Capítulo 18: Palabras

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ADVERTENCIA: Menciones de suicidio.


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A-Cheng estaba dudando si debería o no tocar a la puerta cuando esta se abrió.

-Hola, A-Cheng. -La sonrisa de XiChen fue la primera cosa que sus ojos vieron. -Hola, A-Lian. -Sus ojos cayeron sobre el transportador de mascotas de plástico que Jiang Cheng sostenía en sus brazos.

Era ese día del mes en el cual su departamento iba a ser fumigada por un par de horas y necesitaba irse. Como A-Cheng tenía trabajo, el casero se encargaría de su departamento ese día, lo que significaba que tenía que esperar hasta la noche para volver porque siempre tendían a dejar su lugar para el final.

Normalmente, dejaría a A-Lian con Wei Ying, pero él se estaba preparando para una gran muestra de arte y su casa era un desastre por el cual ningún gato debería pasar. Por suerte, cuando le había llamado para decirle que no podía, XiChen estaba a su lado y se ofreció a cuidar de ella. Era una unión hecha en el cielo, a la gata le agradaba tanto que A-Cheng se sintió seguro de que no le molestaría estar un rato con él.

De su mochila sacó la caja de arena y la nueva arena de gato para poner sobre esta. -No sé dónde te gustaría poner esto. Traje algo de comida, sus platos y un par de juguetes por si se aburre y comienza a portarse mal. Puedes solo poner sus platos por ahí, ella se alimentará por sí sola así que no te preocupes por eso. El mejor juguete para calmarla es su ratón, ama jugar con él así que puedes tirarlo por ahí y la perderás por un buen rato.

XiChen se rió un poco. -Que Papi tan dedicado que tiene. -Le dijo despreocupado.

La palabra Papi le dio escalofríos. -Yo solo... Me gusta cuidar de ella.

-Apuesto a que le encanta. -Cuando ella salió del transportador lo primero que hizo fue ir a frotarse contra las piernas de XiChen.

-Probablemente... Sólo le gusta estar a mi alrededor, y parece que también le agradas bastante.

-Me siento honrado. Me agradas mucho también... eres tan tierna. -Se agachó para acariciarla y ella le siguió el juego por un rato, sin embargo, la nueva casa era mucho más interesante para ella. Jiang Cheng no tenía mucho tiempo para seguir charlando.

-Bueno... les dejaré ahora. Tengo que ir a trabajar.

-¿Quieres que te lleve hasta allí?

-Nah, gracias. No está tan lejos desde aquí.

-Ten un buen día en el trabajo entonces. Nosotros nos divertiremos, no te preocupes.

-Gracias por esto... te debo una, -le dijo antes de irse. En su skate viajó de nuevo a Qishan parando a través de los barrios de Yunmeng y Yilling.

Tres cuartos de su turno habían pasado sin mucho cuando recibió una llamada. Tras hacerle señas a Granny Wen en el mesón, se le permitió ir a atender afuera. Lo que le dijeron le hirvió la sangre. -¿Cómo es que rompiste la llave dentro?

Su estúpido casero había roto la llave dentro de la cerradura y no había forma de sacarla. Jiang Cheng pensó que el hombre era malditamente habilidoso en sólo dos putas cosas: ponerle de los pelos y ser un maldito imbécil. -El cerrajero, ¿cuándo va a venir...? ¿Ah? ¿Mañana? ¿Y qué se supone que haga esta noche? Todas mis cosas están allí dentro. -Gruñó apretándose el puente de la nariz. -Ya sé que hoy es domingo. ¿Y qué? ¿No tienes otro disponible?

Resultó en que si lo quería más rápido, tendría que pagarlo él mismo. Ya tenía poco dinero de por sí, así que eso sería una cara molestia. Suspirando, ya había decidido que necesitaría pedirle a A-Ning que le pasara las notas del día siguiente de la clase de Psicopedagogía. Era un dolor en el culo. Mirando la fecha en su teléfono se dio cuenta que ya era 24 de octubre... Sólo tres meses más para que su contrato terminara. Para ese punto, Jiang Cheng preferiría saltar en frente de otro puto auto a que seguir viviendo allí. Era una pena porque amaba su pequeño lugar, pero no podía soportar más seguir viviendo de esa manera.

Mi fantasía azul | XiChengDonde viven las historias. Descúbrelo ahora