo levantó cuidadosamente y lo dejó sobre la mesa desocupada, sonriendo al ver lo bien que aún se veía. Rápidamente movió el brazo, haciendo todo el procedimiento para poder colocar uno de los discos que había traído consigo. Después corrió de nuevo a la caja, tomando ahora uno de los álbumes que tenía. De inmediato, sacó el disco de la funda, desmpolvadolo y colocándolo sobre el tocadiscos, moviendo de nuevo el brazo del aparato para que este comenzará a tocar una suave melodía de David Bowie, que le robó una sonrisa al médico.

—¿Recuerdas la canción?—le preguntó mirándolo, mientras volvía a tomar asiento y tomaba su mano para besarla suavemente—. Siempre te gustó mucho Bowie, así que estoy seguro de que sabes que canción es.

Strange suspiró al tener niguna clase de respuesta, deseando escuchar aunque sea un murmullo o un insulto, cualquier cosa era suficiente para él.

Cerró sus ojos mientras recostada su cabeza al lado de la cama, escuchando la melodía mientras se perdía en sus recuerdos y escuchaba una suave y embriagadora risa resonar a su lado, mientras besaba su mejilla y sostenía sus manos con firmeza, sin dejarlo caer.

»No te vayas nunca, Stephen, no me dejes sólo... Eres lo único que me queda» Vicent rápidamente abrió los ojos sobresaltado por aquel recuerdo que sin duda alguno no hacía nada más que atormentarlo día y noche.

—No me voy a ir nunca, no te preocupes Anthony, no vas a volver a quedarte solo—murmuró para si mismo, antes de suspirar y reincorporarse, tallandose los ojos frenéticamente mientras intentaba relajarse con la música y que su mente no lo jugará malas pasadas como últimamente sólo sabía hacer.

Alguien golpeó la puerta, sacando de nuevo al hechicero de su distracción.

—Adelante—murmuró, mientras escuchaba la puerta abrirse y veía a todo el equipo entrar junto con Pepper y Christine, siendo esta última quién tenía una cara más deprimente que asustó a su amigo—. ¿Qué sucede?

—La doctora Palmer nos tiene que dar una noticia.

—¿Noticia de qué?—cuestionó de inmediato, poniéndose de pie hasta quedar frente a su amiga, que tomaba con fuerza unos documentos.

—Con el paso del tiempo la oportunidad de vida de un paciente va disminuyendo—comentó de forma fuerte, asustando a todos—. Lo que quiero decir con esto, no es que necesariamente vaya a pasarle algo a Tony, si no que las esperanzas de que despierte cada vez se vuelven menos y menos...

—¿Por qué nos dices eso, Christine?

—Stephen, lamento tener que ser yo quién te dija este tipo de cosas, sin embargo, tú como médico debes saber que es lo que pasa en la mayoría de casos donde hay un paciente en coma por más de seis meses.

—Tony nunca ha sido parte de las estadísticas y está vez tampoco será así—afirmó seguro él peli negro a lo que su amiga suspiró y tocó su hombro después de bajarle un poco a la música que resonaba a su lado.

—Cariño... Tony ya estuvo inconsciente antes y no había tardado tanto en despertar como ahora—sentenció firme, observando como la mirada de todos decaía y sus ojos se llenaban de lágrimas.

—Pero lo hará—afirmó buscando creer en sus propias palabras, aunque en el fondo temía aceptar que quizás estás no eran ciertas.

—Cariño, debes estar preparado para todo—murmuró la mujer, haciendo qur los pequeños ojos de su amigo comenzarán a picarle mientras unas eminentes lágrimas amenazaban con salir.

Él hombre retrocedió unos pasos, se cubrió la boca con su temblorosa mano, mirando de reojo a su amigo mientras las saladas gotas comenzaban a caer lentamente por sus ojos, manchando de nuevo la imagen de hombre frío que se ganó con tanta facilidad.

—Él va a despertar—aseguró en sollozo, mientras su corazón comenzaba a romperse ajunto con el de los presentes—. Ambos lo prometimos, jamás nos dejaríamos solo al otro, yo se lo prometí y él... Él me lo juró.

—Stephen—murmuró Pepper con el corazón roto al ver la expresión paralizada que tenía su compañero, que negaba una y otra vez.

No quería aceptar que quizás lo había perdido, que le había fallado al amor de su vida, que lo había abandonado, como él tanto temió.

El silencio sepulcral cayó, siendo la creciente canción de Wonderwall la que resonaba dentro de la mente de Vicent que jadeaba y sollozaba errático.

—Stephen, cálmate—le suplicaba Palmer mientras lo sostenía, pero su amigo no escuchaba nada que no fuera a esa melodía y a la serie de recuerdos que se reproducían en su cabeza, todos con el único fin de hacerlos sentir miserable.

Because maybe, you're gonna be the one that saves me—murmuró Stephen mientras sonreía y continuaba llorando al recordaba como esa era la estrofa favorita de él y quizás, era la que mejor representaba lo que era Tony en su vida.

And after all, you're my wonderwall—completó una voz en susurro, de manera débil, pero reconfortante.

Strange de inmediato giró su atención a la sitio de donde creía haber escuchado que provenía la estrofa, topandose con la imagen de los preciosos ojos whisky mirarlo, mientras le sonreían con burla.

—¿Tony?

—No idiota... Soy él imbecil al que le gustaba que lo culmpiaras de madrugada—bromeó ante de intentar reír en un susurro, pero jadeando al sentir un malestar en su espalda baja.

—Anthony—murmuró Stephen sorprendido mientras no lo dudaba y se acercaba a él con rapidez, tomando su mano mientras veía la sonrisa de Tony resplandecer.

—¿Qué creyeron? ¿Qué se habían librado de mí? ¡Por favor! ¡Mala hierba nunca muere!—exclamó tranquilo, suspirando al sentir como su amigo se recostaba sobre su pecho y comenzaba a llorar.

Abrió sus ojos con sorpresa y suspiró enternecido ante el gesto de Stephen, acariciando lentamente y con dificultad su cabello, levantando ligeramente su mirada para ver a los demás, que también habían comenzado a llorar o que lucían conmovidos por su repentino despertar.

—Tony, estás bien...

—Pepps, no te preocupes y tú tampoco, Rhodes.

—¡Dios Anthony! ¡Siempre llamando la maldita atención!—Tony rio encantado por los halagos de su amigo, viendo como este se le acercaba también junto con Pepper y Peter, mientras que el resto aún intentaban pasar de su shock.

Palmer sonrió conmovida y con alegría, sintiéndose plena a que su amigo tuviera otra oportunidad para ser feliz, para poder ser feliz junto al hombre que verdaderamente amaba y por el que siempre debió luchar.

—Las segundas oportunidades son muy pocas, pero cuando se dan, se deben de aprovechar—susurró la doctora para sí misma, observando como Strange se aferraba a la vida, a lo que amaba y le hacía respirar día con día, sensación que le hizo confirmar que ahora no lo debería ir, que ahora si lucharía por aquel magnífico hombre.

I Find YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora