Destello Azul

2. Los habitantes de Yunmeng Jiang

—Levántate costal de papas— gritó su hermano Jiang Cheng mientras sacudía el cuerpo acostado en la cama y levantaba la colcha con la que estaba tapado.

—Cheng-Cheng, deja a este pobre omega dormir un rato más, no ves que a diferencia de ti que eres alfa, mi constitución es muy débil y me canso más rápido por lo que necesito más horas de sueño — El rostro de Wei Ying era tan lamentable que por un momento el joven alfa creyó que la afirmación era cierta y a punto estaba de ceder y dejarlo dormir un rato más hasta que detrás de él escuchó una voz que le enchinó la piel.

— ¡Wei Wuxian! Tienes tres segundos para levantarte, alistarte e ir a entrenar, de lo contrario probarás a qué sabe Zidian— La mujer que gobernaba con puño de hierro su secta y familia estaba parada en la puerta de la habitación del omega con una mirada que prometía las peores y crueles torturas a todo aquel que la desobedeciera.

—Tía Yu, estoy despierto y listo para llenarme de conocimiento— El omega lleno de energía sonrió a la mujer y dejó a su hermano con cara de estupefacción. La mujer resopló y se marchó con paso airoso.

— ¡Wei Wuxian! ¡Si mi mamá no te mata a latigazos, lo haré yo! — amenazó el Jiang menor corriendo detrás de su hermano quien ya se había metido al baño para lavarse —Te voy a romper las piernas cuando salgas de ahí— amenazó quedándose de guardia frente a la puerta. Pasados diez minutos su madre regresó con el ceño fruncido y Zidian en mano.

—Jiang Cheng, como no estés en el campo de entrenamiento en tres segundos, tú si vas a probar a Zidian—

—Mamá, estoy...—

— ¿Le estás rindiendo culto a la puerta del baño? Anda ya—

— ¡Pero mamá! — Quiso acusar a su hermano, pero el brillo violeta de Zidian lo persuadió para salir corriendo y dirigirse al campo de entrenamiento donde un risueño omega ya se encontraba calentando — ¡Wei Wuxian! ¡Te voy a romper las piernas! — Wei Ying desvió la mirada y Jiang Cheng vio a su madre mirándolo amenazadoramente —En cuanto acabe el entrenamiento lo haré—

—Cheng-Cheng, tuve que salir por la ventana del baño para preservar mi vida ¿Qué te hace pensar que voy a quedarme quieto para que rompas mis sexis piernitas? — El joven continuó haciendo estiramientos como si nada —Además Jiang Cheng, si sigues amenazando a todo mundo con romperle las piernas y haciendo ese gesto de fruncir el ceño te quedarás solterón y amargado porque ningún omega en su sano juicio querrá casarse contigo, por muy heredero de secta que seas—

— ¡Wei Wuxian! — Estuvo a punto de tirarse en contra del travieso joven, pero un carraspeo lo detuvo.

—Jiang Cheng, no pierdas la formación— instruyó su madre.

—Lo siento maestra Yu— se disculpó y regresó a su lugar con la moral caída.

Por la tarde, la familia de cinco se reunió para tomar el almuerzo.

—Shijie, esta mañana me salté el desayuno por culpa de mi Shidi quien no se apresuró a levantarme más temprano y tuve que hacer mi entrenamiento muriendo de hambre. Seguramente los demás confundieron los gruñidos de mi estómago con un cadáver feroz— El omega puso el más lamentable de los pucheros cuando terminó de relatar su queja.

—Pobre de mi querido A-Xian, seguramente sufriste durante toda la mañana. Anda, toma un poco más de sopa— la joven sirvió más comida a su hermano y empezó a alimentarlo en la boca como un bebé, limpiándolo ocasionalmente cuando algo se derramaba. Este comportamiento había sido muy habitual desde que el omega llegó a vivir con ellos y aunque ya no era tan frecuente, de vez en cuando los actos infantiles del joven alentaban a su amorosa hermana a consentirlo. Los demás lo pasaban por alto y solo ponían los ojos en blanco.