Capítulo 16-Final

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Restregué las manos en la cama, llena de frustración. Estaba recostada boca arriba con la cabeza llena de pensamientos que iban a gran velocidad. En realidad, no era muy tarde, todavía podía salir y llegar al lugar antes de que los otros lleguen, podría ayudarlos o resolver algún problema. No, lo único que vi son las películas, no tengo suficiente información.

Bien, voy a quedarme aquí durmiendo con tranquilidad siendo plenamente consciente del peligro en el que se encuentran 3 niños de once años. ¡Eso no puede ser! ¡Pero, tampoco puedo llegar y entrar! Yo planeé no involucrarme en los asuntos de primer año para evitar algún acercamiento con el trío.

Entonces, ¿qué debería hacer?

Veamos... mmm... pensándolo bien, debería llegar para asegurarme de que todo esté en orden. Asegurarme de que mi presencia no haya cambiado las cosas y, cuando entren a la trampilla, esperar un poco antes de avisar para que lleguen con ayuda médica para Ron. Eso no traería ninguna interacción con los niños, y probablemente nadie piense en el oportuno auxilio para el niño.

Sí, debo asegurarme de que todo esté bien.

Me levanté de la cama, revisando que las demás se hubieran quedado dormidas. En la mesa de noche vi mi flauta relucir, un punzón en mi pecho me hizo preocupar y decidí tomar el instrumento por precaución.

Me dirigí en medio de los oscuros pasillos de Hogwarts, atenta a cada ruido que podría ser Peeves o Filch, ambos igual de malos. Me acerqué a las escaleras, caminando con extremo cuidado para evitar un nuevo accidente, en la cima de la escalera apareció una figura plateada que me heló el cuerpo.

El Barón Sanguinario.

Pensé en correr a esconderme, sin embargo, el tiempo no estuvo a mi favor. Súbitamente, el espectro se dio la vuelta, sus ropas relucían con las manchas de sangre plateadas y las cadenas que arrastraba saltaron acoplándose a su movimiento. Sus oscuros ojos me vieron, reconocieron a un estudiante, no se sobresaltó o tan siquiera le importó, solo volvió a darse la vuelta.

Tomé un segundo para recuperar el aire que habían perdido mis pulmones. Necesito llegar sin más interrupciones. Al llegar al pasillo del tercer piso, corrí, pues escuché la risa maligna de Peeves acercarse.

La puerta estaba entreabierta, señalando que Quirrell ya había entrado. Bien, por esa parte, todo en orden. Me acerqué unos pasos, tranquilizándome al oír las notas del arpa, me di la vuelta para regresar ahora que todo estaba bien... hasta que la música paró.

Mi paso se detuvo y me quedé inmóvil. En la película, el arpa sigue tocando y, gracias a eso, los niños logran pasar. Si el arpa se calló... ¿cómo van a cruzar?

Esto debe haber sido provocado por mi presencia en la historia. ¿Qué hago?

La flauta en mi bolsillo se hizo presente en mi mente y la tomé con la mano derecha. Podría esconderme en algún lado, tocar la flauta y ayudarlos a pasar.

Seguí dudando, hasta que de nuevo escuché a Peeves acercarse y, sin pensar mucho, corrí dentro de la habitación. Antes de ver por completo a la criatura, puse la flauta en mis labios y soplé.

Al fijarme en la habitación, observé al enorme perro bostezar y acomodarse para caer en un agradable sueño. Busqué un lugar para esconderme y, a falta de algo mejor, caminé para posicionarme en el fondo de la habitación, oculta por el enorme cuerpo de Fluffy, tomando en el camino el arpa que se encontraba a sus pies.

Unos momentos después, escuché las voces de los niños de Gryffindor que parecía provenir de la puerta de afuera, que había dejado entreabierta.

Algo empujó la puerta, mostrando... nada. Debían traer puesta la capa.

-¿Qué es ese sonido? -susurró la voz de Hermione.

Reencarné En La Piedra FilosofalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora