Capítulo 22 - Último adiós

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THOMAS

¿Conmigo? Hace años lo habría aceptado gustoso, ahora no estoy seguro de que sea una buena idea. Miles de imágenes, que no quiero recordar en este momento, vienen a mi mente casi como si fueran atraídas como un imán. Helena acostada en mi cama. Helena sentada en la mesada de mi cocina... todos son de Helena, recuerdos de cuando estábamos juntos. Pueda que ya no la ame pero aun así... Su pequeña mano se posa en mi brazo haciéndome salir de mi ensoñación, ella me sonríe dulcemente.

—¿Estas bien, Tom? El taxi ya llego, debemos irnos —toma su bolso de mano y se aleja con una seguridad que antes no tenía. ¿Cuándo paso eso? Creo que a veces el tiempo te puede llegar a sorprender. Helena me lanza una mirada que promete mucho antes de subir al taxi. Oh, esto va a ser una estadía muy divertida, sin duda.

Londres no ha cambiado mucho —creo que yo cambie— es un día lluvioso como cualquier otro y aun así lo siento diferente, ¿quizás sea la soledad? No puedo evitar soltar una carcajada que hace que Helena me mire desconcertada. ¿Soledad? Y yo que pensaba que ninguna otra chica, aparte de la que se encuentra a mi lado, iba a sacar mi lado cursi.

Sam sí que disfruta el viaje, debe ser emocionante volver a tu hogar, él y Helena parecen muy animados. No logro compartir su alegría. El viaje me resulta corto, demasiado diría yo. Mis abuelos no vendrán hasta mañana. Hombre, en serio, esto va a ser muy divertido por no decir incómodo.

Sam baja ladrando del auto, corre hacia la entrada y luego vuelve a donde estamos. Helena le sigue, entra como si fuera dueña de casa. Ha pasado más tiempo en mi casa que en la suya, así que supongo que no tengo nada que reprocharle. El pánico, ese que te agobia, que hace que tu respiración se acelere, es lo que siento al verla dirigirse a mi antigua habitación. Sam termina ignorándome y se aleja.

Corro detrás de Helena.

—Helena, ¿qué haces? —se detiene a mitad del camino mirándome como si fuera el único que no comprendiera la situación, tal vez lo sea.

—Estoy cansada, el viaje me ha dejado agotada —sin decir nada más entra dejándome con la palabra en la boca—. Ha pasado tanto... ¿Recuerdas la última vez que estuvimos aquí? Estábamos en esta cama... la habías llenado de pétalos de rosas, me pareció tan romántico. Lo extraño, extraño lo nuestro... a nosotros. Tom... ¿tengo esperanza? ¿Me queda... alguna esperanza para mí?

Me quedo parado, ahí en el mismo lugar en el que en otro momento la mire con adoración, ahora... tal vez, tal vez si quedara una esperanza, aunque sea mínima. Cambiamos, sí, pero las personas cambian constantemente, ya no somos los mismos. La ame desde el primer momento en que la vi y ahora viéndola tan indefensa, con esa mirada que me pide a gritos silenciosos que no la deje.

Y ahí estaba reviviendo esos sentimientos que creí ahora le pertenecían a otra persona. Supongo que estar de vuelta en donde todo comenzó me hace pensar que me equivoque y... puede que nunca dejé de amarla. Sí, puede que si halla una esperanza, una que no puedo dejar que se extinga.

♥♥♥

SAMANTHA

El lugar esta atestado de gente que casi es imposible conseguir un simple helado. Oliver camina en silencio a mi lado.

Me siento un poco incomoda con el silencio. Tengo mucho que decir, pero no sé cómo empezar. «Oliver, como bien sabes tu hermano me rompió el corazón y no, no lo supere todavía. Así que... ¿podrías escucharme mientras lo insulto e humillo mentalmente?» ¿Es muy insensible? Considerando que se me declaro hace tan solo días diría que sí.

«Oliver, quiero castrar a tu hermano con una tenaza sin filo por haberme usado como un simple reemplazo y luego tirarlo por un barranco». Ya, está mejor, ¿no?

—Thomas... lamento mucho lo que paso con él. Entiendo si no quieres volver a verlo, pero no lo odies.

Buen comienzo, Oliver, hablemos del innombrable. ¡Hey! De paso hablemos como hacemos para destruirlo y pisotear su corazón en pedacitos para luego calcinarlos hasta dejarlos en nada. Oh, y de paso se lo regalamos a... la nueva Bellatrix Lestrange, mejorada y todo. Bien, ya estoy divagando.

—... me dijo que te cuidara —malditos divagues me hicieron perder la mitad de la conversación—, te quiere, no de la misma forma que ella, pero aun así lo hace. Tom, siempre ha sido muy indeciso con sus sentimientos, suele confundirlos. Creo que es por miedo a equivocarse y terminar en una relación auto destructiva como nuestros padres.

—¿Eh? ¿Tus padres? No entiendo...

Oliver sonríe con dulzura a la vez que con su dedo índice golpea ligeramente mi frente. —Trata de escucharme cuando hablo, estás muy distraída. ¿Deberíamos... de pensar en todas las cosas macabras que podríamos hacerles a mi hermano por ser un idiota?

¡Yo empiezo!

—¿Ves? Ahora si me estás prestando toda tu atención.

Empieza a reír y a los segundos lo sigo. El dolor no se ha ido, sigue ahí solo que está empezando a cubrirse nuevamente y esta vez, gracias a Oliver. Una mejor cubierta, no de fingida felicidad sino de una verdadera. Eso me gusta.

—Así está mejor, toda belleza aumenta cuando uno sonríe, ¿no te parece? Creo que se cómo conseguir más de esas —me tiende la mano al levantarse—, ¿te animas?

La acepto sin dudar. En cuanto estamos de pie empezamos a correr como si nuestras vidas dependieran de ello.

—¡Imagina que hay un montón de zombies persiguiéndote! —Grita llevándome la delantera. —Mejor imagina que...

Sus palabras quedan apagadas cuando lo rebaso. Corremos hasta que no nos queda de otra que detenernos a normalizar nuestras respiraciones. Miro con detenimiento los alrededores, hay risas por doquier, niños jugando y porque no, gritos de terror. Hace tanto tiempo que no vengo a un parque y ahora que una parte de mi vida se está arreglando que mejor que celebrarlo en el lugar en el que tantas veces mi hermano me llevaba.

No espero a Oliver ni siquiera lo miro, es como volver a tener ocho años, vuelvo a correr detrás del hombre que vende algodones de azúcar.

Mientras más corro más olvidado queda él o quizás solo encerrado —nuevamente— pero esta vez no voy a permitir que salga. Porque, hoy, Thomas he decido que te amo y aunque me duela en el alma esa es la verdad. No puedo olvidarte, no quiero hacerlo. Por eso decidí que voy a recordarte, voy a olvidar los malos momentos y atesorare los buenos.                 

Dile, NO al AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora