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El pelinegro caminaba por las calles de la ciudad con una gran mueca en su cara. Estaba molesto.

Odiaba a su padre, odiaba tener que hacer todo lo que él le decía como un cachorro obediente, se odiaba a sí mismo por no ser lo suficientemente fuerte como para enfrentarle.

La gente que pasaba a su alrededor, sin importar que fueran alfas u omegas, bajaba la vista apenas el olor del alfa los golpeaba. Si bien, el olor de Yoongi no era precisamente suave, ahora mismo era amargo. Muy amargo.

Dio un par de vueltas por los callejones, burlándose de sí mismo al notar lo bien que sabía la ruta, hasta que llegó a una pequeña puerta trasera de lo que parecía el edificio de un club normal.

Pero de normal tenía la fachada nada más.

Apenas entró, unos guardias llegaron hasta él y le hicieron una reverencia en muestra del respeto que sabía no le tenían, pero que debían hacer de todas formas si es que querían seguir en ese trabajo, para luego escoltarlo hasta la oficina de su padre.

Ah, hasta que te dignas a llegar, muchacho. Por un segundo dudé si lo harías o no ㅡ el hombre le sonrió, haciendo que en el pelinegro solo creciera aún más su odio por él.

Ya dime qué mierda querías.

Uh uh, modales, hijo. No se le habla así a papi ㅡ si bien la postura del viejo no indicaba peligro alguno, en su tono de voz estaba clara la leve amenaza que acompañaba a sus palabras ㅡ Te llamé porque es necesario que aprendas cosas del negocio.

El chico soltó una seca carcajada.

¿Negocio? ¿Acaso secuestrar omegas y obligarlos a tener sexo con alfas asquerosos y repugnantes te parece un negocio? ¡O ya sé! Vender droga por todo el distrito y ser un narcotraficante te parece mejor negocio.

El hombre lo miró fríamente, apretó sus labios en una línea y luego se acercó a paso lento y peligroso al alfa más joven.

Escúchame bien, Yoongi, está será la primera y última vez que te dejaré pasar semejante falta de respeto ㅡ el muchacho no le apartó la mirada ni por un segundo. "Tan arrogante" pensó el mayor ㅡ Por ahora solo estarás en el campo de la droga, todavía eres muy maricón como para dejarte a cargo del club.

El pelinegro no dijo nada más, era lo mejor por ahora. Prefería mil veces vender droga que vender omegas indefensos. No podría cargar con aquel peso en su ya inestable consciencia.

Por un segundo, la imagen de su madre y de cierto pequeño omega apareció en su mente.

Debía ser fuerte, debía hacerse lo suficientemente fuerte para protegerlos a ambos.

Y con ese último pensamiento en mente para tratar de tener más fuerza de voluntad, siguió a su progenitor por unas escaleras que los llevaban hasta el subterráneo del local, sabiendo que probablemente lo estaría llevando hasta dónde surgía la "magia" como le había dicho el viejo.

Sería una tarde larga.

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Se paseaba por la habitación de su hotel sin saber exactamente qué hacer. ¿Cómo le dices a alguien que estás en su país porque no aguantaste ni una semana sin él y compraste el primer ticket de avión que encontraste?

Definitivamente debía encontrar una forma más bonita de decirlo.

Esto me pasa por impulsivo. Debí haberlo pensado mejor y no con la cabeza de abajo ㅡ el chico miró a través de la gran ventana en la habitación, que dejaba ver el tráfico de la capital. A esa altura, todo y todos parecían diminutas hormigas moviéndose.

𓆩𝑪𝒂𝒎𝒃𝒊𝒂𝒔𝒕𝒆 𓆪꒱࿐ [윤민]  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora