Capítulo 2

5.7K 816 233
                                    

La habitación estaba oscura, lograba distinguir las cosas gracias a la luz de la luna que se filtraba en las ventanas, hasta que una luz parpadeante apareció en medio de la sala.

El pastel flotaba con la pequeña y única vela mientras mi madre cantaba con emoción "Feliz cumpleaños". Estaba cumpliendo un año, el primero en esta nueva vida.

Las luces se encendieron y el pastel se posó en la mesa a la par de mí. Mamá se fue a la cocina y regresó con un cuchillo largo, un tenedor y un plato. Que raro, deberían ser dos. Luego, cortó un gran trozo de pastel y lo dejó en el plato. Esperé con paciencia a que lo pusiera en mi silla de bebé, solo que no pasó.

Ella tomó el tenedor y empezó a comerlo frente a mí, veía como disfrutaba cada pedazo. Cuando se dio cuenta de que la observaba se quedó quieta un momento y luego se rio.

-¿Quieres pastel? -Acercó el pedazo que estaba por comer -¡Oh! Pero eres un bebé, no puedes comerlo. -Regresó el pedazo y lo comió.

¡Que cruel! ¿Por qué compraste el pastel de cumpleaños si yo no puedo comerlo? Ese pastel es mío, ¡es mi cumpleaños!

-Tranquila, te compre otra cosa. -Sacó de una bolsa mi papilla de plátano favorita y empezó a darme de comer con una cuchara.

Claro que me encanta la papilla, pero no puedo disfrutarlo con el pastel enfrente de mí.

-No te preocupes -tomó el pastel, lo llevó a la cocina y regresó. -¡Listo! Come tu papilla.

-Gracias madre. -Y de mala gana comí todo el bote de papilla.

Unas horas después me llevó a pasear y me compró algunos juguetes, que hechizó en cuanto estuvimos en casa. Fue un buen cumpleaños.

Pasaron dos meses y volvimos a huir. Fue el tiempo que más pasamos en un lugar y nuestra ida no fue planeada esta vez. Escuchamos en la radio que unos muggles desaparecieron, piensan que era un asesino en serie debido a las extrañas condiciones en las que desaparecieron. Mamá se asustó mucho y tuvimos que irnos esa noche.

Pensé que iríamos a otro pueblo, así que cuando vi las calles de Londres me sorprendí mucho. ¿Por qué volvimos aquí?

-Mamá esto es muy peligroso, deberíamos ir a otro lugar. -Traté de nuevo de hablar y esta vez fueron mucho más entendibles los balbuceos.

-Calma, estamos aquí para pedir ayuda.

Me llevó a la calle Charing Cross y entramos a un bar. ¡No puedo creerlo! ¡Estamos en el caldero chorreante! Gritaría si no fuera una bebé.

Ella sigue caminando y al llegar a las habitaciones entra a la que tiene un 13 en la puerta. Al pasar un chico castaño claro que se encontraba sentado en un sillón voltea y la saluda. En cuanto nos acercamos puedo notar que tiene varias cicatrices en su rostro y luce exhausto.

-Disculpa por la demora Lupin. -ella se sienta en el sillón frente a él.

¡¿Lupin?!

-No te preocupes Acacia, y dime Remus -pidió amablemente y mamá asintió como respuesta. Fijó su mirada en mí y sonrió -¿Quién es tu pequeña acompañante?

Remus, Remus Lupin acaba de preguntar por mí. Esta vez no puedo evitarlo y rio dando pequeños gritos de felicidad que solo hacen que los mayores rían también. El señor de la noche está riendo conmigo. No puedo dejar de mirarlo, luce un poco diferente, debe ser porque es mucho más joven que en las películas.

-Es mi hija, Idylla -me sienta en sus piernas y yo lo saludó con la mano. - Entonces, Remus -él sonrió y le indicó que continuará -te pedí que vinieras porque necesitamos la ayuda de la orden.

Reencarné En La Piedra FilosofalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora